«¡Muerte a Godoy!», favorito y primer ministro del rey Carlos IV. Un grito que estremece las cancillerías europeas en la primavera de marzo de 1808. Europa mira con interés, esperanza y algo de romanticismo, lo que sucede en Aranjuez, la villa de descanso de la familia real española. El pueblo se ha amotinado. En mayo le seguirán Madrid y luego otras ciudades. Es el estallido final contra el orden establecido en España y el comienzo de la caída del imperio napoleónico. La noche del 17 de marzo de 1808, aprovechando la visita por sorpresa del rey, los ribereños asaltan la casa de Godoy. Dos días más tarde, el rey Carlos IV abdica en su hijo Fernando VII.
Dos siglos después, los arancetanos siguen rememorando ese momento histórico con una representación popular del Motín de Aranjuez, que aspira a convertirse en una fiesta de interés turístico internacional. Desde 1989, cada mes de septiembre los vecinos de Aranjuez recorren las calles con sus antorchas y el redoblar de los tambores. Al grito de «¡Muera Godoy!», un grupo sube con escaleras y cuerdas hasta las ventanas y rejas del palacio del que se llamó «príncipe de la paz», hoy convertido en un colegio.
«Para nosotros es muy importante representar esa parte de la historia, no solo de nuestra ciudad, sino también de España y Europa», nos dice una de las mujeres que participa en el Motín desde hace más de 24 años. «Es muy emocionante», añade su compañera, ataviada con el traje de la época, mientras ensayan la escena en la que se pelean porque una defiende al monarca y otra es partidaria de que abandone el poder. Un castillo de fuegos artificiales pone fin al primer día de representación recordando el incendio de la vivienda de Manuel Godoy.
La Fiesta del Motín de Aranjuez se celebra ininterrumpidamente desde 1981, «se escogió septiembre, para que coincidiera con una fiesta ganadera tradicional, y porque en marzo hace mucho frío y mal tiempo», nos explica uno de los organizadores. Desde 1990 es una fiesta de Interés Turístico Nacional, y esperan ser de Interés Internacional. Un privilegio que solo tienen unas 50 fiestas en España, entre las que destacan las Fallas, los Sanfermines, varias celebraciones de Semana Santa, el certamen de habaneras de Torrevieja, el Festival del Cante de las Minas en la ciudad murciana de La Unión, o la Feria de Abril de Sevilla.
Como en todas ellas la participación popular es importante. Más de 140 personas actúan cada año en esta representación que dura dos días. Riánsaes, tiene 81 años y participa desde hace casi 20. Julio, su marido, era el cardenal y confesor del rey hasta que murió hace unos años. Como ellos muchas familias están presentes en alguno de los cuadros artísticos que se representan. «Yo cuando estoy sobre el escenario lo único que me preocupa es no olvidar mi texto, y que todo salga bien», nos dice Riánsaes. «Aunque los ensayos puedan ser un poco pesados, es muy emocionante cenar un bocadillo en el mismo palacio real. Eso es un privilegio que pocos se pueden permitir», añade una de sus compañeras de reparto. Desde mediados de agosto los ensayos son diarios, no puede fallar nada.
«El motín de Aranjuez de 1808 cambia la percepción que Europa tiene de España, que desde entonces, se ve como la única nación que se ha atrevido a enfrentarse al gran Napoleón y a sus tropas, imbatibles hasta ese momento. Los viajeros que llegaban a España divulgaban una visión romántica y épica del motín», explica Magdalena Merlos, encargada de Patrimonio Mundial del Ayuntamiento de Aranjuez y archivera municipal. En Inglaterra se habla de revolución de Aranjuez, y se magnifican los hechos. El nombre de la ciudad se incluye en los libros de viajes, en dibujos o incluso en abanicos. La hazaña se canta por los pueblos en coplillas, y en la época de Isabel II los visitantes que llegaban a la ciudad, todavía podían ver el palacio de Godoy quemado y se imaginaban la valentía de los vecinos y la caída de la tiranía. Se escriben novelas de tipo romántico donde aparece Aranjuez como escenario, que llega a su momento más destacado en los «Episodios Nacionales», de Benito Pérez Galdós.
