Alemania y Francia han expuesto a sus colegas europeos el Plan de Competitividad que piden para la eurozona, que supondrá más ajustes y reformas a los 17 socios, a cambio de aumentar y flexibilizar el fondo de rescate para países con problemas financieros.
El Consejo Europeo celebrado este viernes en Bruselas iba a ser la cumbre de la energía, y la innovación, pero eso sólo se ha quedado en el comunicado final, porque los planes de Merkel y Sarkozy han acaparado la atención por encima de todo.
Los dos mandatarios han comparecido ante los periodistas antes de que terminara la cumbre para dar cuenta de sus propósitos: imponer a la zona euro un Plan de Competitividad que incluye la armonización del Impuesto de sociedades, la vinculación de los salarios a la productividad, el retraso en la edad de jubilación o prohibir los déficit excesivos en las constituciones o en las leyes.
«Queremos mostrar claramente que en el plano político, en tanto que UE pero también en tanto que países de la eurozona, queremos converger y ello supone una cooperación económica más estrecha», ha dicho la canciller alemana, para quien todos los países deberán seguir el modelo económico del Estado que lo haga mejor, aunque no ha citado a Alemania. E«l objetivo es que durante un año podamos demostrar con medidas muy concretas que somos extremadamente serios sobre este Pacto. No se trata de palabras sino de hechos, de mostrar que Europa tiene la ambición de ser un continente competitivo».
Su plan será la contrapartida a aceptar que el Fondo de Estabilización de la eurozona tenga una disponibilidad real de 440.000 millones de euros, su capital nominal en la actualidad. Alemania como principal contribuyente, exige a los socios disciplina fiscal y monetaria y quiere que en la cumbre europea de marzo se alcance un acuerdo definitivo.«Francia y Alemania están trabajando conjuntamente, mano a mano, con una voluntad absoluta de sostener al euro, de defender al euro, que consideramos un elemento fundamental de la construcción europea», ha dicho el presidente francés.
Resistencia a aceptar el modelo alemán
Pero no todos han dado un sí incondicional. Bélgica y Luxemburgo ya han rechazado vincular los salarios a la productividad, porque el ajuste con el IPC es obligatorio en esos países, Austria no quiere que se le impongan normas sobre la edad de jubilación e Irlanda considera intocable su impuesto de sociedades, que es el más bajo de la UE y le ha dado buenos resultados.
El presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, respalda el Pacto de Competitividad porque «el objetivo es lograr una mayor coordinación y convergencia de las economías», pero ha reconocido que las posiciones en el Consejo son bastante diferentes, «como es normal», porque las condiciones socioeconómicas de cada país también lo son.
La posición del gobierno español, ha dicho, es defender la negociación colectiva y considera que sobre la evolución salarial, «lo que menos influye es vincularla a los precios o no: lo importante es que se adapten a cada circunstancia, siempre en busca de una mejor productividad». Zapatero dice defender que exista una flexibilidad suficiente y que se preserve al máximo el poder adquisitivo de los trabajadores.