Este país produce cerca de 100 millones de toneladas de basura al año, y más de un tercio lo oculta la Camorra.
El crimen organizado comenzó por cobrar a las industrias del norte por colocar sus desechos tóxicos en vertederos de Campania, especialmente en el de Resit en Giugliano. La eliminación de residuos, un sector poco regulado, era un sector fácil para generar y lavar dinero.
«Hace 20 años que alzamos nuestra voz, pero sin ninguna respuesta del gobierno. No quieren escuchar», dice Antonio Pergolizzi, de la organización ambientalista Legambiente http://www.legambiente.it/ , que investiga el tema desde 1994.
Legambiente acuñó incluso el término «ecomafia»
La legislación italiana sobre disposición de residuos sólidos se adoptó en 2001, pero sin normas adecuadas para comprobar su correcta eliminación, y fue reformada en 2006 para incluir 152 nuevos tipos de delitos ambientales, como la eliminación ilegal y el tráfico organizado de residuos.
Pero en 2010, se supo que las medidas adoptadas por Italia para limpiar Nápoles infringían la legislación de la Unión Europea (UE) y esta envió un equipo de inspección a Campania. En 2012, la UE amenazó con una acción judicial contra Italia.
«La ecomafia está vertiendo sustancias tóxicas en las canteras, en las tierras, en las aguas, sin ningún cuidado de los acuíferos o el ambiente y con graves consecuencias para la comunidad», afirmó Pergolizzi en un encuentro internacional de periodistas en Castell dell'Ovo, en el paseo marítimo de Nápoles, organizado por la entidad no gubernamental Greenaccord.
Este esquema fue retratado en 2006 en el libro «Gomorra», donde el periodista Roberto Saviano detalla el funcionamiento de la Camorra napolitana y el negocio ilegal de la basura.
La crisis de la basura está casi institucionalizada, ya que a las empresas les resulta más barato pagar al crimen organizado para que se deshaga de sus residuos e incluso los envíe de forma ilegal a otros países, según el abogado antimafia Franco Roberti.
Roberti asegura que las mafias ahora también están haciendo alianzas con otros sectores no relacionados con los residuos.
«Buscan empresas para financiar, otorgar fondos, lavan dinero. La economía limpia de Italia está cada vez más sucia», dice. Se sabe que parques eólicos y otros desarrollos de energías limpias se han construido con dinero de las mafias.
Pergolizzi sostiene que el crimen organizado está copando la construcción de carreteras y otros contratos y utiliza los sitios de construcción para mezclar grava y desechos tóxicos «en todo el norte y el sur de Italia».
La construcción inmobiliaria en estas áreas de vertido se ha convertido en un negocio rentable para las mafias. Legambiente calcula que el vertido ilegal de residuos tóxicos en tierras agrícolas e inmobiliarias italianas mueve más de 26.000 millones de dólares al año.
El negocio abarca incluso a los materiales reciclables, como plásticos, con graves consecuencias ambientales, advierte Legambiente. «Ahora tenemos un grupo de fábricas de reciclaje, pero no tienen materia prima. Todos los materiales reciclables se desvían», explica Pergolizzi.
En la fábrica SRI, en Caserta, un empleado informa que ahora las autoridades controlan estrechamente el transporte de residuos reciclables a la fábrica, que separa plásticos, cartón y latas y los envía a las empresas de reciclaje.
El nuevo alcalde de Nápoles, Tommaso Sodano, un exjuez novato en política, dice tener un interés personal en el reciclaje y la crisis de la basura.
«Mi trabajo como juez fue la razón principal para que ingresara a la política», dijo Sodano a los periodistas. «En los dos empleos hubo y hay obstáculos que son parte de mi trabajo».
El vertido indiscriminado de productos tóxicos que practica la Camorra en Campania está relacionado con el aumento de casos de ciertos tipos de cáncer y de malformaciones congénitas.
En dos décadas, la cantidad de tumores en hombres de la región ha crecido un 47 por ciento y en mujeres un 40 por ciento, según un informe de la BBC.
A principios de este mes, decenas de miles de personas protestaron en las calles de Nápoles, algunas con pancartas que mostraban fotos de niños que murieron de cáncer, para reclamar la limpieza inmediata de la región.
Por la influencia que ejerce la religión en la sociedad italiana, el presidente de Greenaccord, Alfonso Cauteruccio, cree que la autoridad moral de la Iglesia Católica se debería poner en juego para hacer frente a este problema.
El arzobispo de Nápoles, Crescenzio Sepe, ha sugerido que negar el sacramento de la comunión a los católicos que contaminen podría ser un elemento de disuasión. El papa Francisco también se interesó en el asunto y envió un mensaje a la reunión en Nápoles, manifestando que periodistas y científicos deben trabajar juntos.
El primer paso es tomar medidas prácticas, dice el abogado de Roberti. «No hay coordinación entre los organismos que obtienen evidencias. Faltan fondos para luchar contra la corrupción. Necesitamos reorganizar nuestro sistema judicial», opina.
«El nexo es muy profundo», según Antonio Giordano, director del Instituto Sbarro para la Investigación del Cáncer y la Medicina Molecular, con sede en Filadelfia, Estados Unidos, quien señala a los ministerios de Salud y Ambiente. Denuncia que «la culpa es de quienes están en el poder, que sabían y no hicieron nada en los últimos 30 o 40 años».