Esa obra es la que sirve de base a las representaciones que desde 1981 representan los vecinos rememorando un momento de protagonismo popular en la historia de su país. Su actual director Francisco Carrillo, ha añadido algunos cambios al libreto original, para darle una perspectiva diferente y creativa.
Porque la fiesta del Motín de Aranjuez, está tan viva como el deseo de los vecinos de que se recuerden unos hechos históricos. «En 1984 instauramos la figura del Amotinado mayor, que recae en personalidades destacadas del país. El primero fue el Nobel de Literatura, Camilo José Cela, y también lo ha sido el expresidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch», recuerda el concejal de turismo, Juan Antonio Castellanos.
«Yo el primer día de la representación participo en el asalto al castillo, nos dice Manuel, y el segundo estoy en el palacio real vestido de gala». Un espectáculo multimedia abre paso al segundo día de fiesta. Frente al palacio real, en la plaza de Parejas, (7.000 m2), se oye la marcha «Las Parejas» de Boccherini. Así se traslada a los visitantes a la Corte del rey Carlos IV.
Dentro de ese ambiente de fiesta, en la bicentenaria plaza de toros, se celebra una corrida goyesca, en la que también participa los ribereños. Es el segundo coso más antiguo de España y tiene el honor de haber acogido a las grandes figuras del toreo y de que en el albero no haya muerto ningún matador.
Aranjuez es una ciudad no solo llena de historia, fue residencia de primavera de los reyes españoles desde 1489 y Real Sitio desde 1560. Es además Paisaje cultural de la Humanidad de la Unesco desde 2001, porque mantiene una estrecha relación entre la naturaleza y la acción del hombre, integrando componentes naturales y culturales, tangibles e intangibles. Por sus calles paseó Francisco de Goya, pintó Santiago Rusiñol, y en sus jardines se inspiró Joaquín Rodrigo, para componer el «Concierto de Aranjuez», inmortalizando el nombre de la ciudad. Incluso el escritor alemán Friedrich Schiller, ambientó en el palacio su «Don Carlos, infante de España», que posteriormente serviría de liberto en la ópera «Don Carlo», de Verdi.
Aranjuez evoca música, pintura y literatura, y también gastronomía. El Tajo baña su territorio produciendo una gran variedad y riqueza hortofrutícola. En 1851, para poder transportar la producción hasta Madrid, se construyó el «Tren de la Fresa», la segunda vía férrea que se construyó en España, actualmente convertido en un tren turístico que funciona de mayo a junio.
Las delicias culinarias que disfrutaron reyes y nobles, se pueden degustar ahora en alguna de las mesas de los establecimientos de restauración de la ciudad, algunos de los cuales no tienen nada que envidiar a los banquetes reales. Entre sus joyas encontramos Casa José con 58 años de vida, y 24 desde que obtuvo la estrella Michelín. Luis Armando del Cerro, su propietario la define como «kilómetro 0 de verdura real». En su carta siempre están las delicias de temporada, y «todas cultivadas en nuestra huerta y la carne criada por nuestros ganaderos». Lo mismo ocurre en la Casa del Apio, a pocos metros de la plaza de toros, o en Casa Pablo, que sirve ininterrumpidamente desde 1941 y que ha obtenido varios premios gastronómicos. Sin olvidar el «Rana Verde», uno de los restaurantes más conocidos y antiguos de la ciudad, junto al Tajo . Un río que le ha dado esplendor y vida a esta ciudad ubicada a tan solo unos 40 kilómetros de Madrid, que quiere seguir rememorando una historia particular, que quiere seguir transpasando sus fronteras igual que hizo hace más de dos siglos cuando se conviritó en referencia de un país y del continente.
Representaciones del "Motín de Aranjuez" el primer fin de semana de septiembre. En 2014 del 5 al 7 de septiembre