Boracay reflejaba «la estrechez mental generalizada en la sociedad filipina de aquel tiempo hacia los asuntos relativos a lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT)», nos dice la fundadora de Gender and Development Advocates Filipinas, una organización de defensa de los derechos de las personas transgénero en su país.
«Muchos no habían visto nunca una mujer transgénero», cuenta.
Pero en la última década se han producido cambios importantes que han arrasado en los destinos turísticos. Al regresar a la isla, en noviembre de 2012, Fontanos vio que en su hotel flameaba una bandera con los colores del arcoiris, en señal de que se daba la bienvenida a turistas LGBT. Otros establecimientos también se promocionaban como amigables con los homosexuales.
Tris Reid-Smith, director y editor de Gay Star News, un sitio de noticias que se centra en cuestiones LGBT en todo el mundo, también ha observado cambios en Londres.
Reid-Smith está reformando la sección de viajes de su sitio para aprovechar económicamente la creciente importancia de los «dólares rosa» en la industria turística.
«Las personas LGBT viajan más, se toman más vacaciones», nos dice. «Con la recesión en Europa y América del Norte, a las familias (heterosexuales) les resulta difícil viajar en vacaciones luego de cubrir sus prioridades económicas: alimentos, gas, educación de los hijos». Añade que «Las familias LGBT son más pequeñas, y viajar es más accesible para ellas».
El cambio económico ha hecho que la industria de los viajes se diera cuenta de que, si quería mejorar los márgenes de ganancias, tenía que cortejar a este segmento cada vez más importante.
A raíz de las promociones para atraer a visitantes de Australia y China, dos de sus mayores mercados turísticos, Tourism New Zealand (TNZ) –que se define a sí misma como la organización responsable de «vender» a Nueva Zelanda como destino de viajes- ahora se centra en este sector desatendido.
El disparador es la nueva Ley de Enmienda Matrimonial, que legalizó los casamientos entre personas del mismo sexo en ese país a partir del 19 de agosto.
El Departamento de Asuntos Internos de Nueva Zelanda dijo que el día anterior se habían descargado de Internet más de 1.000 formularios matrimoniales, el triple que la media.
TNZ organizó una de estas bodas, eligiendo a la pareja gay australiana formada por el veterinario Paul McCarthy y su novio Trent Kandler mediante un concurso.
La aerolínea nacional Air New Zealand patrocinó el casamiento de la pareja de lesbianas de Auckland integrada por Lynley Bendall y Ally Wanikau a bordo de un avión.
Las reformas legales, así como la defensa de los derechos de los homosexuales llevada a cabo por líderes mundiales como el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el papa Francisco, también han estimulado el turismo rosa.
«En los últimos tiempos, muchos países han aprobado matrimonios entre personas del mismo sexo», dice Reid-Smith, entre ellos «Gran Bretaña y algunos estados de Estados Unidos. En Asia, se debate en Tailandia y Vietnam. En India se cuestionan las leyes coloniales contra la homosexualidad.
«Todo esto ha hecho que la comunidad confíe en que el gobierno y la sociedad están de su lado», agrega.
Hace una década, muchos hoteles se negaban a dar habitaciones con camas dobles a parejas del mismo sexo, que tenían que soportar la discriminación. «Pero ahora, con leyes que las reconocen 100 por cien iguales a otros ciudadanos, las parejas gays esperan más respeto», dice Reid-Smith.
Internet y las redes sociales han desempeñado un papel clave en todo esto.
«Los medios sociales han permitido a la gente descubrir lo que ocurre en el mundo y comentarlo», destaca. «Esto crea relaciones, confianza y una comunidad global contra la homofobia».
Cuando el activista por los derechos de los gays Eric Ohene Lembembe fue asesinado en julio en Camerún, estallaron protestas en Londres. Y cuando el gobierno de Rusia ha mostrado una tendencia antihomosexual, se han alzado voces desde distintas partes del mundo urgiendo a boicotear los Juegos Olímpicos de Invierno 2014, que se realizarán en la localidad rusa de Sochi.
«Es importante que la comunidad LGBT muestre que está dispuesta a boicotear acontecimientos, países o personas que sean homofóbicas», dice la activista Jean Chong, fundadora de Sayoni, una plataforma para mujeres lesbianas, bisexuales, transgénero y queer con sede en Singapur.
«Podemos (llevar) nuestro dinero a otra parte y podemos elegir», añade.
Singapur parece más tolerante que sus vecinos de mayoría musulmana, como Malasia, Indonesia y Brunei. Es anfitrión de festivales de cine gay, vio al opositor Vincent Wijeysingha convertirse en el primer político en «salir del armario», y su reunión anual de gays Pink Dot convocó este año a la friolera de 21.000 personas.
De todos modos, tiene leyes que penalizan las relaciones sexuales entre hombres y desalientan el turismo. Todavía existen la vigilancia y la censura, y es poco frecuente el patrocinio de acontecimientos gays.
«Los turistas LGBT no se fiarán de países en los que no son bienvenidos, dado que en este momento hay muchas otras opciones», dice Chong.
«Las políticas discriminatorias también crean un obstáculo para acontecimientos que quieren crear conciencia y abastecer a la comunidad LGBT», añade.
Los derechos de los gays se verán ampliamente influenciados por cómo India y China, los dos gigantes asiáticos con una población combinada de 2.500 millones de personas, tratan a la comunidad, dice Sunil Babu Pant, fundador del movimiento por los derechos de los homosexuales en Nepal.
Nepal, otrora un reino hindú conservador cerrado al mundo exterior, reconoció a los homosexuales como «personas naturales» en 2008. La Corte Suprema pidió al gobierno que hiciera leyes para proteger sus derechos y permitir matrimonios entre personas del mismo sexo.
Pant explica que China e India, los gigantes vecinos de Nepal, se están quedando rezagados en este sentido.
China dejó de señalar a la homosexualidad como una enfermedad mental en 2001, y las muestras públicas de afecto entre gays son vistas con indulgencia durante el festival de Qixi, paralelo chino del Día de San Valentín. Pero el Festival de Cine Queer de Beijing ha sido clausurado en reiteradas ocasiones por el Estado.
Y aunque Shanghai, la capital comercial, realiza un festival gay anual desde 2009, todavía no están permitidas las manifestaciones públicas.
En India desde 2009 ha aumentado la aceptación social , cuando la Corte Suprema revocó parte de una ley antihomosexualidad que había convertido en delito penal las relaciones sexuales entre hombres.
«Hemos visto a más personas gays salir del armario, una vibrante vida nocturna gay y marchas del orgullo en ciudades importantes», dice Suraj Laishram, asesor turístico en Indjapink, una agencia de viajes gays con sede en Nueva Delhi.