Según el informe «Hacer frente a la crisis del Empleo en Portugal» de la Organización Internacional del trabajo (OIT), el país está experimentando la crisis económica y social más grave de su historia económica reciente.
Desde el comienzo de la crisis en 2008, se han perdido uno de cada siete empleos, lo que lo sitúa como el tercer país europeo que ha sufrido un deterioro mayor en su mercado de trabajo, detrás de Grecia y España. La tasa de paro ha llegado a más del 17 %, una cifra récord en el país. Los más afectados han sido las familias con niños pequeños y los jóvenes.
En 2011, la llamada troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) puso en marcha un programa de rescate con unas condiciones tan severas que el país ha ido de mal en peor.
Según la OIT desde 2011 el desempleo ha aumentado, y solo recientemente ha mostrado «ciertos signos de contención». El informe dice que «algunos cambios pueden dejar secuelas duraderas que harán difícil mantener los actuales niveles de vida».
Esta grave situación, dice la OIT, se debe a «una grave combinación de factores macroeconómicos y estructurales».
La política fiscal se ha orientado hacia una rápida reducción del déficit, que había alcanzado proporciones alarmantes. Las medidas de reestructuración del sector público han afectado directamente al empleo. Los recortes de los salarios y de las prestaciones sociales junto con la subida de algunos impuestos han reducido los ingresos de las familias y, por lo tanto, la demanda interna.
En cuanto a las empresas se han visto directamente perjudicadas por las condiciones «especialmente severas que prevalecen desde 2011». Más de una quinta parte de las pequeñas y medianas empresas (PYME) señalan que su principal problema es la falta de crédito y cuando lo obtienen los tipos de interés que deben pagar por él son muy alto en comparación con lo que se paga en Alemania y en otros países de la eurozona, (un 5,5 por ciento, en Portugal un 2 por ciento en otros países del centro de Europa).
El único aspecto positivo es el aumento de las exportaciones, que sin embargo, no es suficiente para compensar la falta de demanda interna y los defectos que tenía su mercado de trabajo antes de la crisis y que las medidas que se han visto obligados a tomar no han hecho más que intensificar.
Todo eso amplificado por la pérdida de la protección de la negociación colectiva.
«La reforma ha entrañado una reducción general de la cobertura de los convenios colectivos, lo que ha ejercido una presión a la baja sobre los salarios y ha hundido aún más la demanda interna. La proporción de trabajadores que perciben el salario mínimo se ha duplicado con creces desde el inicio de la crisis», señala el informe.
Para la OIT es necesaria una nueva estrategia con un enfoque más centrado en el empleo, un acceso al crédito por parte de las PYME y una mayor atención a los grupos más desfavorecidos, en especial los jóvenes.
El informe destaca como importante para Portugal los programas de garantías juveniles, que han sido experimentados con éxito en Suecia o Finlandia, que la Comisión Europea quiere poner en marcha. Aunque, señala que se necesitarían más recursos financieros que los que la Comisión va a destinar.