También este año, la Universidad Johns Hopkins retiró su programa de escritura científica, con tres décadas de actividad, siguiendo los pasos de la Universidad de Columbia, que en 2009 bajó la cortina a su programa de periodismo sobre ciencias de la tierra y el ambiente, por el escaso interés que despertaba.
La extinción del periodismo científico es una tragedia cada vez mayor, afirman periodistas especializados en Estados Unidos.En un tiempo en que la conversación pública debería girar en torno al cambio climático, la energía, los recursos naturales y el desarrollo sostenible, el espacio que los medios de comunicación de este país dedican a los reportajes medioambientales se hace cada vez más pequeño.
El primer volumen del Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático sostiene que ahora ya son abrumadoras las evidencias de que la especie humana es el factor principal del calentamiento global.
Pero, «a medida que el periodismo ambiental disminuye, se abre una brecha de conocimiento», nos dice el periodista Samuel Fromartz, editor jefe de Food & Environment Reporting Network, un medio en Internet sin ánimo de lucro.
«El público aprende menos sobre problemas ambientales y sus efectos en la salud, pero a la vez puede ser presa fácil de afirmaciones infundadas y sin base científica que a menudo abundan en Internet», agrega Fromartz, en un aparte de la 23 conferencia anual de la Sociedad de Periodistas Ambientales (SEJ por sus siglas inglesas) que se celebró del 2 al 6 de este mes en Chattanooga, Tennessee, en el centro-este de Estados Unidos. «Sin periodistas para dar noticias y hablar con fuentes autorizadas, el que pierde es el público», añadió.
Scott Dodd, editor de On Earth.org, publicación en línea del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, considera que el cambio climático es «la noticia más urgente de nuestra era». Pero los problemas ambientales se «ignoran sistemáticamente», dice. «El medioambiente debería ocupar más o menos el 25 por ciento de los temas que un reportero debe cubrir», dice Dodd. «Se les pide que cubran ayuntamiento, policía, la comisión de planificación y, entre una cosa y otra, consigan alguna noticia del medioambiente».
Además, agrega Dodd, el cambio climático y la energía «tienden a ser complejos, se desarrollan en largos períodos y requieren un grado de conocimiento que quizá no tenga el reportero común», con el cual él se identifica.
«En información de largo plazo como el cambio climático, en la que las noticias de hoy no son muy diferentes a las de la semana pasada o a las del año pasado, es difícil sin conocimiento encontrar un ángulo novedoso y convencer al editor que debe ser tema de portada», se explaya Dodd.
Los miembros de la SEJ, fundada en 1990 por un pequeño grupo de reporteros y editores a tiempo completo, es muy elocuente sobre esta decadencia. De sus actuales 1.300 asociados, la gran mayoría son periodistas «freelance», muchos de ellos a la fuerza, explica la directora ejecutiva de la organización, Beth Parke.
Pero, para ser justos, si bien el periodismo ambiental puro se ha hecho menor, todavía se puede apreciar algo de «fertilización cruzada» con otros temas de la agenda informativa. «En general, los editores entienden que no pueden cubrir salud, alimentación, bienes raíces, transporte, política, energía y consumo... sin incluir de un modo u otro cuestiones ambientales», dice Parke.
Mientras el periodismo ambiental se derrumba en Estados Unidos, no pasa lo mismo del otro lado del Atlántico, observa Adam Vaughan, editor de la sección de medioambiente del diario británico The Guardian.
Ese periódico todavía tiene cuatro reporteros, dos editores, dos subeditores y un editor de fotografía dedicados a este tema. Y este año, por primera vez, el diario contrató a un corresponsal ambiental en Australia.
Otro diario británico, The Times, trasladó hace poco a uno de sus mejores periodistas, Ben Webster, a la sección ambiental, dice Vaughan.
Entonces, ¿por qué ha perdido su gloria el periodismo ambiental de Estados Unidos?
Según Parke, «los escándalos, las celebridades y los deportes, prácticamente todo lo que no sea reportaje de investigación y riguroso, se favorece como opuesto a un periodismo de explicación y de servicio público».
Los medios comerciales están «bajo una dura presión» para cubrir temas que aumenten sus ventas, audiencias y lectores en línea, añade.
Pero no todo está perdido. Este terremoto ha alumbrado el creciente periodismo sin ánimo de lucro.
«Veo que aparecen más sitios en línea especializados, como InsideClimate, que hace poco ganó un premio Pulitzer, y Climate Central», dice Vaughan. «Hay un fenómeno en alza, las iniciativas financiadas por filántropos (como Carbon Brief, China Dialogue y The Energy Desk), así como noticias de interés público y distribución gratuita, producidas por periodistas veteranos bajo el paraguas de Climate News Network, que están haciendo la mejor información sobre cambio climático», agrega.
«Mire qué temas ganan premios», dice Parke. «Son noticias sobre derrames de petróleo, la salud de los océanos, alimentos contaminados, cambio climático. Hay un montón de trabajos excelentes fuera de la estructura de los medios tradicionales».
Pero en este universo, hay también espacio para los equívocos.
«He visto blogs y revistas de organizaciones no gubernamentales que son como una extensión de su trabajo de promoción y comunicación, y no lo que uno reconocería como periodismo profesional e independiente. Es una escritura con una agenda, por más imparcial que pretenda ser», apunta Vaughan.
Desde otra perspectiva, a Dodd le preocupa que «muy poca gente vea las noticias relevantes que esos nuevos medios están contando», porque su alcance es pequeño, de nicho, sin los recursos ni la audiencia que alguna vez dominaron los diarios nacionales o los programas nocturnos de las cadenas de televisión.