La Hermandad Musulmana resiste contra las cuerdas
Este miércoles se reúne en Bruselas, la comisión de Asuntos Exteriores del Parlameto Europeo, para estudiar la situación en Egipto y Oriente Próximo. Los eurodiputados debatirán a puerta cerrada la postura que debería tomar la UE ante el golpe de estado y los sangrientos acontecimientos de agosto en Egipto.
El Cairo, (IPS) - El sol está a punto de ponerse y se escucha la llamada a la oración en la mezquita Mostafa Mahmoud, en el barrio Mohadiseen de la capital egipcia, pero las calles están prácticamente vacías. Solo hay unos pocos soldados apostados al lado de tanques de guerra. Pocos días atrás, la plaza y las calles en torno a Mostafa Mahmoud eran escenario de una masiva sentada de protesta de simpatizantes del derrocado presidente Mohamed Morsi y de la organización Hermandad Musulmana.
La protesta fue violentamente reprimida por las fuerzas de seguridad egipcias, dejando al menos 600 muertos y miles de heridos. Desde entonces, varios cientos de líderes de los Hermanos Musulmanes en todo el país han sido arrestados, acusados de vandalismo y de incitar a la violencia. El llamamiento de la Hermandad a tomar las calles el «Viernes de los mártires», el viernes pasado, para protestar contra la violencia militar, solo pudo convocar a unos pocos cientos de manifestantes en El Cairo y en algunas provincias.
Las muertes y la dura represión pone en entredicho el futuro político del movimiento. De pie al lado de la destartalada y polvorienta valla de la mezquita de Assad bin Al Furat en El Cairo, usada frecuentemente en las últimas semanas como punto de encuentro para las marchas a favor de Morsi, el camionero Amr Faraghani Numeri comenta con otros hombres la situación de la Hermandad Musulmana.
«El futuro de la Ikhwan (Hermandad) está acabado. Es el fin», dice Numeri, y rápidamente añade: «Esto no significa que el Islam esté acabado. La Hermandad no representa a los musulmanes. La organización no tiene futuro porque la gente no la quiere». Numeri refleja el pensamiento de muchos egipcios, lo cual representa un nuevo desafío para la Hermandad.
Según Adel Abdel Ghafar, erudito del Centro para Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Nacional Australiana, «la Hermandad afronta una dura prueba». «Es un periodo de seria adversidad», sostiene. Nunca antes, ese movimiento islamista con 85 años de historia había alcanzado una influencia tan importante en la política nacional y solo para perderla de un día para otro, indica Abdel Ghafar.
Sin embargo, Isaam Shahid, exmiembro de la Consejo de la Shura (cámara baja del parlamento) por el Partido de la Libertad y la Justicia (PLJ), de la Hermandad Musulmana, parece no estar preocupado. «La gente siempre mantendrá su protesta pacífica contra los militares», añade. Shahid sostiee que las últimas amenazas de proscribir la Hermandad son inofensivas. «Hubo conversaciones entre expertos legales que trabajaron para enmendar la Constitución, aprobada en 2012, sobre una cláusula que prohíbe la creación de partidos basados en identidades religiosas y por la cual el PLJ podría ser prohibido», explica. «Pero eso no va a ocurrir. El PLJ es un partido de todos los egipcios», explica.
Por su parte, Mohamed, quien no quiere dar su apellido, es miembro de la Hermandad Musulmana y representante del sindicato de estudiantes de la Universidad Al Azhar en El Cairo. Él cree que el movimiento, aunque no llegue a ser proscrito, no podrá actuar tan libremente como lo hizo antes del derrocamiento de Morsi, el 3 de julio. «No creo que el régimen militar permita la presencia de la Hermandad Musulmana en el gobierno», indica. «Pero la organización seguirá presionando para participar en la vida pública. Volverá a las protestas pacíficas que realizó durante 30 años bajo el gobierno de (Hosni) Mubarak. No tiene otra opción».
No obstante, reconoce que las fuerzas armadas egipcias limitarán las acciones de la Hermandad. «Las fuerzas del golpe tiraron abajo la democracia y crearon la 'tanquecracia', así que dudo que permitan al PLJ participar de las próximas elecciones». El gobierno interino, apoyado por los militares, «pronto celebrará elecciones que tendrán rostro democrático pero que en el fondo serán puro engaño», añade.
Mohamed Elmasry, profesor asistente de periodismo y comunicación masiva en la American University de El Cairo, destaca que «la Hermandad es una organización con raíces profundas, pues cuenta con cientos de miles de miembros comprometidos». «Ha sido parte integral de la sociedad egipcia durante más de 80 años. Si se le proscribe y obliga a actuar en la clandestinidad, se adecuará». «Después de todo, operó así la mayor parte de su existencia, y ha funcionado como una organización religiosa y de servicio social», agrega.
Elmasry cree que, debido a su fuerte base ciudadana, la Hermandad todavía no está acabada. «Creo que luchará para volver a la actividad política y, si el sistema egipcio le da otra vez la oportunidad de participar de una competencia libre y justa, no me sorprendería que obtuviera un significativo triunfo electoral», augura. «La Hermandad siempre será parte del proceso político», dice Abdel Ghafar. «Sin embargo, la desaparición de sus líderes llevará a sus simpatizantes a la clandestinidad. El sistema les cerró la puerta. Ahora esperan la oportunidad para reingresar».