«Vivíamos de pan y té y mis cinco hijos estaban gravemente desnutridos ya que mi marido y yo no podíamos comprarles la comida adecuada», cuenta Safa Subha, de 37 años, residente de Beit Lahiya. «Mis hijos tenían problemas hepáticos, anemia y debilidad en los huesos. Solo cuando empecé a recibir vales de comida periódicamente de la organización humanitaria Oxfam y pude comprar huevos y yogur... recuperaron la salud», nos relata.
«Pero sigue siendo una lucha ya que he de racionar la comida y el médico me advirtió que tengo que seguir dándole estos alimentos a mis hijos para prevenir la desnutrición», añade.
De acuerdo con la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha), en varias comunidades de Gaza la falta de diversidad dietética destaca como un tema de preocupación, especialmente en el caso de los niños y las mujeres embarazadas y lactantes, debido a la falta de asistencia alimentaria a gran escala y el alto precio de los alimentos frescos y las carnes rojas.
Antes de la guerra, Ashraf, el marido de Safa, trabajaba como agricultor en un terreno alquilado donde cultivaba los alimentos que luego vendía.
«Mi esposo ganaba unos 300 shéquels (75 dólares) por semana... Cuando fue demasiado peligroso cultivar la tierra, a causa del fuego militar israelí y porque gran parte quedó destruida por los bombardeos israelíes, mi marido trató de ganar algo de dinero alquilando un taxi», explica Safa.
Pero eso no alcanzó para garantizar la supervivencia de la familia.
«Solo puede usar el taxi un par de días a la semana, ya que no le pertenece, y a menudo no tiene dinero para comprar combustible, porque es muy caro e Israel solo permite una cantidad limitada de combustible en Gaza debido al bloqueo», precisa la mujer.
Kamal Kassam, de 43 años y oriundo de Beit Hanoun, en el norte de la Franja de Gaza, depende de un programa de Oxfam denominado Dinero por Trabajo, para mantener a su esposa y sus cinco hijos de seis a 12 años de edad.
Durante la guerra, la familia Kassam tuvo que huir a un refugio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuando un bombardeo israelí destruyó su casa, hirió a la esposa y traumatizó gravemente a una de sus hijas, que ahora sufre de epilepsia y no controla sus esfínteres por la noche. Eman, la esposa de Kassam, está enferma y otra de sus hijas requiere tratamiento médico contra el cáncer.
A la familia se le dio temporalmente una caravana para residir junto a las organizaciones de asistencia, pero no pudieron adquirir comida o uniformes escolares porque ya habían recibido una ayuda de vivienda y, por lo tanto, estaban en una situación «menos desesperada» que otros para recibir más.
«Yo trabajaba en una fábrica, pero perdí ese trabajo tras el bloqueo de Israel. Antes de la guerra ganaba 30 shéquels (7,50 dólares) al día por recoger y entregar productos con mi carreta», dice Kassam. Pero en una noche de intenso bombardeo aéreo, una bomba mató a su burro y destruyó la carreta, el único medio que tenía para mantener a su familia.
Los bombardeos de Israel durante la guerra también destruyeron o dañaron obras de infraestructura, incluida la única planta de energía de Gaza y varios proyectos de saneamiento de agua. Como consecuencia, las aguas residuales sin tratar se arrojan al mar y luego se mezclan con el sistema de agua subterránea de Gaza, contaminando el agua potable y los cultivos y provocando brotes de enfermedades.
Las restricciones israelíes a las importaciones, como los repuestos vitales para la reparación de la infraestructura del alcantarillado y equipos agrícolas como fertilizantes y semillas, ha limitado la producción de cultivos.
Por otra parte, los disparos reiterados de las fuerzas de seguridad de Israel contra pescadores y agricultores, que intentan acceder a sus tierras y bancos de pesca en las denominadas Zonas de Acceso Restringido de Gaza, obstruyen seriamente la capacidad de los gazatíes para ganarse la vida con la agricultura y la pesca.
Las preocupaciones más frecuentes en relación con la seguridad alimentaria y la nutrición son «la pérdida de fuentes de ingresos y medios de vida debido al grave daño de las tierras agrícolas, la muerte y pérdida de animales, la imposibilidad de acceder a las tierras agrícolas, en particular en la zona de seguridad de tres kilómetros impuesta por Israel, y la pérdida de empleo», según identifica la Ocha.
La inseguridad alimentaria no se debe exclusivamente a la escasez de alimentos en el mercado, sino también a una crisis de índole económica ya que la mayoría de los gazatíes no puede comprar suficientes alimentos de calidad.
El escaso acceso «a los alimentos debido a la alta tasa de desempleo y los bajos salarios, la mayoría de la población de Gaza fue empujada a la pobreza y la inseguridad alimentaria, sin otro remedio que depender en gran medida de la asistencia para cubrir sus necesidades esenciales», concluye el informe «Evaluación pormenorizada de las necesidades de Gaza y el marco de recuperación: Subsector protección social», elaborado por el gobierno palestino, la Unión Europea, el Banco Mundial y la ONU.
«La repetición de una crisis económica severa tras otra se refleja en la erosión de las estrategias de mantenimiento del hogar. En el 89 por ciento de los hogares se recurre a mecanismos de supervivencia negativos para satisfacer sus necesidades alimentarias (la mitad informan que compran alimentos de baja calidad y una tercera parte de ellos redujo el número de comidas diarias)», indica el informe, que prevé que la situación empeore este año.