Parece claro que finalmente ha anidado en los líderes políticos la evidencia de que hay un problema muy urgente, el cambio climático conjunto en nuestro planeta. Sin embargo, la falta de respuestas concretas, además del uso y abuso de lugares comunes generales sobre el tema, ha sido impresionante.
Sin dejar de reconocer el problema, muchos líderes han encontrado la manera de esquivar su responsabilidad indicando limitaciones en sus países. Esa fue la fórmula a la que recurrió el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para dejar en claro que el Congreso legislativo de su país no estaría dispuesto a ratificar un tratado internacional sobre el clima.
Esa posición obedece en este caso a que el Congreso no acepta la vinculación de Estados Unidos al tratado debido a su destino excepcional, que no le permite ser objeto de escrutinio o control por parte de quienes no son sus propios ciudadanos. Estados Unidos se ha convertido en un país disfuncional, donde el poder judicial, legislativo y ejecutivo no logra cooperar, incluso en temas cruciales.
Anant Geete, ministro indio de Industria Pesada y Empresas Públicas, afirma que el crecimiento de su país tiene prioridad absoluta, y por ello India seguirá el camino de la industrialización y la energía basada en el carbón, mientras que otras energías renovables se incorporarán progresivamente, aunque eso provoque que India se convierta en la mayor contaminante mundial.
La Unión Europea no puede comprometerse a nada, ya que una nueva Comisión debe a asumir su cargo el mes próximo y la persona designada para el puesto de Comisario para la Acción Climática y Energía es el conservador español Miguel Arias Cañete, que era uno de los principales accionistas en dos empresas petroleras españolas, hasta que vendió sus acciones para apuntalar su candidatura.
Ningún problema, ya que miembros de su familia no han seguido su ejemplo y se mantienen como accionistas e incluso ocupan puestos en los consejos de administración de las empresas.
De acuerdo con esta misma sensibilidad política, la nueva y más conservadora Comisión Europea ha dado la cartera de Servicios Financieros al bien conocido lobbista de la City de Londres, Lord Jonathan Hill.
Tal procedimiento de compromisos políticos es como designar al conde Drácula administrador de un banco de sangre, un nombramiento que difícilmente atraerá a los donantes
Lo triste es que no faltaron documentos de base para la Cumbre del Clima.
Además de un informe elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, que reúne a 3.200 científicos de todo el mundo, existía, por ejemplo, un documento del gobierno de España, basado en un detallado estudio de las áreas costeras de ese país, que concluye que en 2050 el nivel del mar Mediterráneo subirá un mínimo de 30 centímetros (si se toman ahora las medidas de control climático) y hasta un máximo de 60 centímetros (si no se toman medidas).
Eso significa que la costa retrocederá entre 20 y 40 metros, con un efecto evidente en el turismo, los puertos y los asentamientos costeros. Hace 100 años, solo se utilizaba el 12 por ciento de la costa, llegando al 20 por ciento en 1950, al 35 por ciento en 1988 y al 75 por ciento en 2006. En España, 15 millones de personas viven en la zona que se verá afectada por el cambio climático.
Obviamente, Francia, Grecia, Italia, Túnez y el resto de países mediterráneos compartirán el mismo destino.
Otro estudio más global, del grupo estadounidense de investigación Climate Central, estima que aproximadamente uno de cada 40 habitantes en el mundo, cerca de 177 millones de personas, vive en áreas susceptibles de inundaciones en los próximos 100 años.
Incluso si se tomaran medidas inmediatas para el control climático, el 1,9 por ciento de la población de los países costeros se vería afectada. En el peor de los casos, la cifra sería del 3,1 por ciento. Para dar un ejemplo concreto, el cuatro por ciento de la población china -50 millones de personas- podría verse afectada. Ocho de los 10 grandes países con mayor riesgo se encuentran en Asia.
La voz de Abdulla Yameen, presidente de Maldivas, pasó mayormente desapercibida cuando recordó a los líderes en la Cumbre que los pequeños países insulares, que serían los primeros en sufrir cualquier aumento de los niveles del mar, han constituido una federación para defender su derecho a existir.
Toda una nueva generación ha nacido desde que se inició el debate sobre el cambio climático, pero no hay señales de que la situación esté mejorando.
