Y eso es precisamente lo que ha sucedido en las últimas semanas, cuando el secretario de Estado, John Kerry, y la embajadora estadounidense ante la Organización de las Naciones Unidas, Samantha Power, hablaron a favor de la intervención médica de Cuba en África occidental, y el presidente cubano, Raúl Castro, y su antecesor Fidel Castro expresaron su voluntad de cooperar con los esfuerzos estadounidenses para frenar la epidemia de ébola que se desató en diciembre de 2013 en la región.
El ébola ha causado más de 6.000 muertes en África occidental hasta la fecha y generado el temor del resto del mundo, por lo que tiene pocos elementos positivos. Pero uno de ellos puede ser la oportunidad de cambiar la naturaleza de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, para el bien general.
No desperdicien la oportunidad
«Uno nunca quiere que las crisis graves se desperdicien», llegó a decir el actual alcalde de Chicago, Rahm Emanuel. «Con eso me refiero a una oportunidad de hacer cosas que pensabas que no podías hacer antes», añadió.
El presidente estadounidense, Barack Obama, debería prestarle atención a su ex jefe de gabinete y no desperdiciar la oportunidad que presenta la crisis del ébola.
Los dirigentes políticos de la Casa Blanca, en Washington, y del Palacio de la Revolución, en La Habana, podrían transformar la lucha contra una amenaza en común en una cooperación conjunta que no solo promueva los intereses nacionales de ambos países, sino que también signifique un avance de los derechos humanos en el Sur en desarrollo, ya que el derecho a la salud es un derecho humano.
Las condiciones políticas están dadas. Los estadounidenses respaldan con firmeza las medidas enérgicas contra el ébola y elogiarían a un presidente que hiciera más hincapié en la cooperación médica y en salvar vidas que en la ideología y el resentimiento.
En el sexto de una serie de editoriales que sostienen la necesidad de un cambio en la política de Washington hacia Cuba, el diario The New York Times pidió a Obama que deje de aplicar una política que facilita la deserción a Estados unidos de los médicos cubanos que prestan asistencia médica en servicios en el exterior, por su naturaleza hostil y su impacto negativo en las poblaciones que reciben el apoyo y la atención de los profesionales cubanos en África, América Latina y Asia.
«Es incongruente que Estados Unidos valore la contribución de los médicos cubanos que son enviados por su gobierno a ayudar en las crisis internacionales, como el terremoto de Haití de 2010, mientras que trabaja para subvertir a ese gobierno al facilitar tanto la deserción», señala el editorial. Se debe enfatizar y no obstaculizar el fomento de los aportes médicos cubanos, agrega.
A medida que se conoce más sobre las gestiones sanitarias de Cuba en el plano internacional se hace menos razonable que Washington presuponga que toda la presencia cubana en el mundo en desarrollo sea perjudicial para los intereses estadounidenses.
La apertura constante a la cooperación bilateral con Cuba de parte de instituciones de salud gubernamentales, el sector privado y fundaciones con sede en Estados Unidos puede desencadenar dinámicas positivas para actualizar la política de Washington hacia La Habana. También enviará una señal más amigable a la reforma económica y la liberalización política en la isla.
Todo el mundo saldrá beneficiado
El potencial de cooperación entre Cuba y Estados Unidos va mucho más allá de la prevención y la derrota del ébola. Nuevas pandemias en el futuro próximo podrían poner en peligro la seguridad nacional, la economía y la salud pública de otros países, a la vez que causarían la muerte de miles de personas, frenarían los viajes y el comercio y fomentarían la histeria xenófoba. En este momento dramático, la Casa Blanca debe pensar con claridad y creatividad.
Como el país líder del hemisferio occidental, Estados Unidos debería proponer la creación de una estrategia de respuesta y cooperación integral frente a las crisis sanitarias a nivel continental en la próxima Cumbre de las Américas, que se celebrará en Panamá en abril de 2015. Como ya expresaron muchos países de América Latina, Cuba debe estar incluida en esa ocasión.
Cuba ha desarrollado una amplia pericia médica en el país y el extranjero, con más de 50.000 médicos y profesionales de la salud que prestan sus servicios en 66 países. Las medidas de prevención, la detección temprana, los controles estrictos de las infecciones y la coordinación de la respuesta en casos de desastres naturales son partes esenciales del enfoque cubano para cortar las pandemias de raíz.
La falta de alguno de esos elementos en los sistemas de salud ya colapsados explica los fracasos en la gestión que han acrecentado el impacto del ébola en África occidental.
Cuando Obama era senador y candidato presidencial, fue uno de los mayores críticos de la política que veía a Cuba mediante el prisma de la Guerra Fría. Ahora que es presidente, no alcanza a actualizar esa misma política de embargo que aplicaron sus antecesores. Debe adaptar el discurso oficial de Washington sobre la Cuba posterior a Fidel: no es una amenaza para Estados Unidos, sino un país en transición hacia una economía mixta y una fuerza positiva para la salud mundial.