El 9 de enero de 1863 se inauguraba la primera línea de transporte subterráneo del mundo en Londres. Se llamó Metropolitan y eso dio origen a un nombre que después sería universal y conectaba Paddington con Farringdon.
Hoy el Tube tiene 408 kilómetros de vías, 275 estaciones y da servicio a unos tres millones de pasajeros cada día, cuyas opiniones se reparten al cincuenta por ciento para alabar o criticar su funcionamiento. Casi todos tienen claro que es la mejor forma de desplazarse por una metrópoli de 9 millones de habitantes. Sin embargo, su puntualidad, sus aglomeraciones en hora punta y, sobre todo, su precio, dejan mucho que desear. Un billete sencillo en la zona central de Londres cuesta 4,5 libras, unos 5,5 euros.
Para los londinenses más mayores, el Metro, además de ser un medio de transporte, tiene un recuerdo imborrable porque fue el refugio de cientos de miles de personas durante las dos guerras mundiales.
Para celebrar la efémeride, la empresa pública Transport for London ha organizado múltiples actos culturales en las estaciones del suburbano, exposiciones con el London Transport Museum y ha publicado hitos históricos y curiosidades del Metro en las redes sociales.
El domingo que viene, funcionará la Met Locomotive No.1, la única locomotora de vapor que sirvió en la Metropolitan Railway y que ha sobrevivido hasta hoy.