Los ataques deliberados contra el sistema de salud de Siria que, además, dificultan la atención de la crisis humanitaria causada por la guerra civil que sufre ese país de Medio Oriente, es la última denuncia de las organizaciones humanitarias. En su reciente visita a la Casa Blanca, David Cameron remarcó la preocupación por la crisis sanitaria que se desarrolla en ese país y destacó la necesidad de atender a los heridos que, en muchos casos no pueden ser trasladados a un centro hospitalario.
En una reunión con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, el primer ministro de Gran Bretaña, David Cameron, insistió en la centralidad de la crisis sanitaria que se desarrolla en Siria y subrayó la necesidad de «atender lesiones por traumatismos, ayudar a la recuperación de víctimas de torturas y lograr que las familias accedan al agua potable». La asistencia sanitaria representa obstáculos significativos porque se ha desmantelado, en gran parte, el sistema de salud pública de ese país.
Stephen Cornish, director ejecutivo de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Canadá, denuncia que «la sistematización de ataques en Siria, tienen esa finalidad». Esa situación «ha provocado el traslado de personal médico, ha destruido grandes cantidades de hospitales y ha interrumpido la salud pública de forma significativa».
El Centro de Documentación de Violaciones, con sede en Damasco, asegura que hay 469 trabajadores de la salud presos en Siria. Tom Bollyky, del Consejo de Relaciones Extranjeras, un grupo de estudio con sede en Washington, calcula que unos 30.000 médicos han abandonado ese país. Para Bollyky que ese tipo de ataques es una manifestación de una tendencia perturbadora más general que tiene como objetivo de sus ataques a los centros de salud en zonas en conflicto.
En el informe de marzo, la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre la República Árabe de Siria acusa al régimen de Assad y a la oposición de apuntar de forma estratégica a instalaciones médicas y al personal sanitario. «Atacar a médicos es una forma de aterrorizar a la población y de privarla del apoyo humanitario que necesitan», explica Bollyky.
También menciona otras instancias en Oriente Próximo y Asia, en especial los ataques coordinados por el movimiento islamista Talibán contra el personal voluntario que vacuna contra la poliomielitis en Afganistán y Pakistán. El Talibán anunció el 13 de mayo que ponía fin a sus varios años de sabotaje contra la campaña de vacunación en esos dos países. Este tipo de acciones está específicamente prohibido en las convenciones de Ginebra, que obligan a la protección de hospitales y personal sanitario del fuego hostil.
«El personal médico está totalmente protegido por el derecho internacional», indica Bollyky. «No hay circunstancias en la que esté bien atacar a instalaciones o trabajadores de la salud, algo que, por cierto, ocurre en ambos bandos».
Víctimas silenciosas
Los ataques contra el sistema de salud de Siria no solo deja a los heridos en combate sin la atención de urgencia necesaria, sino también exacerba una crisis de salud pública generada por las malas condiciones de vida en los campamentos de refugiados fuera del país.
Hay más de un millón de refugiados sirios, pero esa cantidad es poca comparada con los más de 4,2 millones de desplazados dentro del país. Además de los ataques, los centros de asistencia son muchas veces utilizados con fines militares.
Zahir Sahlul, de la Sociedad Médica Estadounidense Siria, explica a los oyentes de una conferencia, el saqueo de los dos hospitales principales de Aleppo, uno oftalmológico y otro infantil, que ahora ofician de base de operaciones para batallones militares. «Además no hay sistema de alcantarillado». «Hay falta de higiene porque no hay energía eléctrica y a veces tampoco agua y hay escasez de gasóleo. Esto ha hecho que resurgan epidemias que no había antes», añadie.
Enfermedades crónicas que eran relativamente fáciles de tratar antes del conflicto, como diabetes o presión alta, causan más muertes. Cornish, de MSF, las denomina «víctimas silenciosas». Los pacientes con esas enfermedades no pueden ser derivados al extranjero porque no son casos de emergencia. Pero tampoco reciben tratamiento en Siria porque los proveedores de salud y las instalaciones necesarias, sencillamente, ya no existen. «Personas con cáncer que tuvieron que interrumpir la quimioterapia y lo único que pueden recibir son medicamentos paliativos», observa Cornish. «Poco a poco, día a día, mueren».
Los especialistas alertan de que los trabajadores de la salud están cada vez menos preparados para atender esos problemas y sus capacidades se debilitan por sospechas sobre su lealtad. «En Siria, si eres un médico que 'atiende pacientes del otro bando', pones en riesgo tu vida», observa Sahlul.
Mientras las organizaciones humanitarias tratan de encontrar soluciones para los desafíos de la asistencia médica, numerosos observadores coinciden en apelar a la comunidad internacional para que redoble esfuerzos y presione a ambas partes para que terminen con los ataques contra hospitales y el personal sanitario y que tengan más respeto por los estándares humanitarios internacionales. La organización no gubernamental Geneva Call, dedicada a involucrar a actores no estatales en cuestiones de derecho humanitario, ha realizado varios vídeos cortos para promover el respeto a los estándares internacionales. Uno de ellos es el titulado «Respeto y protección de objetos y personal médico».
Tom Bollyky opinó que sería un avance en la dirección correcta tratar las violaciones al derecho humanitario con más seriedad en la Corte Penal Internacional y reconocer la responsabilidad de la comunidad internacional en combatirlas. «Hubo una explosión de ese tipo de ataques, no así de imputaciones contra las personas que están detrás de ellos», critica. «El sistema legal internacional no se conoce precisamente por su celeridad, pero sería una forma de condena real».