Desde el domingo, los independentistas se levantan con mejor humor. Dos grandes encuestas elaboradas por estudios demoscópicos de referencia en el Reino Unido dan por primera vez al «Sí» como vencedor. Si la encuesta elaborada por YouGov para The Sunday Times y publicada el pasado domingo daba un 51% de los votos a los independentistas, el sondeo de TNS-BMRB, hecho público el lunes, no hace más que confirmar los resultados. Incluidos los indecisos, el 39% (frente al 38%) ve en el «Sí» la mejor alternativa para la región. El 23% restante, los indecisos, serán clave para el resultado definitivo que conoceremos el próximo 18 de septiembre.
Para Londres quedan ya en el olvido los 22 puntos de diferencia con los que ganaba la unión a principios de agosto, los 15 a mediados de mes y los 6 a finales. En solo una semana, en el caso del sondeo de YouGov, los secesionistas han ganado cuatro puntos, pasando del 47% de los apoyos al 51%.
En respuesta a los resultados, recibidos con júbilo en Edimburgo, Londres intentará jugar sus últimas cartas. Esta mañana en una nota conjunta emitida por conservadores, laboristas y liberales, se ha dado a conocer que sus líderes, el primer ministro David Cameron, Ed Miliband, y el viceprimer ministro Nick Clegg, respectivamente, acudirán a Escocia para convencer de las bondades de la Unión.
«Hay muchas cosas que nos dividen, pero hay una cosa en la que estamos apasionadamente de acuerdo: el Reino Unido es mejor si estamos todos juntos. Por eso nos hemos puesto todos de acuerdo en que el mejor sitio en el que podemos estar todos mañana es en Escocia, no en la sesión de preguntas al primer ministro en Westminster», han señalado los líderes en el comunicado. La decisión del día de la visita, el miércoles, no es casual, ya que los tres estarían queriendo llamar la atención con sus sonadas ausencias en la habitual sesión de control al Gobierno en el Parlamento.
«Queremos escuchar a los votantes y hablar con ellos sobre la enorme elección que van a afrontar». Hablan en primera persona del plural pero la realidad es que irán juntos pero no revueltos. Los tres líderes, en especial el premier David Cameron, no son muy populares en tierras escocesas por lo que querrían evitar un abucheo masivo, pudiendo tolerar previsibles desplantes menores yendo de forma separada. En lo que sí coinciden es en su mensaje: «queremos que os quedéis».
El referéndum, y sobre todo, el cómo están evolucionando las cosas, están poniendo en riesgo los cimientos de la isla. La libra, la clase política afincada en Londres, la Familia Real e incluso la bandera y la denominación del Reino Unido, podrían sufrir tal sacudida, que Downning Street habría decido entrar en acción en una campaña en la que, en la comodidad de la capital que da por evidente la victoria, no ha sido muy partícipe.
Mínimos de la libra
Con la publicación de la encuesta del lunes victoriosa para Edimburgo, la libra cayó en su cotización frente al dólar en un 1,5%. La caída se suma a la vivida hace una semana del 0,5% con el anuncio del sondeo en el que sin ganar los independentistas, la diferencia se reducía hasta un por entonces no visto 6%. Por tanto, en el mercado de divisas, una libra esterlina se cambia por 1,615 dólares lo que supone un claro contraste respecto al pasado dos de julio, que tras un periodo de contante revalorización de la libra en lo que llevamos de año, se intercambiaba por 1,7166 (una bajada del 6%).
Respecto al euro, aunque con menor fuerza que con el dólar, también ha perdido valor. Por libra se pagan 1,247 euros, es decir, una caída del 1,3% respecto a la cotización anterior (1,2632 euros por libra).
La deuda pública también se ha visto afectada. Los intereses que tiene que pagar Reino Unido por financiarse a diez años han subido un 2,5% desde el anuncio de las últimas encuestas.
Las pérdidas de valor se producen ahora cuando, según varios medios británicos, Londres se está preocupando más por presentar un paquete de medidas económicas (fiscales sobre todo) en favor de la unión, pero no estaría pensando en un posible plan de contingencia de cara a una Escocia independiente. Hay que recordar que de ganar el «sí» es probable que más allá de que la libra se hunda, con el consiguiente perjuicio a las importaciones, y de que suban los intereses de la deuda de referencia a 10 años; puede haber una fuga de capitales hacia un lado y otro de la frontera (grandes bancos como RBS ha anunciado que se está preparando ante cualquier resultado) y una reducción del gasto pero también de la recaudación fiscal para Londres. El ejecutivo también debería plantear el fraccionamiento de la deuda para transferir a una Escocia independiente su parte proporcional, que puede que no acepte. Y en definitiva la secesión podría abocar a una nueva crisis financiera de «consecuencias imprevisibles» para Deutsche Bank.
El propio Tesoro y el Banco de Inglaterra han señalado a medios británicos que es ahora cuando se dan cuenta de que deberían formular planes especiales de cara al «Sí», cosa que con anterioridad ni se había planteado.
