El Parlamento Europeo y la Comisión no se cansan de hablar de recuperación y crecimiento así que cada vez que oyen la palabra recorte y referida a sus propios presupuestos, para 2014-2020, se ponen malos. El Parlamento dijo claramente a los Estados miembros que expresaran públicamente de donde querían recortar y parece que se lo van a decir sin cortarse un pelo.
Chipre, que ostenta la presidencia semestral de la UE, quiere un recorte de 50.000 millones de euros. El Europarlamento ha mostrado este jueves en un comunicado su «consternación». «Nos oponemos firmemente a este cambio, que pone en peligro el futuro de ciertas políticas y programas clave».
El Parlamento cree que esa rebaja «envía una señal muy mala» respecto de las prioridades políticas dentro de la UE, ya que los mayores recortes se realizarían en campos «vitales» que deben estimular la competitividad, el crecimiento y el empleo. Incluso se ha expresado en contra de la propuesta de la Comisión Europea de congelar el presupuesto anterior de 2007-2013.
La propuesta chipriota limitaría las inversiones en infraestructuras de transporte, energía y telecomunicaciones. Bajarían el presupuesto de investigación en un 60 % y programas como Erasmus, el de fusión nuclear ITER o Galileo de telecomunicaciones correrían serio peligro. Así como las pequeñas y medianas empresas (PYME) y la innovación.
Los países contribuyentes netos no aceptan la propuesta de la CE de sacar a los programas Galileo e ITER del presupuesto. Con lo que su financiación total queda en poco más de 14.000 millones de euros.
Por su parte la CE contesta a la rebaja de Chipre con un comunicado de unas pocas líneas en el que dice que «toma nota de la propuesta» y «no la apoya». Reitera que el «próximo marco financiero plurianual debe de ser una herramienta para la inversión en el crecimiento y el empleo».
La propuesta de la CE calcula un máximo para los compromisos futuros de 1.033 billones de euros, mientras que los pagos comprometidos en el actual presupuesto son de 987.599 millones de euros.
Alemania, junto con Reino Unido y otros grandes contribuyentes quieren reducir el gasto general entre 100.000 a 200.000 millones de euros.
Eso afectaría a las ayudas a la agricultura y esa posibilidad ha hecho saltar a Francia, que es la que más ayudas se lleva. «Nos oponemos a la reducción propuesta», ha dicho el ministro francés de Asuntos Europeos, Bernard Cazeneuve, que ha añadido: «Francia no apoyará un presupuesto multianual que no mantiene los fondos de la política agraria común». Irlanda, Austria y España tampoco quieren prescindir de las ayudas de la PAC.
El gasto agrícola y el desarrollo regional suponen unas tres cuartas partes del presupuesto total de la UE. Por su parte Polonia no quiere que se toquen las ayudas al desarrollo, dice que ha hecho muy buen uso de ellas y que eso ha tenido un gran impacto en la economía de toda la región.
Las cosas, según el comisario europeo de presupuesto, Janusz Lewandowski, están como sigue: «hay ocho países que están a favor de recortes, quince a favor de la propuesta de la CE y siete neutrales». El que más y el que menos amenaza con vetar los presupuestos, incluido el Parlamento Europeo, que acaba de recordar que tiene ese poder.
El presupuesto plurianual debería quedar acordado antes que acabe de año. Todo el siguiente será necesario para diseñar los programas sectoriales específicos. En el último Consejo informal de Asuntos generales, que se celebró el pasado 30 de agosto en Nicosia , quedaron claras las divergencias y las dificultades para poner de acuerdo a los Estados miembros.
Así que en la próxima cumbre extraordinaria que el presidente Van Rompuy ha convocado para los días 22 y 23 de noviembre deberán ir preparados para trasnochar y regatear.