El informe de la ONU 'Estado de la población mundial 2014' subraya que una cuarta parte del mundo está en esta franja etaria, pese a excepciones como la española, donde apenas representan el 14 por ciento, en concreto, 6,6 millones de personas. Y es que, España es el país con menor proporción de jóvenes del mundo, junto con Japón y Eslovenia.
Considerados «los arquitectos de una transformación histórica del bienestar humano», en palabras de la responsable de salud sexual y reproductiva del Fondo de Población de Naciones Unidas (FPNU), Laura Laski, el poder de estos casi 1.800 millones no es tal si se lee la letra pequeña: 500 millones malviven con menos de dos dólares al día y 175 millones no son capaces de leer «una frase entera», lamentó el director ejecutivo del FPNU, Babatunde Osotimehin, durante la presentación del estudio esta semana.
Las cuentas para el desastre las completan los 57 millones de niñas y niños en edad escolar pero que no reciben educación primaria, los 69 millones de adolescentes que no accedieron a la secundaria, y los 73,4 millones de jóvenes desempleados (el 36 por ciento de los parados de todo el mundo). «Hasta un 60 por ciento de los jóvenes de las regiones en desarrollo ni estudia ni trabaja o sólo está empleado de forma irregular», subraya la ONU en su publicación, que se difunde con periodicidad anual desde 1978.
Las mujeres
El informe lamenta especialmente la situación de las 600 millones de adolescentes que alberga el mundo. Su riesgo de contraer el sida duplica al de los hombres, con frecuencia por la violencia sexual machista. Asimismo, una de cada tres se casa antes de los 18 y un 12 por ciento lo hace sin haber cumplido los 15; con un ritmo de matrimonios que se eleva a las 39.000 bodas diarias protagonizadas por niñas.
El director ejecutivo del FPNU admitió en este sentido la existencia de una «cultura patriarcal» y abogó por un diálogo de Naciones Unidas con los diferentes Gobiernos, para «demostrarles que emancipar a las mujeres no supone una amenaza sino que revierte en el crecimiento».
La publicación de la investigación contó con la presencia de la responsable de la Unidad de Género del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, Pilar Moreno; además de con del presidente de la Federación de Planificación Familiar Estatal (FPFE), Luis Enrique Sánchez. Este último destacó una de las prioridades del caso español, que aglutina más de una excepción negativa: afrontar el 54 por ciento de desempleo juvenil.
A través de sus 136 páginas, el 'Estado de la población mundial 2014' dibuja un retrato robot tan completo como desolador de las personas entre los 10 y los 24 años. Y entre líneas, se atreve incluso a señalar responsables: «La voluntad política es uno de los ingredientes más importantes para dar forma a un futuro mejor para los jóvenes».
El futuro
El FPNU advierte que los países que no se preocupen por su juventud corren el riesgo de experimentar un progresivo incremento de la tasa de fecundidad, lo que les obligaría a mantener a un elevado porcentaje de jóvenes y personas dependientes. «Los jóvenes son innovadores, creadores, constructores y líderes del futuro. Pero pueden transformarlo sólo si cuentan con las aptitudes, la salud, la capacidad de adoptar decisiones y verdaderas opciones en la vida», enfatizó el ex político nigeriano Osotimehin.
La ONU confía en el llamado 'dividendo demográfico', el potencial de crecimiento económico que puede producirse a consecuencia de los cambios que se registran en la pirámide de una población, sobre todo cuando la proporción entre el sector activo (de 15 a 64 años) es mayor que el resto de las franjas de edad. La transición, asegura el Fondo de Población, comienza cuando las tasas de fecundidad y mortalidad empiezan a reducirse, lo que aumenta la fuerza de trabajo. «El dividendo se produce cuando se liberan recursos para el desarrollo económico y para el incremento del gasto per cápita en servicios de salud y educación de mayor calidad», se lee en el informe, que a partir de entonces habla de un «círculo virtuoso en el que capacidades y oportunidades aumentan de forma continua».
La educación y la salud se antojan ante este panorama esenciales para el futuro a corto y medio plazo. Y a tenor de las conclusiones, estas metas no pueden lograrse sin proteger los derechos, incluidos los reproductivos. La últimas palabras de Osotimehin fueron pronunciadas a modo de deseo: «Los jóvenes deben ser protagonistas de la visión de un desarrollo sostenible después de 2015, con miras a crear el futuro que queremos».