«Debería ser posible acordar el instrumento tal como figura en el proyecto. Es un buen acuerdo. Y en su formato actual atraerá una financiación significativa», dijo el negociador de la UE Tomasz Chruszczow. «Sería contraproducente embarcarse en más debates técnicos», agregó.
Organizaciones no gubernamentales y activistas coinciden en que reabrir el texto en negociación perjudicará seriamente las posibilidades de dejar listo el Fondo Verde antes de que finalice la 17 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17), que terminará el 9 de este mes.
«Esto significaría que no habrá ningún instrumento para canalizar dinero. Entendemos que algunas partes tienen preocupaciones, pero este texto representa un acuerdo político equilibrado hasta el máximo, y finalizarlo llevó meses», se lamentó Tasneem Essop, jefe de estrategias climáticas internacionales en el Fondo Mundial para la Naturaleza.
Propuesto inicialmente en 2009 en Copenhague, el Fondo Verde para el Clima se aprobó en la COP 16, celebrada hace un año en Cancún, con el objetivo de asistir a las naciones pobres en la mitigación y adaptación al cambio climático.
Entonces, el Norte industrial se comprometió a aportar 30.000 millones de dólares en 2012 y 100.000 millones de dólares anuales para 2020.
Ahora, se espera que los delegados de más de 190 países reunidos en Durban den por concluido el proceso de puesta en marcha del Fondo Verde.
En un intento de lograr el consenso, la presidenta de la COP 17, Maite Nkoana-Mashabane, dijo que dialogará con representantes de varios países en «debates transparentes e informales».
Sin embargo, no hay un proceso o calendario definitivo para esas conversaciones. Partidarios del Fondo Verde retienen el aliento mientras esperan el informe de Nkoana-Mashabane.
Algunos expertos sugieren que, en vez de reiniciar las negociaciones, debería haber un texto adicional al borrador del documento que resuelva algunas de las preocupaciones más acuciantes, mientras que otros asuntos pueden ser abordados por la directiva del Fondo, una vez que sea elegida.
Economía de la adaptación
Un financiamiento inmediato para la adaptación y la mitigación no solo ayudará a los países a enfrentar el cambio climático, sino que también tendrá un fuerte efecto económico.
El Banco Mundial y el Servicio Geológico de Estados Unidos estiman que las pérdidas económicas mundiales por catástrofes naturales en los años 90 se podrían haber reducido en 280.000 millones de dólares si se hubieran invertido apenas 40.000 millones de dólares en prevención de desastres.
Pero dos años después de comprometerse a movilizar recursos financieros para la adaptación y mitigación del cambio climático, los países industrializados todavía tienen que determinar de dónde vendrán los fondos públicos prometidos. En cambio, se han centrado en cómo movilizar al sector privado.
Si el Fondo tiene las arcas vacías, no tendrá razón de ser, advirtió Ilana Solomon, consejera de políticas en el capítulo estadounidense de ActionAid.
«Sabemos que estos tiempos son duros para la asistencia financiera y que los presupuestos son ajustados», señaló, en referencia a la crisis de la eurozona, «pero la verdad es que los países ricos pueden aportar el dinero».
Las dificultades para garantizar el financiamiento del Fondo Verde son alarmantes porque, aunque los países terminaran aportando la totalidad del presupuesto, no alcanzaría.
La Comisión Europea y el Banco Mundial estiman que se necesita por lo menos el doble de esa suma para la adaptación y la mitigación en los países en desarrollo. Otros expertos señalan que el mundo necesitará 5,7 billones de dólares para 2035 a fin de abordar los efectos del cambio climático.
«El costo de la inacción es mucho más alto que el de la acción», dijo la consejera de políticas sobre cambio climático de la filial australiana de Oxfam Internacional, Kelly Dent.
Hasta ahora, los países no han acordado un solo mecanismo para atraer fondos públicos.
Kyoto: ¿una evasión?
En medio de los acalorados debates sobre el Fondo Verde, se agotan las posibilidades de que los países acuerden un segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kyoto, que expirará a fines de 2012.
Más allá del bloque de países de la UE, ninguna otra nación industrializada apoya una extensión. Estados Unidos, Rusia y Japón expresaron su desinterés, mientras que Canadá generó protestas públicas esta semana cuando se supo que quiere abandonar el Protocolo, probablemente para evitar multas por no cumplir con sus objetivos de reducción de emisiones.
«No podemos dejar que la medida adoptada por Canadá nos distraiga del progreso muy real que puede lograrse con la UE y otros, como camino crucial hacia un régimen legalmente vinculante» para la reducción de emisiones, urgió Dent.
Incluso la UE cambió levemente de pisada. Ahora quiere que los principales emisores mundiales de gases de efecto invernadero acuerden para 2015 un pacto a implementarse como mucho en 2020, y a cambio ofrece ampliar sus objetivos de reducción de emisiones bajo el Protocolo de Kyoto.
La UE dice que espera salir del punto muerto en que están las conversaciones y hallar un común denominador con China y otras economías emergentes.
Pero los expertos en cambio climático creen que no se puede esperar hasta 2020 para fijar objetivos firmes de reducción de emisiones. «Necesitamos ambición para ampliar los objetivos de reducción de emisiones a partir de 2012», dice Dent.
Los países en desarrollo -especialmente en África, donde el cambio climático se sentirá con más crudeza- apuestan por que la UE pueda convencer a otras naciones industrializadas para que se comprometan con un segundo período del Protocolo de Kyoto.
«Para nosotros hay mucho en juego», dijo Raymond Lumbuenamo, coordinador regional para África central del Fondo Mundial para la Naturaleza.
«Ya experimentamos los impactos reales del cambio climático. Somos las víctimas de un cambio que no causamos. África no quiere ser el cementerio de este tratado», agregó.