Después de interrogar a los directivos de algunas de esas empresas, el comité del Parlamento dice que los argumentos que utilizan las empresas para justificar sus estrategias fiscales son «poco convincentes» e insta al Gobierno a que «tome medidas».
Según el informe la cadena de cafeterías Starbucks que lleva instalada en Reino Unido desde 1998, tuvo un negocio en 2011 de unos 500 millones de euros, aunque apenas si pagó impuestos a la Hacienda británica. La mayor parte de sus ganancias las trasladó a la rama holandesa de la empresa.
En su comparecencia ante el Parlamento británico los representantes de la multinacional afirmaron que en prácticamente todos los ejercicios, 14 de 15, en los que presentó sus cuentas a la Hacienda británica había tenido pérdidas. Algo «difícil de creer» en opinión de la comisión.
Starbucks, ha publicado una nota en la que dice que ha «cumplido con las leyes fiscales» británicas, pero que su negocio no es tan rentable como esperaban.
Por su parte la tienda en Internet, Amazon, generó un volumen de negocio en Reino Unido de 259 millones de euros, pero solo pagó 2,8 millones de euros de impuestos en Reino Unido. La comisión de cuentas públicas del Parlamento se extraña en su informe de que a pesar de tener 15.000 empleados el director de Políticas Públicas, Andrew Cecil, respondiera a las preguntas con evasivas y parecía «poco preparado para contestar» a algunas preguntas.
El responsable de Google para el norte y centro de Europa, Matt Brittin, reconoció que los impuestos deberían pagarse en el país donde se genera el negocio, aunque admitió que las ganancias que producen fuera de Estados Unidos las transfieren a países cuyas leyes fiscales son más favorables.