Las urnas no han despejado el futuro político del país. El conservador Boiko Borisov (GERB) ha obtenido el 30,1% de los votos y 98 escaños (de 240) en el Parlamento. El Partido Socialista (oposición) de Serguei Stanichev, presidente de los socialistas europeos, ha alcanzado el 26,1% y 86 escaños. Los dos otros partidos que superan la barrera del 4% son el MDL (Movimiento de los Derechos y las Libertades), que representa a la minoría musulmana del país (33 escaños) y los ultranacionalistas y xenófobos de Ataka (23 escaños).
Unos resultados que no permiten gobernar en solitario a ningún partido y habrá que esperar a las alianzas posteriores, aunque el resto de fuerzas políticas habían anunciado que no pactaría con el GERB. Tsvetan Tsvetanov uno de los líderes del partido ganador ha dicho en tono conciliador que el «GERB se hará responsable a la nación, (...) nuestro líder es capaz de proponer y conformar un gobierno - que podría constituirse con una minoría», ha explicado en la televisión pública dejando de lado el tono triunfalista de los últimos meses.
Si la situación politica se estanca, agravará la economía del país más pobres de la Unión Europea, con un crecimiento del 0,8% el año pasado y con una de cada cinco personas sin empleo, según las cifras oficiales. «Hay un gran peligro de bloquear el Parlamento,» opina Ognian Minchev, director del instituto de investigación internacional y regional. De hecho las palabras más utilizadas este lunes por los búlgaros para describir la situación eran polarización, bloqueo, o parálisis. Incluso algunos se preguntan si las elecciones han servido para algo.
La apatía de los votantes y su desilusión con la clase política ha marcado una campaña que también se ha visto ensombrecida por escándalos de escuchas ilegales, como en la que se escuchó al propio borisov discutir sobre cómo sobornar a los medios de comunicación, manipular una investigación sobre corrupción, o comentarios ofensivos sobre la orientación sexual de algunos magistrados y periodistas. También se han denunciado casos de fraude electoral. El sábado la policía se incautó de 350.000 papeletes fraudulentas que se encontraron en un almacen propiedad de un político conservador. También se han denunciado compra de votos. Nada más conocerse los resultados provisionales un centenar de ciudadanos se concentró en el centro de Sofía para protestar contra la victoria conservadora, que consideran fraudulenta.
Borisov, de 53 años de edad, abandonó el poder después de la oleada de protestas que sacudieron el país entre enero y febrero por el bajo nivel de vida, el alto coste de la energía en pleno invierno y la corrupción política. Bulgaria, que ingresó en la UE en 2007, es uno de los países con menor nivel de vida: casi la mitad de su poblaciónvive bajo el umbral de la pobreza, tiene una alta tasa de inflación y el salario medio es de unos 400 euros mensuales. Unos 2 millones de ciudadanos, de los siete millones y medio que tiene el país, no tienen acceso al agua potable o a la electricidad.
Las protestas, que acabaron en graves disturbios, llevaron a Boiko Borisov, exguardaespaldas del antiguo dictador comunista Todor Zhivkov, ha dimitir cinco meses antes del fin de la legislatura, prevista para julio. Dijo que no quería dirigir un gobierno que estuviera manchado de sangre, aunque los analistas han visto en esa dimisión una astuta maniobra para acortar la legislatura y no sufrir cinco meses adicionales de desgaste por las protestas ciudadanas.