Este diciembre, 195 naciones más la Unión Europea participarán en la crucial 20 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 20), que se desarrollará en Lima y donde debe presentarse el primer borrador completo de un nuevo acuerdo mundial sobre el clima.
Sin embargo, esto es como escribir un libro con 196 autores. Tras cinco años de negociaciones, hay apenas un esbozo de acuerdo y el primer diseño de un par de «capítulos».
Falta muy poco para que venza el plazo: según lo estipulado, la firma del nuevo acuerdo que mantenga el recalentamiento planetario en menos de dos grados debe concretarse en diciembre de 2015 en París, precedida de la COP 20 en Lima los 12 primeros días de diciembre.
«En Lima habrá que hacer una enorme cantidad de trabajo», dice Erika Rosenthal, abogada de la organización Earthjustice, dedicada al derecho ambiental, y también asesora de la Alianza de los Pequeños Estados Insulares(Aosis, en inglés). «Quedará poco tiempo después de Lima, y París no puede fracasar», señala.
La conferencia de «París será el momento político clave en que el mundo podrá actuar de modo decisivo para cosechar todos los beneficios de una economía limpia, libre de carbono», añade Rosenthal. El éxito de Lima dependerá en parte del ministro de Ambiente de Perú, Manuel Pulgar-Vidal. Como presidente de la COP 20, su determinación y energía serán cruciales, cree la mayoría de los analistas que hemos consultado.
El cambio climático es un asunto importante en Perú, pues Lima y muchas otras partes del país dependen del agua dulce de los glaciares de los Andes. Estudios muestran que en los últimos 30 años esa cordillera ha perdido entre el 30 y 50 por ciento de su cubierta helada, y que otro tanto desaparecerá en breve.
Pulgar-Vidal dijo a The Latin American Herald Tribune que espera que en Lima se llegue a un borrador de acuerdo aunque este no incluya todos los capítulos. El proyecto completo tendrá que estar listo en mayo de 2015, a fin de tener tiempo para las negociaciones finales.
El futuro acuerdo climático, que debe suceder al Protocolo de Kyoto, fácilmente podrá tener la extensión de un libro y contará con tres pilares fundamentales: mitigación, adaptación, y pérdidas y daños.
Mitigación
El de la mitigación o reducción de emisiones de gases de efecto invernadero se dividirá a su vez en dos secciones, dedicadas a las reducciones anteriores y posteriores a 2020. Ambas son controvertidas, ya que versarán sobre cuánto y para cuándo debería concretar cada país sus reducciones de gases contaminantes.
La ciencia climática tiene claro que las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2) deberán empezar a disminuir antes de 2020. Si no, impedir que el recalentamiento planetario supere dos grados será extremadamente costoso y difícil.
Sin embargo, se prevé que las emisiones en 2014 serán las mayores de la historia: 40.000 millones de toneladas, que por ejemplo en 2010 fueron 32.000 millones. También se espera que este año sea el más caliente de que se tenga registro.
En la COP 15, realizada en 2009 en Copenhague, los países industrializados accedieron a concretar reducciones de emisiones previo a 2020, esto en el marco del Acuerdo de Copenhague. Sin embargo, esos compromisos resultan insuficientes, y desde entonces ningún país ha aumentado su «ambición», como se le llama a este incremento de metas.
Algunos, como Japón, Australia y Canadá, incluso se retractaron de sus compromisos.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, celebró el 23 de septiembre la Cumbre del Clima, con 125 jefes de Estado, con la frustrada esperanza de que usaran esa ocasión para anunciar mayores reducciones.
Que la «ambición» quedó en punto muerto resultó evidente durante la conferencia climática realizada en octubre en Bonn, donde las naciones del Sur en desarrollo presionaron a las industrializadas para que hicieran mayores recortes antes de 2020.
