La diplomacia vaticana ha jugado sus cartas para alivio del gobierno. Los mensajes de Benedicto XVI en Madrid se han centrado en temas pastorales y solo de pasada ha rozado en algún momento el matrimonio homosexual, el aborto o la eutanasia, temas en los que el Papa, en otras ocasiones, ha entrado de lleno con críticas severas. El ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, ha resaltado que la visita no haya tenido contenido político, sino que estuviera dirigido a los jóvenes y fuera una pastoral católica.
La homilía de la misa de despedida, este domingo en Cuatro Vientos, resume el legado que venía a dejar en Madrid: «no se puede seguir a Jesús en solitario... Quien cede a la tentación de ir por su cuenta, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo o de acabar siguiendo una imagen falsa».
En consecuencia, el Papa pide más implicación con la Iglesia, que los jóvenes sean católicos practicantes, que vayan a misa los domingos, se confiesen con frecuencia y recen habitualmente.«No os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe», ha dicho Benedicto XVI.
La lección parecía ya aprendida porque los cientos de miles de jóvenes peregrinos, que estos días han colapsado Madrid, día y noche han exhibido con orgullo su creencia en el catolicismo. A veces, beatos; a veces, fanáticos; y la mayoría de las veces dando muestras de que, por encima de todo, son jóvenes que se reunían con otros jóvenes en un encuentro internacional que, para la mayoría, era una experiencia única, pero también una fiesta.
La polémica por el gasto público originado y los privilegios concedidos a los peregrinos queda en el debe de la visita papal, así como la dura actuación de la policía para reprimir cualquier contestación o protesta – «muy colaterales», según el gobierno- contra la postura de las autoridades municipales, autonómicas y estatales, que se han plegado para que la Jornada Mundial de la Juventud fuera un éxito.
El ministro de la Presidencia ha expresado la satisfacción del ejecutivo porque este gran acontecimiento«ha colocado a Madrid y a España en el eje de la información en todo el mundo». El presidente del PP, Mariano Rajoy, ha destacado la «alegría y el buen ambiente» de los participantes en la JMJ y también ha calificado de irrelevantes los incidentes. Izquierda Unida ha lamentado lo que considera «sumisión» de las instituciones del Estado a la jerarquía de la iglesia católica y entiende que ha habido un «flagrante incumplimiento» del precepto constitucional de que España es un Estado aconfesional.
Benedicto XVI ha dicho que deja España contento y agradecido. La JMJ permite «mirar hacia adelante con mucha confianza en la providencia, que guía a la Iglesia por los mares de la historia».