Una publicación que se ha convertido en un fenómeno editorial, traducido a 265 lenguas, con más de 145 millones de ejemplares vendidos y 1.300 ediciones. El principito es embajador virtual de la ONU y tiene cuenta en Facebook donde le siguen más de cinco millones de internautas y en sus setenta años ha sido dibujo animado y estrella cinematográfica en 3D.
La «intemporalidad» de este héroe queda demostrada en muchas de las frases, en las que su autor intentó dar visibilidad a los niños, recordar que también piensan y razonan, por supuesto, a su manera. En este momento de crisis, en que son uno de los colectivos más afectados por la situación económica estaría bien recordar una de sus frases. «Las personas mayores nunca son capaces de comprender las cosas por sí mismas, y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones».
Cuando millones de personas están en el paro y un día es igual al anterior y al posterior, el Principito ofrece una alternativa. «Los ritos son necesarios, afirmó el zorro. -¿Qué es un rito? -inquirió el principito. -Es también algo demasiado olvidado -dijo el zorro-. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra».
Nuestro planeta también tiene semejanzas con el asteroide B 612, en el que habita el protagonista del relato. Allí hay tres volcanes que debe limpiar continuamente. El principito debe cuidar su planeta, quitando los baobabs para evitar que echen peligrosas raíces que lo partirían en pedazos. La responsabilidad por la supervivencia de su asteoride lo convierte en un moderno ecologista. Otra de sus obligaciones era cuidar la única rosa que le reclamaba atenciones. «No se debe nunca escuchar a las flores, decía el joven viajero, sólo deben contemplarse y oler. La mía perfumaba mi planeta, pero yo no era capaz de alegrarme por ello».
Un reciente estudio sobre la responsabilidad de la crisis señalaba que los ciudadanos achacan la culpa de la situación a los políticos. Hasta en eso tiene algo que decirnos este personaje nacido hace 70 años. «Si yo ordenara a un general que se transformara en ave marina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía».
Siempre supimos que aunque el protagonista fuera un niño, Saint Exupéry no escribía para ellos y se ha convertido en un cuento filosófico demasiado actual. «Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas». ¿No suena a algo muy conocido?