Los problemas económicos para hacer frente a la necesidad de ampliación financiera destinada a poner en marcha el proyecto del Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER) continúan provocando dolores de cabeza a los ministros de Ciencia e Innovación de la Unión Europea. Y es que desde sus comienzos, el proyecto ITER ha disparado todas las previsiones económicas que se preveían. Con la actual coyuntura económica que vive la Unión, los 27 prefieren reorganizar algún capítulo de las perspectivas financieras o acudir a un préstamo del Banco Europeo de Inversiones (BEI) antes que aportar otra cantidad adicional para el proyecto.
Un presupuesto que continúa in crescendo
El proyecto ITER, de gran complejidad e ideado en 1986, es fruto de un acuerdo internacional suscrito en París en 2006 entre la Comunidad Europea de la Energía Atómica (EURATOM) y otros seis países: Estados Unidos, Rusia, China, Japón, India y Corea del Sur. Esta cooperación tiene una duración inicial de 35 años y cubre las fases de construcción (10 años), explotación (20) y desactivación (5). El objetivo es demostrar el potencial de la fusión nuclear como fuente de energía, la factibilidad científica y tecnológica de la fusión nuclear.
Además producirá de cinco a diez veces más energía que la necesaria, demostrando por lo tanto esa factibilidad de la energía de fusión y del «quemado» sostenible, haciendo posible que los físicos y los ingenieros desarrollen y optimicen las tecnologías, los componentes y las estrategias para las posteriores centrales eléctricas de fusión.
En un principio su presupuesto fue de 2.700 millones de euros. Actualmente esta cifra se ha disparado hasta los 7.200, de los cuales EURATOM deberá aportar 1.400 millones en 2012 y 2013 e incluso se baraja la idea de que pueda superar los 10.000 millones de euros, convirtiéndolo en el tercer proyecto más caro de la historia, después de la Estación Espacial Internacional y del Proyecto Manhattan.
La comisaria de Investigación, Innovación y Ciencia, Máirie Geoghegan-Quinn destacó los beneficios del proyecto recordando que "no debemos olvidar los potenciales beneficios del ITER en términos de suministro y seguridad energética, lucha contra el cambio climático y en lo que puede contribuir a nuestras economías y a la estabilidad geopolítica en general". Además recalcó la necesidad de encontrar una seguridad para el ITER ya que "esto sólo se puede lograr cuando tengamos garantías políticas por parte del Consejo sobre el marco presupuestario necesario para el largo plazo". Una cuestión económica que sigue sin encontrar solución, como ocurrió el pasado 26 de mayo en una reunión de la Comisión en Bruselas, y que se pretende que quede resuelta antes de la reunión que la UE tiene con los socios del proyecto, los próximos 16 y 17 de Junio.
Cadarache (Francia), la sede
En 2006 los siete socios del proyecto ITER firmaron el acuerdo internacional para el lanzamiento del reactor de fusión internacional con el modelo Tokamak, que se construirá en Cadarache, en el Sudeste de Francia.
El Tokamak, de 24 metros de altura y 30 metros de amplitud, será más pequeño que una central eléctrica convencional y producirá hasta 500 MW de energía térmica demostrando la producción de energía prolongada y de un funcionamiento continuo.
La elección de la sede fue polémica desde un principio. En noviembre de 2003, dicha elección originó una pugna entre Francia (Candarache) y España (Vandellós, en la provincia de Tarragona) por hacerse con el proyecto nuclear dentro de sus fronteras. Esto dotaría a la región elegida de varios miles de puestos de trabajo y beneficios económicos importantes.
EEUU estaba en contra de la candidatura de Francia, ya que esta no apoyó la invasión de Irak ese mismo año y apoyaba la candidatura de Japón que ofreció la ciudad de Rokkasho. Se llegó a plantear la posibilidad de que la UE siguiese adelante con el proyecto sin Japón y Estados Unidos. Francia y la Comisión Europea tantearon la posibilidad de que estos dos países fueran sustituidos por otros candidatos como India, Suiza y Brasil, que estarían dispuestos a participar. Finalmente fue la francesa la elegida por la UE para hacerse con el emplazamiento del ITER.
En 2005 se llegó finalmente a un acuerdo sobre la localización del reactor, que será ubicado en Cadarache. Barcelona será la sede de la Agencia Europea de Fusión, encargada de controlar los contratos y coordinar los trabajos sobre las aportaciones industriales y el desarrollo de I+D del reactor experimental.
La UE asumiría el 40% de los costos de construcción, Francia costearía un 10% adicional mientras que los cinco socios restantes sufragarían un 10% cada uno. Sergio Delgado para euroxpress