Yabi sostiene que es esencial que los vecinos de Malí, que no pertenecen a la organización pero tienen cierto grado de influencia sobre los grupos armados operativos, ofrezcan apoyo diplomático. Yabi, director del proyecto África Occidental del Grupo Internacional de Crisis (ICG, por sus siglas en inglés), con sede en Bruselas, cree que no es posible a corto plazo reintegrar el norte de Malí al resto del país.
El ICG señala en uno de sus últimos informes que una intervención armada de la Cedeao conllevaría riesgos, como la profundización de la crisis en otros países. ¿Cuál es la naturaleza de esa amenaza?
Gilles Yabi- Nuestro estudio alerta de que una operación militar externa tendría que hacerse junto con el ejército de Malí, que no tiene un control total de su territorio. Una intervención podría hacer que el conflicto se desbordara a los vecinos, todos con vínculos con grupos armados o comunidades originarias del norte de Malí. El riesgo de desencadenar un conflicto entre comunidades étnicas es alto, y eso tendrá repercusiones en los países vecinos.
También existe el peligro de ceder grandes porciones de terreno a organizaciones islamistas vinculadas al terrorismo. Eso incluye el aumento de prácticas brutales como la lapidación, así como nuevos reclutamientos a las filas yihadistas. Pero eso no justifica que haya que apresurarse en lanzar una intervención armada de los países de la Cedeao, también débiles en términos políticos y militares.
¿Las iniciativas de la Cedeao podrían ayudar al gobierno malíense a recuperar el control del norte del país? ¿Conseguiría apoyo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para una acción militar?
GI.- El norte está casi totalmente controlado por organizaciones islamistas, en especial Ansar Dine y el Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental, ambos vinculados a Al Qaeda en el Magreb (AQMI). El Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA) ya no es una fuerza militar significativa en el terreno. Debemos aceptar que la reincorporación del norte de Malí al resto del país no ocurrirá a corto plazo.
A pesar de su disposición, la Cedeao no tiene recursos para ayudar a que el gobierno de Malí, que se está conformando, recupere ese territorio. El contexto político de Bamako y el desorden de las fuerzas armadas limitan mucho las opciones. Una intervención militar en esas condiciones sería peligroso.
Una vez formado el nuevo gobierno, cuando se pongan en marcha las instituciones de transición anunciadas por el presidente interino Dioncounda Traoré y se logre una verdadera coordinación de las acciones políticas, diplomáticas y militares entre el gobierno de Malí, la Cedeao y Argelia y Mauritania, entonces, será el momento de pensar en una autorización del Consejo de Seguridad de la ONU para desplegar las fuerzas militares. Malí podrá tener una posición clara sobre este asunto cuando termine la puja por la transición en Bamako.
¿Cree que elementos de Ansar Dine y de AQMI pueden infiltrarse de forma masiva en los países vecinos de Malí?
GY.- Depende de qué quiera decir con «masiva». La posibilidad de que Ansar Dine, Mujwa o AQMI entren en los países vecinos de Malí, o que ya lo hayan hecho, no sería una sorpresa. En lo que respecta a Argelia y Mauritania no podemos hablar de infiltración. AQMI es un producto de la historia de Argelia, y sus principales líderes siguen siendo argelinos. Mauritania ya sufrió varios atentados terroristas en los últimos años a manos de islamistas vinculados, o no, con AQMI. Solo podemos hablar de riesgo de infiltración para los vecinos del sur. En este caso tampoco podemos excluir la posibilidad, es fácilcruzar la frontera en estas zonas. El temor a una invasión de yihadistas no me parece razonable en este caso. Pero unos pocos operativos motivados y organizados bastarían para desestabilizar a un país con ataques terroristas. Así que no podemos subestimar la amenaza.
¿Qué opina sobre las iniciativas diplomáticas y políticas de la Cedeao para resolver las crisis?
GY.- No se puede acusar a la Cedeao de insensible o de falta de iniciativa. La organización ha tenido varias cumbres de jefes de Estado y ha adoptado duras resoluciones sobre el papel. En el caso de Malí, incluso pidió duras sanciones económicas y diplomáticas como forma de presionar para la recuperación del orden constitucional tras el golpe de Estado de marzo. Pero el acuerdo marco que suscribieron los mediadores de Burkina Faso con la junta golpista en nombre de la Cedeao también dio señales confusas y hasta contradictorias, a los actores militares y políticos.
La Cedeao ha vuelto a mostrar sus limitaciones para pasar de la afirmación de sus principios a la toma de decisiones. La organización es, en parte, responsable de la fragilidad del acuerdo marco y de las condiciones de la puesta en marcha del gobierno de transición, que ahoratrata de reconstruir.
¿La contribución de países no pertenecientes a la Cedeao, como Argelia o Mauritania, serviría a resolver la crisis? ¿Es adecuado el enfoque de Argel de «esperar y ver» cuando, de hecho, los grupos islamistas se originaron en su territorio?
GY.- En todos los (llamados) «pays du champ» (Níger, Argelia, Mauritania y Malí) repercute la crisis de Malí. No pueden ser indiferentes. Si la Cedeao sigue el camino militar sin un respaldo diplomático significativo de los vecinos de Malí, con posibilidades de incidir en los grupos armados, estaría corriendo un riesgo muy grande.
Los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas, en especial dirigidos a Argelia, muestran que ninguno de los actores involucrados en la crisis de Malí ignora la importancia de los vecinos de la Cedeao. Entre ellos Francia, cuyo canciller, Laurent Fabius, ha visitado varias capitales. Argelia sabe qué se espera de ella en esta crisis dado su estatus de potencia militar regional, de intermediaria en otras crisis y de lugar de origen de AQMI.
Su actitud ya no es la de esperar y ver. La Cedeao y las autoridades interinas de Malí deben pedir a los argelinos que contribuyan más a las negociaciones con los grupos armados, en especial con Ansar Dine, cuyo líder Iyad Ag Ghali es muy conocido en Argelia.