El portavoz de Ashton, Michael Mann, hizo el anuncio a las 03:00 (hora 02:00 GMT) hora de Ginebra, después de cuatro intensos días de conversaciones.
El acuerdo se consiguió tras años de negociaciones fallidas, pero menos de cuatro meses después de que asumiera la Presidencia iraní Hasán Ruhaní, quien ha encabezado varios hitos en política exterior.
«Hemos terminado muchos días de intenso trabajo», dijo el negociador jefe de Irán, Mohammad Javad Zarif, en la primera rueda de prensa tras la firma del acuerdo de cuatro páginas con sus contrapartes, el llamado P5+1 (Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia más Alemania), en el Palacio de las Naciones de Ginebra.
«Ahora estamos avanzando hacia la resolución, con base en el respeto mutuo y en pie de igualdad», agregó el veterano diplomático y ministro de Relaciones Exteriores, que goza de un firme apoyo en su país, en especial del líder supremo Ali Jamenei, desde que se retomaron las conversaciones en octubre.
El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, elogió el papel jugado por Zarif y la decisión de Teherán de «sentarse a negociar», que atribuyó a las mismas sanciones que Irán ha rechazado con vehemencia como motivadoras de su actitud de diálogo.
Kerry dijo a la prensa que este acuerdo inicial está destinado a lograr una solución amplia y final que incluya limitaciones significativas al programa de desarrollo nuclear de Irán y dé respuestas a las preocupaciones internacionales.
«Todas las partes ganarán (con este acuerdo), excepto aquellas que crean que es factible disuadir a Irán de todo enriquecimiento de uranio simplemente poniendo más y más sanciones», nos dijo el experto en no proliferación George Perkovich, ahora dedicado al estudio de Irán en el Carnegie Endowment for International Peace.
El acuerdo establece un período de seis meses durante el cual Irán deberá cesar todo enriquecimiento de uranio por encima del cinco por ciento y convertir sus existencias actuales de uranio enriquecido al 20 por ciento en combustible para su reactor de investigación situado en Teherán, o diluirlo al cinco por ciento.
También en ese plazo, Teherán deberá «detener el avance de sus actividades» en las centrales de enriquecimiento de combustible nuclear de Natanz y Fordow y en su reactor de Arak, y habilitar un nuevo y más amplio seguimiento para la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
A cambio, Irán tendrá un alivio en las sanciones económicas equivalente a unos 7.000 millones de dólares. Estados Unidos flexibilizará medidas contra la industria automovilística, y contra los repuestos y las reparaciones para la aviación. Ni este país, ni la UE ni la Organización de las Naciones Unidas le impondrán nuevos castigos, y se abrirá un canal para facilitar el comercio con fines humanitarios.
Pero todos los logros son «provisionales», advierte Perkovich. «Las medidas definitivas estarán en el acuerdo final», añade.
Como muchos otros iraníes, la investigadora Maryam Askari, de 38 años residente en Teherán, durmió poco y nada en la noche del sábado al domingo para conocer los resultados de las conversaciones. «Mucha gente hizo lo mismo, hasta las amas de casa. Incluso una empleada en la casa de una amiga le preguntó qué pasaba con las negociaciones», nos comenta Askari.
Ella quiere un acuerdo que alivie la tensión con Occidente, reduzca la presión sobre la debilitada economía iraní y reconozca lo que considera el derecho de su país a enriquecer uranio con fines pacíficos, como signatario del Tratado sobre la No Proliferación de Armas Nucleares (TNP).
«Espero un acuerdo justo», resume.
Pero lo que Irán considera su «derecho inalienable» a enriquecer uranio, algo en lo que viene insistiendo desde hace años, lo plantearon de manera diferente los delegados iraníes y estadounidenses en Ginebra.
Zarif no solo insistió en que su país continuará enriqueciendo uranio, sino que mencionó «dos lugares diferentes» en el acuerdo que hacen «referencia muy clara al hecho de que el programa iraní de enriquecimiento continuará y será parte de cualquier acuerdo, ahora y en el futuro».
Kerry, en cambio, reiteró que Estados Unidos no le reconoce a cualquier país el derecho a enriquecer uranio. «Este primer paso... no indica que Irán tiene derecho a enriquecer, no importa cuál sea la interpretación que haya hecho el ministro. No está en este documento y no hay tal derecho a enriquecer en ningún rincón del TNP», replicó Kerry.
Según el texto firmado, «solo mediante acuerdo mutuo en el curso de las negociaciones podría decidirse si habrá enriquecimiento de uranio o no», agregó. «Podemos esperar una buena cantidad de rechazos de los críticos en Estados Unidos y en Israel, y tenemos que ver cómo reaccionan los duros en Irán», nos dijo el analista en política internacional Alireza Nader, de la consultora RAND Corporation.
Aunque Kerry subrayó que este acuerdo llevará más seguridad a Oriente Medio y hará a Israel un país más «seguro», el primer ministro de ese país, Benjamín Netanyahu, lo calificó de «error histórico».
Importantes integrantes del Congreso legislativo de Estados Unidos también lo criticaron. «A menos que se requiera el desmantelamiento de las máquinas centrífugadoras, realmente no hemos ganado nada», tuiteó el senador republicano Lindsay Graham.
Por su parte el también senador republicano Bob Corker, integrante del Comité de Relaciones Exteriores de la cámara alta advirtió «Verán un esfuerzo bipartidista para que el enriquecimiento no figure en el acuerdo final»,
En su discurso, Kerry sostuvo que desea trabajar con el Congreso en esto, pero también admitió que existe «la posibilidad de un veto presidencial», en aparente referencia al intento del Poder Legislativo de votar más sanciones en esta fase de las negociaciones.
Por lo menos el equipo negociador iraní vuelve a casa en un clima de reconocimiento, según entrevistas hechas por este medio a varios ciudadanos de ese país y a las expresiones vertidas en redes sociales ilegales en ese país, todas expresando alegría por lo acordado.
El líder supremo Jamenei manifestó su beneplácito en un tuit y en una carta dirigida al presidente Ruhaní. «El contenido del acuerdo será cuidadosamente examinado, pero en general el mero hecho de un acuerdo ha despertado un respiro de alivio en la mayoría de los iraníes», dijo a IPS la académica independiente Farideh Farhi, de la Universidad de Hawai, quien se encuentra en Irán desde hace varios meses.
«Esto es señal del deseo de distensión de todas las partes, lejos de la complicada dinámica que, muchos temían, que solo implicara más penurias económicas e incluso la guerra», concluyó.