Cuando la ONU busca ayuda financiera, ya sea para cubrir necesidades de desarrollo o para promover causas sociales, invariablemente recurre al sector privado.
Tal vez, el caso más notable sea el reciente llamamiento que el secretario general, Ban Ki-moon, ha hecho a los inversores privados para que ayuden a la ONU a alcanzar su objetivo de 100.000 millones de dólares por año para combatir las devastadoras consecuencias del cambio climático.
Sin embargo, los críticos urgen a la ONU a revisar exhaustivamente las credenciales de algunas de estas empresas en materias como derechos humanos, salarios justos, trabajo infantil y antecedentes ambientales, antes de concretar la colaboración.
De todos modos, y a una escala más modesta, entre 2009 y 2013 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) recibió más de 135 millones de dólares en fondos del sector empresarial para algunos de sus proyectos sobre agua, energía, atención a la salud, agricultura, finanzas y tecnología de la información.
La compañía sudafricana Mediaclave suministró máquinas esterilizadoras que descontaminan equipos médicos usados, así como desechos hospitalarios como jeringas, batas y guantes para protección personal, que se usan en el tratamiento de enfermedades contagiosas.
En Liberia, la firma japonesa Panasonic distribuyó su primera tanda de 240 linternas solares a trabajadores de la salud en Monrovia, permitiéndoles así trabajar de noche. El PNUD también se asoció con Svani Group Limited, una concesionaria ghanesa de vehículos, que aportó ocho vehículos blindados que se desplegaron en la Misión de la ONU para la Respuesta de Emergencia al Ébola en Ghana, Guinea, Liberia y Sierra Leona.
Y más recientemente, la iniciativa Impacto Académico de la ONU (Unai, por sus siglas en inglés), creada bajo la órbita del Departamento de Información Pública, colaboró con una campaña de «UnHate Foundation» (Fundación deja de odiar), del italiano Grupo Benetton, con motivo de un Concurso de Diversidad.
Esta iniciativa nació para mostrar «la participación de los jóvenes en todo el mundo, y la innovación, la energía y el compromiso que aportan a soluciones ideadas personalmente, que abordan algunos de los problemas más acuciantes del mundo», entre ellos la intolerancia racial y la xenofobia.El concurso concitó más de 100 propuestas de 31 países, presentando ideas y soluciones innovadoras para afrontar una amplia gama de problemas. Un jurado seleccionó a 10 ganadores, cada uno de los cuales recibió 20.000 euros donados por Benetton.
Esa corporación textil también unió esfuerzos con ONU Mujeres en su intensa campaña por eliminar la violencia de género en todo el planeta. Nanette Braun, de ONU Mujeres, nos dice que la UnHate Foundation viene apoyando a la agencia femenina desde hace dos años, mediante publicidad y campañas en las redes sociales. «Esperamos expandir la asociación y la colaboración en el futuro», agregó.
Consultada sobre el papel de Benetton en la promoción de las causas de la ONU, Mariarosa Cutillo, gerente de responsabilidad social corporativa en el Grupo Benetton, con sede en Milán, señala que el principal motivo es que, ante todo, se trata de una parte fundamental del ADN de la empresa.
Esta «siempre ha estado en la primera línea –a menudo de maneras provocadoras y muy progresistas– en cuestiones sociales, incluida la lucha contra toda forma de intolerancia y discriminación». Destaca que este enfoque se consolidó a través de proyectos sociales y campañas de comunicación, y que se tradujo también en la creación de la fundación.
Desde 2011, esta representa a una de las ramas de la empresa que desarrolla programas sociales para combatir el odio en todas sus formas, al tiempo de apoyar el liderazgo juvenil. «Creemos que los jóvenes pueden marcar una diferencia, especialmente en el logro de la agenda posterior a 2015, pero no es suficiente darles voz. Es importante brindar a las nuevas generaciones las herramientas para concretar un cambio», plantea.
Con la iniciativa de noticias de UnHate, en asociación con la Unai, «activamos a los jóvenes y les dimos la posibilidad de desarrollar de modo concreto proyectos sobre derechos humanos y desarrollo», dice Cutillo.
También citó «otro ejemplo destacado de apoyo exitoso y activación de la juventud promovido por la UnHate Foundation, que es la iniciativa de 'El Desempleado del Año', a través de la cual en 2012 financió 100 proyectos y 'startups' (nuevos emprendimientos), creados e implementados por jóvenes de todo el mundo».
Esa iniciativa celebró la ingenuidad, creatividad y capacidad de los jóvenes para hallar maneras nuevas e inteligentes de abordar el desempleo.
Las colaboraciones con agencias de la ONU constituyen «un proceso de crecimiento mutuo en nuestros respectivos roles, donde podemos contribuir de modo activo al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) implementando asociaciones que puedan generar un enfoque innovador y un impacto real y concreto», subraya Cutillo.