Sin embargo, la Aosis propuso un enfoque complementario para reducir las emisiones, según el cual los países deberían compartir conocimientos, tecnología y mecanismos políticos. Práctico, útil y necesario, esto puede convertirse en parte formal de un nuevo acuerdo, dijo Rosenthal.
Enrique Maurtua Konstantinidis, asesor de políticas internacionales en el capítulo latinoamericano de la no gubernamental Climate Action Network, agregó que «en Bonn hubo muy buenos debates en torno a la energía renovable y a las políticas para reducir las emisiones». «Los países industrializados tienen que establecer nuevos compromisos de reducciones en Lima», dijo Konstantinidis.
Esto incluirá compromisos para recortes posteriores a 2020. El objetivo de Europa, de llegar a por lo menos un 40 por ciento de reducciones para 2030, no es suficiente. Países emergentes como China, Brasil, India y otros también deben bajar sus emisiones de modo sustancial, pues la meta a largo plazo debería ser una paulatina eliminación mundial del uso de combustibles fósiles para 2050, para que la elevación de temperaturas se contenga debajo de 1,5 grados, plantea.
Esta meta más ambiciosa es lo que muchos pequeños estados insulares y africanos sostienen que se necesita para su supervivencia a largo plazo. El pilar de la mitigación todavía requiere un acuerdo sobre cómo medir y verificar las reducciones de cada país. También necesitará un mecanismo para impedir que los países incumplan sus metas, dice Konstantinidis.
Irónicamente, el capítulo más avanzado en materia de mitigación, que es el de la iniciativa de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques (REDD), es también el más controvertido fuera de la COP. El REDD busca compensar a los países por no explotar sus bosques, con dinero que pagarán las empresas y los estados que no reduzcan sus emisiones contaminantes.
El gobierno de Perú quiere que este capítulo se complete en Lima, pero muchas organizaciones de la sociedad civil e indígenas se oponen. Es muy probable que en Lima haya grandes marchas de protesta contra el REDD y contra la idea de ponerle un precio a la naturaleza, señala Konstantinidis.
Nnimmo Bassey, de la No REDD in Africa Network y expresidente de Amigos de la Tierra Internacional, opinó que «los actores políticos parecen totalmente desconectados de las soluciones reales para abordar el calentamiento global».
La iniciativa REDD es una «conspiración financiera (tramada) entre las naciones ricas y las corporaciones» felices de pagar en efectivo a cambio de hacer poco por reducir sus emisiones de carbono, nos dijo Bassey. Para frenar esta «falsa solución» una amplia alianza de movimientos sociales deben tomar las calles de Lima durante la COP 20, planteó.
Adaptación
El pilar de la adaptación trata principalmente de la transferencia de tecnología y las finanzas para ayudar a los países más pobres a adaptarse a los impactos del cambio climático. Un Fondo Verde para el Clima se estableció este año para canalizar dinero en este sentido, pero todavía no está operativo.
En la COP 15, los países industrializados se comprometieron a aportar fondos que llegarían hasta 100.000 millones de dólares anuales para 2020, a cambio de menores reducciones de emisiones. Pero en 2013 las contribuciones fueron de apenas 110 millones de dólares.
Las promesas asumidas por Alemania y Suecia este año equivalen a casi 2.000 millones de dólares; pero el aporte se hará en varios años. Tampoco está claro qué parte de esa cifra será dinero nuevo y no ayuda exterior comprometida previamente.
«Los países tendrán que hacer nuevos compromisos financieros en Lima. Y esto incluye a economías emergentes como China y Brasil», dice Konstantinidis.
Pérdidas y daños
En cuanto al tercer pilar, sobre pérdidas y daños, no se acordó sino hasta el final de la COP 19, que se realizó el año pasado en Varsovia.
Este pilar busca ayudar a los países pobres a afrontar las actuales y futuras pérdidas, económicas y no económicas, causadas por los impactos del cambio climático. Es el menos elaborado y no estará completo hasta después de la cita de París.