«Queremos que Italia se sienta orgullosa, que los italianos no se sientan burlados», ha dicho el primer ministro al presentar las medidas de austeridad, con las que «Italia dará un gran paso adelante».
Ese gran paso se dará con una importante reforma del sistema de pensiones, que ha expuesto, con lágrimas en los ojos, la ministra de Trabajo, Elsa Fornero. Se aumentan los años de cotización hasta 42 para recibir la pensión y se retrasa progresivamente la edad de jubilación, 66 años para los hombres y 62 para las mujeres.
Habrá además nuevos impuestos de bienes inmuebles, de patrimonio y de lujo y la evasión fiscal pasa a ser una prioridad para el gobierno. También se refuerzan las ayudas a las pymes y se premia el capital que se invierta en las empresas. El paquete de austeridad irá acompañado de una reforma laboral que se presentará en unas semanas, pero ya se hacía necesario enviar gestos a los mercados y a Bruselas ante la semana crítica para la UE que comienza este lunes.
El gobierno tecnócrata de Roma cumple las directrices de la Comisión Europea para reducir el déficit, impulsar el crecimiento y contener la deuda pública que, en el caso italiano, llega al 120% del PIB.