Bamako, (IPS) - Bajo el abrasador sol vespertino, Daouda Dicko lava la ropa de sus clientes en la costa del río Níger, que atraviesa la capital de Malí. «Hace dos años empecé a hacer esto para sobrevivir. Ahora estoy acostumbrado y no me molesta el dinero extra que genera», nos dice este hombre, que también trabaja como jardinero.
Dicko se esforzó por alimentar a su familia durante la crisis política de Malí en marzo de 2012, cuando los rebeldes tuaregs y los islamistas tomaron el control de casi dos tercios de esta nación del occidente africano.
Pero la intervención militar de Francia liberó el norte en enero de 2013 y condujo a elecciones en el país en julio de ese año. El conflicto destruyó la economía de Malí y generó presión sobre los hogares. Pero la situación ahora muestra lentas señales de mejoría en el sur.
Binetou Diarra acomoda tomates en su puesto de madera del Quartier du Fleuve, un mercado de Bamako. «Los precios aumentaron mucho hace un año. Pero ahora prácticamente han vuelto a la normalidad», dice esta mujer de 37 años, que viste una camiseta de la campaña presidencial del año pasado.
El aceite para cocinar, que había aumentado al equivalente de 2,47 dólares en septiembre de 2012, ahora ha bajado a 1,75. Pero en Bamako no es solo en los bolsillos de los consumidores donde se pueden hallar señales visibles de recuperación económica.
Los hoteles, cerrados entre 2012 y 2013, ahora han reabierto. Sin embargo, ya no están llenos con los 250.000 turistas que, según la Oficina de Turismo de Malí, llegaron al país en 2009.
El Hotel de l'Amitié, uno de los edificios más altos de Bamako, se ha convertido en la sede de la misión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en la capital.
Otros hoteles están repletos de personal de organizaciones no gubernamentales y de otras misiones que ayudan a Malí a volver a encaminarse. Los restaurantes y otros comercios también están ocupados con el regreso de expatriados.
Fatoumata Coulibaly y sus amigos tienen comercios cerca de varios barrios de expatriados. Y el regreso de los mismos ha tenido un efecto directo sobre sus billeteras. «Está entrando más dinero. No es fácil sobrevivir, pero somos positivos. Sabemos que lo peor quedó atrás», dice Coulibaly.
Rumbo al crecimiento
En enero, Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), dijo que el producto interior bruto de Malí aumentará un 6,6 por ciento este año, corrigiendo así un pronóstico anterior del 5,7 por ciento.
Lagarde dijo a la prensa en Malí que el país debía avanzar hacia la recuperación. «Ahora tenemos que fortalecer los fundamentos económicos para aumentar el crecimiento, crear empleo y reducir la pobreza», agregó.
Sin embargo, habrá desafíos.
Cuando se impusieron sanciones a Malí tras el golpe de Estado de 2012, el país perdió un 30 por ciento de su presupuesto de 3.500 millones de dólares, que dependía de la ayuda extranjera.
Las oficinas del gobierno, centralizadas en la Ciudad Administrativa, un complejo ubicado sobre la costa del río Níger, se convirtieron en un distrito fantasma durante un año, a causa de la escasez de dinero.
«Hemos quedado totalmente paralizados durante la crisis. Yo cobré mi salario, pero con retraso. Y no había presupuesto para realizar operaciones. Pero ahora las cosas vuelven a la normalidad. Nos pagan y tenemos las herramientas para trabajar», nos dice Fofana Daouda, funcionario del Ministerio de Familia,.
La crisis económica continúa en el Norte
Sin embargo, aunque la capital experimenta una lenta recuperación, el norte todavía carece de oportunidades económicas, y muchos todavía viven en la pobreza extrema, dice Dedeou Traore, miembro del parlamento por la norteña región de Niafunké.
«La economía es mala», señala. Los habitantes del norte, cuyo sustento dependía en gran medida de la agricultura de subsistencia, lo han perdido todo. «En Niafunké, el prefecto está de regreso, pero la justicia y otras instituciones estatales (no han vuelto). La gente siente que la abandonaron», dice Traore.
En mayo de 2013, donantes internacionales ofrecieron casi 3.500 millones de dólares para reconstruir Malí. Pero esta semana se han vuelto a reunir en Bruselas porque solo aportaron la mitad de los fondos prometidos.
Mientras, en un informe divulgado este miércoles 5, Oxfam Internacional reclamaba una mejor gobernanza y una mejor distribución de los recursos estatales.
El informe denuncia que «el impacto combinado de la débil descentralización, la corrupción y la falta de transparencia en la asignación presupuestaria y la distribución de la ayuda ha suscitado una creencia generalizada de que los ciudadanos del país no están recibiendo del gobierno lo que les corresponde».
«La situación en el norte de Malí es frágil. Los donantes no deben olvidar que más de 800.000 personas necesitan ayuda alimentaria inmediata debido al impacto del conflicto, a las malas cosechas y a las lluvias escasas. Malí necesita una respuesta exhaustiva a los muchos desafíos que enfrenta», dijo Mohammad L. Coulibaly, director de Oxfam en este país.
Aicha Belco Maiga del partido del presidente Ibrahim Boubacar Keita, que cuenta con la mayoría de los escaños parlamentarios. Representa a la región de Tessalit, uno de los lugares más aislados y áridos de Malí, cerca de la frontera con Argelia.
«En Tessalit se han detenido todas las actividades económicas. La localidad está vacía. La gente que se quedó tuvo que vender sus pertenencias para comprar alimentos. No hay nada que comer. No hay una administración que funcione. Es tan mala que se cambian más dinares argelinos que francos CFA», nos dice
«Esta población necesita nuestra ayuda. La economía no está en crisis. Está muerta», asegura.