Juncker ha sido muy claro en su mensaje al gobierno y la sociedad griegos: «Debo decirles la verdad, Grecia está sufriendo una crisis de credibilidad». La causa son los continuos retrasos en la puesta en marcha de las medidas acordadas en el plan de ajuste que comportaba el rescate europeo. Promesas no cumplidas sobre la reforma laboral, los programas de privatizaciones o medidas para mejorar la competitividad del país.
Según los compromisos del gobierno griego con la UE y el FMI, quedan pendiente recortes por valor de 11.500 millones de euros, que son condición necesaria para que la troika formada por la CE, el BCE y el FMI liberen un tramo de 31.000 millones de euros que Grecia necesita para hacer frente a pagos inmediatos.
Sobre la prórroga pedida por Atenas para implementar los ajustes, Juncker no ha querido pronunciarse y ha señalado que será el próximo informe de la troika sobre los progresos griegos lo que decida si se da más tiempo para cumplir los objetivos de déficit.
Samaras ha insistido en que Grecia «aplicará al pie de la letra los acuerdos» y se ha comprometido a acelerar las reformas, privatizaciones y la lucha contra la evasión fiscal. Además ha mandado un mensaje a todos los que dicen que Grecia va a salir de la moneda única: «Vamos a demostrar que están equivocados mediante nuestras acciones, no solo nuestras palabras».
Juncker también se refirió a los que apuestan por la vuelta al dracma y ha señalado que «si esos que piden la salida de Grecia de la eurozona hablasen menos, las privatizaciones habrían avanzado más rápido».