Después del pacto al que llegaron Merkel y Sarkozy para que el sector privado participara en el próximo rescate de forma voluntaria, ahora se discute qué incentivos dar a los bancos para que compren nuevos bonos griegos cuando expiren los actuales.
Pero, los ministros europeos además siguen contemplando con recelos las actuaciones del gobierno griego como contraprestación a la ayuda de la UE y el FMI. Presionado por la calle, la oposición y los sindicatos, el primer ministro, Yorgos Papandreu, trata de resolver la crisis política que le ha obligado a cambiar al ministro de Finanzas.
El nuevo titular griego, Evangelos Venizelos, ha dicho el domingo, a la entrada de la reunión del Eurogrupo, que hay un fuerte compromiso del gobiernogriego y una fuerte voluntad de los ciudadanos griegos de aplicar el programa. «Podemos lograr nuestros objetivos gracias a los esfuerzos de nuestros ciudadanos y gracias a la cooperación y la asistencia de nuestros socios».
A la misma hora, miles de ciudadanos indignados se concentraban en la plaza Sintagma de Atenas ante el Parlamento, donde esta semana se debaten las nuevas medidas de ajuste. Papandreu ha pedido respaldo a su programa porque, ha dicho, Grecia se encuentra en una encrucijada crítica, si entra en bancarrota.
En Luxemburgo se mide cada paso que da Grecia. «Lo importante no es lo que ocurra aquí en el Eurogrupo, sino en Atenas. Grecia debe cumplir las condiciones necesarias para que sea posible la entrega del nuevo tramo de los préstamos», ha subrayado el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble.
De modo que el Eurogrupo retrasa su decisión. Los 3.300 millones del quinto tramo del anterior rescate se retienen hasta que el Parlamento griegodé su visto bueno al plan de ajuste previsto por el gobierno. Es la condición del FMI para aportar su parte.
«La condición clave es que el parlamento griego debe respaldar la estrategia fiscal a medio plazo y el programa de privatizaciones antes del final de junio. Una vez que se haga esto, el desembolso se hará a tiempo para evitar la quiebra», ha dicho el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn.
El presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, ha advertido que «estamos jugando con fuego. Una hipotética quiebra de Grecia se contagiaría a otros cinco países entre los que estarían Portugal e Irlanda, aunque también Italia y Bélgica, e incluso antes a España».
La ministra española de Economía, Elena Salgado, ha descartado cualquier contagio a España: «Hubiera sido deseable llegar a un acuerdo, pero los mercados distinguen perfectamente. No hay nada específico sobre España».