Nickliinson padece desde ha ce seis años «síndrome de cautiverio», lo que le impide realizar cualquier movimiento o hablar, aunque su mente está en perfecto estado. Él solo no puede acabar con su vida y dice que aún puede sobrellevarlo, «pero no podré hacerlo siempre». Llegado el momento, quiere asegurarse de que el médico que le asista no se enfrente a cargos por asesinato. La eutanasia está castigada en el Reino Unido con cadena perpetua.
El Tribunal Supremo ha admitido a trámite la petición del enfermo, lo que permitirá ir a una audiencia en la que además de sus testimonios se escucharán las opiniones de los médicos. Desde el ministerio de Justicia se dice que no puede darse la petición de muerte asistida, porque lo impiden las leyes de Inglaterra y Gales, a no ser que el Parlamento decida lo contrario.
Nicklinson se ha mostrado muy satisfecho por la decisión de los jueces y afirma que «no es aceptable que la medicina del siglo XXI esté gobernada por actitudes del siglo XX». Su abogada ha explicado que lo único que pide es terminar sus días con dignidad. «poder decidir su propio destino sin cometer ningún delito».