Westminster, cuanto más lejos, mejor
La desconfianza que despiertan los diputados nacionales nutre el voto independentista. Según el sondeo del domingo de YouGov para The Sunday Times, en el que se testaba también la valoración a los políticos, sólo el 23% confía en el premier británico David Cameron y diez puntos más, un 33%, en el líder de la campaña unionista, Alistair Darling. En cambio, el ministro principal de Escocia, Alex Salmond, concentra un 42% de los apoyos y su número dos, Nicola Sturgeon, de las políticas mejor valoradas en Reino Unido, alcanza el 44%.
Los porcentajes, se explican en parte por el devenir de la campaña. El 69%, frente a un 30%, de los encuestados ve como bueno el mensaje independentista. Con los unionistas, los porcentajes se invierten. Solo el 31% ve como buena la campaña, mientras que el 60% la desaprueba. Si tuviéramos que atribuirle adjetivos a una y a otra, una mayoría de escoceses ven como excesivamente amenazantes y catastrofistas los argumentos por el «No», frente a una minoría que la tilda de responsable y realista. En cambio, el optimismo e ilusión que Salmond despierta, seduce a la mayoría.
Pero el descontento no es solo ciudadano, también se extiende por las bancadas del Parlamento. David Cameron señaló hace meses que no dimitiría aunque ganase el sí, pero los conservadores estarían pensando todo lo contrario. Sus compañeros de partido lo darían por amortizado y no descartarían forzar su marcha, mientras que sus socios de Gobierno podrían maniobrar para medrar y ganar más peso en el nuevo organigrama de Downning Street.
Consciente de ello, Cameron habría impulsado este despliegue de líderes en el terrero y habría convencido al ex primer ministro laborista y escocés, Gordon Brown, para dirigir la campaña por el «No» durante los días que quedan hasta la celebración del referéndum. Él también sería el encargado de dirigir el calendario posterior a una posible Escocia unionista, caso en el que Londres no dudaría en cumplir las concesiones que desde la celebración del fallido, para Edimburgo, referéndum de 1979 viene prometiendo, con apenas resultados, a la región.
La nueva estrategia unionista ha sido recibida por Alex Salmond con cierta sorna. «La campaña por el «No» está en total y absoluto desorden, están haciendo esta farsa a medida que avanza el «Sí». Además se atrevió a señalar lo bueno de la visita de cara a las urnas: «juntos, David Cameron, Ed Miliband y Nick Clegg son los políticos de Westminster en los que más desconfían [los escoceses] y su presencia colectiva en Escocia será otro gran impulso para la campaña del «Sí»».
Isabel II está triste
Pese al mensaje oficial emitido por la Casa Real en el que afirmaba que «el referéndum es un asunto de los escoceses, la Reina permanece estrictamente neutral, como en cualquier otro asunto político», según The Sunday Times, esto dista mucho de la realidad.
La reina y su equipo estarían «muy preocupados». Según el diario «la reina es unionista. Un montón de personas nos han dicho que todo iba a ir bien, pero ahora mismo existe una gran preocupación», por lo que desde Buckingham Palace se están pidiendo constantes informes acerca de cómo avanza la intención de voto y sobre las consecuencias que tendría una decisión favorable a la secesión.
Salmond sabe que la secesión no debería tocar a la corona y utiliza un lenguaje muy cordial para con la institución. Según la encuesta de YouGov el 54% de los escoceses quieren a Isabel II y a sus herederos como jefes del Estado y en consonancia, Salmond ha señalado que la secesión de los territorios no implicaría un «Sí» a la separación de las coronas inglesa y escocesa.
La reina es de lo poco bien valorado de Londres por los escoceses, por lo que las peticiones desde todos los ámbitos sociales hacia una intervención directa de la Corona en el proceso, es un secreto a voces. Y más aún cuando los Duques de Cambridge han anunciado que esperan su segundo hijo, noticia bien recibida tanto en Escocia como en Inglaterra.
La bandera pierde colores
Con la independencia, Reino Unido perdería, o vería mutiladas, sus enseñas. A vísperas del referéndum, en el número 10 de Downing Street, ha sido izada hoy la bandera de Escocia, la cruz de San Andrés, junto a la bandera británica. Este parece un gesto del Gobierno a la región con el que se pretendería mostrar que pese a ganar el «No», Londres no se olvidaría de ellos.
Pero la cuestión de la bandera, tan querida por los británicos, podría traer no poca polémica. La «unión Jack», la bandera británica conocida por todos por sus cruces superpuestas y por sus tres colores rojo, blanco y azul; podría perder este último, que hace de fondo, en caso de resultar favorable la secesión. La actual bandera británica empezó a formarse tal cual la vemos hoy en 1707 (y posteriormente) con el tratado de la Unión Jack, por la que las cuatro regiones de Irlanda del Norte, Escocia, Gales e Inglaterra quedaban unidas en un único reino, el Reino Unido.
De romper Escocia con la unión de reinos, la actual bandera no tendría sentido y el nombre del Estado tampoco, aunque seguiría siendo la unión de otras tres regiones.
La cuenta atrás está en marcha y unos y otros parecen dispuestos a batallar. La visita de los tres líderes nacionales más importantes del país a Escocia podría dar la vuelta a las encuestas hasta ahora favorables a un jubiloso Alex Salmond. La victoria independentista ha surgido a última hora y la alternativa unionista está tocada, pero no hundida. Ambos pelearán por los indecisos, ellos decidirán el futuro del matrimonio inglés-escocés.