El nivel de desempleo juvenil podría ser «seis o siete veces» superior a lo que indican las últimas cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), advirtieron activistas.
Así se desprende de las conclusiones de su informe Perspectivas sociales y del empleo en el mundo - Tendencias 2015, presentado ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Una de las principales conclusiones del informe de la OIT es que el actual índice de paro entre los jóvenes de 15 a 24 años de todo el mundo es de un 13 %, lo que equivale a 74 millones de jóvenes, aunque avisa de que ese nivel se incrementará en un futuro no muy lejano.
William Reese, director de la Fundación Internacional de la Juventud, piensa que esa cifra es muy inferior a la real. «No me sorprende esa cifra porque la realidad es probablemente mucho mayor de lo que afirman.... el número real es probablemente seis o siete veces más», asegura Reese.
«Normalmente esas estadísticas evalúan a la gente que está buscando empleo, así que si usted no está en la búsqueda, técnicamente no está desempleado. La gente en los países pobres suele estar subempleada o mal remunerada», señala.
El informe de la OIT, presentado ante la ONU el 6 de este mes, advierte que la crisis económica mundial de 2008 sigue repercutiendo en todo el mundo, especialmente en las economías del Sur en desarrollo. El informe describe la creciente desigualdad entre los ingresos y la riqueza, así como un crecimiento económico lento, y prevé la estabilidad del desempleo mundial en general, frente al juvenil que aumenta.
«Los jóvenes, en particular las mujeres jóvenes, siguen viéndose afectados por el desempleo de manera desproporcionada», según la OIT. La tasa de desempleo juvenil en 2014 fue casi tres veces mayor que la tasa de paro en general que «habrá de disminuir gradualmente en las economías desarrolladas», mientras que «en muchos países se proyecta un aumento sustancial del desempleo juvenil», agrega.
Ekkehard Ernst, director del Equipo de Políticas Macroeconómicas para Fomentar el Empleo de la OIT, se refiere al factor del aumento de la economía. «El crecimiento es demasiado lento para provocar una diferencia en la creación de empleo. A las economías les lleva mucho más tiempo recuperarse tras una crisis financiera que en una recesión normal», explica. La economía mundial creció un 2,2 por ciento en 2012, 2,3 por ciento en 2013, y 2,5 por ciento en 2014, mucho menos que el 4 por ciento de antes de la crisis.
Reese explica que cada vez más jóvenes obtienen títulos terciarios, los datos de la OIT indican un aumento en el número de personas con educación terciaria en 26 de 30 países encuestados. «Hay ofertas de trabajo, pero las empresas no encuentran gente con los conocimientos adecuados. Las escuelas no preguntan qué necesita la comunidad empresarial hoy. Enseñan lo que las empresas podrían haber querido hace cinco años», se queja.
«Hay más desempleados con estudios universitarios en algunas partes del mundo que desempleados con estudios secundarios. A veces, los jóvenes de hoy no están dispuestos a trabajar mucho o a ser jugadores de equipo», opina.
El desempleo juvenil es especialmente problemático en Europa, con tasas de hasta el 52 por ciento en Grecia y España. La OIT pronostica que entre 2014 y 2019 aumentará hasta un ocho por ciento más en algunas partes de Europa, América del Sur y África.
«Queremos que los jóvenes consigan empleo y lo mantengan. Cuando la clase media prospera, las democracias florecen», subraya Reese. «Todos los niveles de la enseñanza tienen que ser más inteligentes y enseñar habilidades académicas mediante pasantías... para ayudar a los jóvenes a aprender cosas sobre el trabajo que no podrían obtener en un aula», añade.
En 2014 había 201 millones de personas sin empleo, 1,2 millones más que en 2013. Se espera que esa cifra aumente a 212 millones en 2019. «Vemos a un gran número de parados. La tasa mundial de desempleo es de aproximadamente un seis por ciento y no disminuirá en el corto plazo», destaca Ernst, de la OIT.
Sin embargo, añade que el aumento del desempleo no es necesariamente un indicio de un panorama económico malo. En muchos países asiáticos, especialmente en China e India, es una señal de la modernización de la economía, a medida que los trabajadores se trasladan de los empleos estables pero mal remunerados de las zonas rurales a los mejor pagados en los centros urbanos, explica.
A su juicio, «este tipo de desempleo es un reequilibrio de la economía. A medida que se desarrollan los países asiáticos verán un aumento en el desempleo, que es un proceso normal del desarrollo». «La nueva tecnología requiere que los empleos se repartan de un sector a otro. China es tan grande que si tiene una tasa de desempleo más alta afectará a las cifras de desempleo mundial», agrega Ernst.
«La gente se traslada de los empleos agrícolas de bajos ingresos, a los puestos de trabajo de ingresos medios en la industria manufacturera, y luego a los de mayores ingresos en el sector de los servicios», observa.
La OIT prevé que el aumento del desempleo y el lento crecimiento económico eleven las desigualdades de los ingresos y la riqueza en todo el mundo. El 10 por ciento más rico del planeta tendrá entre 30 y 40 por ciento del ingreso total, mientras que el 10 por ciento más pobre ganará menos del dos por ciento, pronosticó.
Marjorie Wood, investigadora del no gubernamental Instituto de Estudios Políticos, con sede en Washington, y jefa de redacción de la página web Inequality.org, dice que un conjunto de medidas socialmente regresivas adoptadas por Estados Unidos y el resto del mundo ha contribuido en gran medida a hacer mayor la desigualdad de los ingresos.
«Es importante tener en cuenta cómo se les ha quitado poder a los trabajadores desde los años 70. El poder sindical era alto por entonces, había fuertes impuestos a los ricos y las empresas que financiaban las inversiones públicas lo que permitía oportunidades y movilidad a la gente común», destaca Wood.
«Eso se revirtió para convertirse en un sistema mucho más desigual, con la riqueza concentrada en la parte superior», explica. La mayor desigualdad en los ingresos tendrá un profundo impacto en todas las facetas de la vida, desde la democracia y la política a los asuntos sociales, asegura.
«En las sociedades desiguales las democracias son más propensas a la corrupción, los trabajadores tienen más probabilidades de ser explotados y abusados, y la red de seguridad para los pobres o vulnerables se debilita».