En la década 2002-2012, las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2) aumentaron una media del 2,7 por ciento. En 2013, las emisiones eran las más altas de los últimos 30 años. Aun así, el sector de la energía está montando una gran campaña para negar que haya cambio climático alguno.
Los que niegan el cambio climático dicen que lo que acontece es parte de un ciclo histórico normal, no el resultado de la actividad humana. Todos los datos que demuestran lo contrario están siendo ignorados y el resultado de esta campaña es que muchas personas creen que el debate sobre la cuestión sigue abierto.
Tal vez lo que pasó hace unos días entre Google y el Consejo Estadounidense de Intercambio Legislativo (ALEC, en inglés) es sintomático de este «ciclo histórico normal».
El 22 de septiembre, el presidente de Google, Eric Schmidt, anunció que esa empresa de alta tecnología se retiraba de ALEC, aduciendo que «todo el mundo entiende que se está produciendo un cambio climático y las personas que lo niegan están realmente haciendo daño a nuestros hijos y a nuestros nietos y contribuyendo para hacer del mundo un lugar mucho peor».
ALEC es una organización conservadora que ha instado a la derogación de las normas de energía renovable estatales y otras políticas pro renovables. Este Consejo elabora las propuestas de reglamentación que presenta a los políticos, pidiéndoles que hagan tan solo el esfuerzo de convertirlas en ley.
El portavoz de ALEC respondió: «Es lamentable saber que Google ha puesto fin a su afiliación en el Consejo como consecuencia de la presión pública de individuos y organizaciones de izquierda que intencionalmente confunden las perspectivas de la política de libre mercado con la negación del cambio climático».
En palabras simples, si una persona está preocupada por el cambio climático, la califican como un izquierdista que está en contra del mercado.
Los ejecutivos de muchas grandes empresas van por delante de los líderes políticos. Ellos pueden tomar decisiones sin trabas de restricción política y han descubierto que trabajar a favor del control climático, puede ser útil no solo en términos de relaciones públicas, sino también económicamente.
Por ejemplo, 40 grandes empresas, entre ellas l'Oreal y Nestlé, publicaron una declaración el 23 de septiembre en la que se comprometían a ayudar a reducir la deforestación tropical a la mitad para el año 2020 y detenerla completamente hacia 2030. Algunas de estas empresas trabajan con aceite de palma, una producción rentable a expensas de los bosques tropicales, especialmente en Indonesia.
Pero solo algunas corporaciones han asumido algunos compromisos concretos en la Cumbre de Nueva York.
Por ejemplo, el máximo dirigente de Apple, Timothy Cook, dijo que su empresa se había comprometido a centrarse en las emisiones de sus principales proveedores, que representan alrededor del 70 por ciento de los gases de efecto invernadero provenientes de la producción y el uso de productos de la compañía.
Cook rechazó la idea de que la sociedad deba elegir entre el crecimiento económico y la protección del medioambiente, poniendo como ejemplo una enorme granja solar que Apple construyó en Carolina del Norte, Estados Unidos, para ayudar a operar un centro de datos.
«La gente nos dijo que esto no podría suceder, que no era posible, pero lo hicimos. Es muy bueno para el medioambiente y por cierto también es bueno para la economía», afirmó.
Entre tanto, muchas voces no han permanecido en silencio en el planeta. Salvaguardar el ambiente ha sido durante mucho tiempo una bandera de lucha para una gran parte de la sociedad civil en todo el mundo y una de las principales causas de preocupación entre las generaciones más jóvenes.
Los cientos de miles de personas que salieron a las calles en todo el mundo antes de la Cumbre de Nueva York, para subrayar la urgente necesidad de hacer algo por el clima, no eran un mero producto de la imaginación de los medios.
Pero ¿por qué fueron tan claramente invisibles para quienes toman las decisiones en el planeta?
La próxima fecha importante para la agenda del clima es la 21 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), que se celebrará en París en 2015 y donde deben darse pasos decisivos, tras la COP20 que acogerá Lima en diciembre.
¿Nuestros dirigentes políticos desperdiciarán nuevamente la oportunidad de hacer algo concreto? ¿Continuarán esperando mientras ven como el tiempo se agota para el planeta y para la humanidad?