El paro entre los menores de 25 años sigue imparable y alcanza el 53% de desempleados. Esta situación de exclusión laboral puede desencadenar en una fuerte conflictividad social. El abandono de los estudios y el fracaso escolar impide satisfacer la demanda de puestos de trabajo técnicos, con una mano de obra cualificada que no tenemos.
Cada vez hay más jóvenes que, tras una larga y frustrada búsqueda de empleo, acaban excluidos del mundo laboral. Solo Grecia, que roza el 55% de parados menores de 25 años, supera a España, mientras que la media en Europa es del 22%. Las tasas de desempleo juvenil son más sensibles a la crisis que las tasas de adultos, y la recuperación en el mercado laboral de los jóvenes probablemente tarde más en llegar que en el mercado laboral de los adultos.
Una de las causas de este fenómeno es el abandono de los estudios a edad temprana y la alta tasa de fracaso escolar, que en España roza el 30%, y sigue creciendo.
El boom inmobiliario multiplicó las oportunidades laborales para este colectivo, que encontraba trabajo de forma rápida en empleos que no exigían experiencia previa ni formación académica, aunque con escasa proyección hacia el futuro.
Con la llegada de la crisis económica y el estallido de la burbuja, buena parte de esos trabajos desaparecieron, lo que supone que una buena parte de la población no tenga empleo ni formación para poder aspirar a otros puestos. El abandono escolar dificulta por tanto su acceso al mercado laboral, y se materializa en una poca propensión a participar en nuevas actividades formativas.
Pero además de este motivo, de sobra conocido, existe otro igual de importante. «Hay un desajuste entre la oferta y la demanda de trabajo por nivel educativo», declara Patricia García, Socia Directora de Grupo Femxa, empresa líder nacional en formación para el empleo. «El aumento de la formación hacia la educación universitaria ha provocado una saturación de titulados superiores que el mercado español no es capaz de absorber, mientras que los puestos técnicos no están cubiertos».
Nos encontramos en una situación en la que diplomados y licenciados españoles se ven obligados a emigrar, mientras que hay miles de empleos que requieren titulación media que nuestros jóvenes no pueden cubrir por falta de estudios. «Las previsiones europeas indican que en el horizonte del año 2020 el 50% de los empleos requerirán una cualificación profesional de nivel medio. En estos momentos el número de titulados de Formación Profesional en nuestro país es de 4.664.859, lo que representa un 24,6% de la fuerza productiva. Esto supone que en los próximos ocho años hay que cualificar al 25,4% de la población activa española», explica García.
De lo contrario, será necesario buscar en el extranjero a trabajadores para esos puestos. Ante esta realidad, el riesgo de que este colectivo acabe convirtiéndose en una «generación perdida» no es nada descabellado: jóvenes sin empleo ni estudios que tendrán difícil su reincorporación al mercado laboral, incluso cuando la situación económica mejore. «El efecto combinado del enorme desempleo juvenil actual y los problemas de formación en España pueden hacer que el escalón sea enorme».
Debido a la crisis económica, España ha reducido el gasto en educación, una losa más que cae sobre nuestros jóvenes. «No debemos ver la educación como un gasto, sino como una inversión», añade la Socia Directora de Grupo Femxa. «Los jóvenes son el motor del desarrollo económico de un país, son el futuro. Desaprovechar ese potencial es un desperdicio económico que puede llegar a romper la estabilidad social de manera dramática. Hay que formar a muchos y muy rápido, en un entorno con pocos recursos. Para ello deben potenciarse nuevas tecnologías ligadas al aprendizaje para cualificar en puestos técnicos, idiomas, emprendimiento...».
En unos tiempos en los que toca apretarse el cinturón, surge la duda de si ese objetivo podrá cumplirse, es decir, cómo debe afrontarse tamaña empresa cuando los recursos son limitados. «Hace años, apareció el aula de Internet en los centros educativos. En la actualidad, Internet está en el aula. El futuro está en usar el e-learning como herramienta para obtención de certificados profesionales», apunta Patricia García.
El aprendizaje a distancia se presenta como la forma más eficaz de conseguir ese objetivo. Es un sistema flexible que favorece la interactividad entre profesor y alumno, y además derriba las barreras espacio-temporales actuales.