A pesar de las medidas que se toman para combatir este problema, la Unión Europea sigue siendo un lugar seguro en el que los dirigentes de regímenes totalitarios pueden invertir las fortunas que han acumulado de forma poco ortodoxa. En los Estados miembro encuentran posibilidades de acceso a la educación o al ocio de adquirir inmuebles y de servicios bancarios seguros y discretos.
Los europarlamentarios han aprobado una resolución en la que se dice que «La Unión Europea debe abandonar esa actitud hipócrita» Mientras que se denuncian públicamente las infracciones que cometen en materia de derechos humanos, «dejamos que escondan su dinero en nuestros bancos, dejamos que posean bienes dentro de nuestras fronteras, que comercien con nuestras empresas y que pasen sus vacaciones en nuestros complejos turísticos», el mensaje que el autor de la resolución Graham Watsom quiere que les llegue es bien claro «La Unión Europea no os ayudará a blanquear vuestras ganancias ilegales».
Los diputados hacen notar que son los Estados miembro los que deben hacer cumplir las sanciones o se convierten en papel mojado. También piden que junto a la Comisión Europea cumplan los embargos de armas. En cuanto a las personas sancionadas que tienen bienes inmobiliarios o financieros, los países europeos deberían identificarlos y confiscarlos. También se debería prohibir a los institutos universitarios y a las organizaciones deportivas y caritativas aceptar dinero, subvenciones o cualquier donativo de dirigentes sancionados o de personas físicas o morales que estén relacionados con ellos.
A la vez que hace esto, la UE debería cuidar de que las sanciones afectaran lo menos posible a los ciudadanos inocentes de los países de esos dirigentes, de forma que las sanciones deberían afectar únicamente a las elites responsables y beneficiar a la sociedad civil de forma que se promoviera un mayor respeto por la democracia y por los derechos humanos. El dinero congelado o confiscado debería ser devuelto lo antes posible al país para que pudieran sacar provecho los ciudadanos.
Se sospecha que el presidente de Sudán, Omar al-Bashir, tiene cantidades importantes de dinero en los bancos británicos. En la primavera pasada, la London School of Economics no podía dar crédito cuando se hizo público que había aceptado más de 2,2 millones de libras para formar a funcionarios libios, también en Reino Unido Muammar el Gadafi, había invertido miles de millones en edificios en las mejores zonas y estos no son más que algunos ejemplos.