El plan de rescate acordado por la UE y el FMI el año pasado de 110.000 millones de euros ha resultado insuficiente y Grecia no puede afrontar sus deudas para 2012. Se calcula que necesita otros 90.000 millones adicionales para evitar la suspensión de pagos.
Alemania apuesta abiertamente por que los bancos asuman pérdidas, sustituyendo los títulos de deuda actuales por otros que venzan dentro de siete años. La mayoría son bancos griegos, alemanes, franceses y estadounidenses. Su argumento es que de esta manera no serán los contribuyentes quienes asuman toda la carga del nuevo programa de asistencia.
El Banco Central Europeo y la Comisión Europea prefieren que la participación privada en el rescate sea solo voluntaria, es decir, pagar a los acreedores de Grecia e invitarles a que recompren los bonos por el mismo valor. Bruselas considera que si se opta por una reestructuración suave de la deuda griega se contagiará al resto de países periféricos de la eurozona.
Para muchos observadores, la fórmula propuesta por el BCE y la CE es una suspensión de pagos encubierta y así parecen entenderlo las agencias de calificación. Standard & Poor's ya rebajó el rating de la deuda griega a niveles de quiebra inmediata.
El secretario de Estado de Economía español, José Manuel Campa, ha dicho que España es partidaria de la participación privada en el segundo rescate griego solo si es «estrictamente voluntaria» y que habría que dejar clara la cuestión para evitar recelos de los mercados y las agencias de calificación.
Sin embargo, la ministra española de Economía, Elena Salgado, ha sido más cauta y no se ha pronunciado por una postura u otra: «Lo que vamos es a recibir el informe de la troika sobre cómo va el programa en Grecia, los compromisos que han asumido, cuáles son las perspectivas que ellos ven para el futuro antes de anticipar si la solución es la alemana u otras soluciones».
Salgado cree que hay tiempo para definir la fórmula antes de la próxima reunión del Eurogrupo el 20 de junio.