Casi se adelanta el Benfica al final de la primera parte por dos ocasiones, casi repite al inicio de la segunda. Casi una y otra vez, con hasta tres penas máximas reclamadas por los pupilos de Jorge Jesús. El casi fue una constante en el segundo tiempo. También en el añadido. La escuadra de Unai Emeri supo sufrir y por tercera vez levantó la antes conocida como Copa de la UEFA, su cuarto trofeo continental.
El héroe de la noche fue el portero Beto, que detuvo dos lanzamientos (los de Cardozo y Rodrigo) desde los once metros, cuando ya llevaba una buena cosecha de paradas imposibles en sus guantes. Junto al portero también destacó el centrocampista croata del Sevilla Rakitic, elegido por la organización como el mejor jugador del partido. Mermado por la ausencia de jugadores importantes, el Benfica controló el partido pero fue un quiero y no puedo en las inmediaciones de Beto.
La primera parte fue bastante equilibrada, con las mejores oportunidades en el tiempo añadido, en las botas de los benfiquistas Maxi y Gaitán. En ambas ocasiones aparecieron las manos de Beto, natural de Loures y criado paradójicamente en la escuela del Sporting de Lisboa, el eterno rival del Benfica en la capital lusa. La segunda mitad comenzó como había terminado la primera, con los rojos volcados y atosigando a los hispalenses, incapaces de hilar jugadas. La tuvo Lima pero Beto volvió a aparecer. El Benfica pagó su falta de puntería, disparó a todos los sitios posibles pero ninguno apuntó al título.
A medida que el tiempo pasaba los futbolistas de uno y otro lado dejaron de arriesgarse y los penaltis fueron inevitables. La secuencia fue la siguiente. Marcó Lima y el colombiano Bacca, desfondado hacía unos minutos, puso el empate en el marcador. Cardozo erró la segunda pena máxima para el Benfica y Mbia adelantó a los andaluces. Rodrigo tampoco acertó en el tercer lanzamiento, y Coke aumentó la ventaja de los españoles. Por último, Luisão marcó pero Gameiro cerró el partido. Ganó el Sevilla. Y enmudeció Lisboa.
La maldición del Benfica
La maldición Guttmann sigue vigente. El entrenador húngaro que conquistó dos Copas de Europa con el Benfica a inicios de la década de los 60 (al Barcelona y al Real Madrid) lanzó una sentencia el mismo día en que le despidieron por pedir un aumento de sueldo: «El Benfica sin mí nunca ganará una copa europea». Con la de Turín, las águilas rojas han disputado desde entonces un total de ocho finales continentales (cinco de Champions y tres de Europa League). Las han perdido todas.
Alrededor de cuatro mil personas se congregaron en el parque lisboeta de Eduardo VII para seguir, a través de una pantalla gigante, el partido que podría haber supuesto el tercer título del año para el Benfica (ha ganado la Liga y la Copa portuguesa). Gritos, cánticos, bengalas, tambores, aplausos... y de repente, silencio. El fallo de Cardozo apagó el sonido de la capital. La desolación en el rostro del futbolista era un fiel reflejo de la cara de los miles de aficionados que se citaron a las espaldas de Marqués de Pombal para ver el partido. La historia se repite. El Benfica se vuelve a quedar a las puertas de este título europeo por segundo año consecutivo.
Lo que sí es seguro es que Lisboa festejará un título continental la próxima semana. La capital es la sede de la final Champions League que enfrentará a Real Madrid y Atlético de Madrid el día 24. De nuevo, un equipo español levantará la Copa.