El ministro alemán, Frank-Walter Steinmeier, único de los responsables que se ha visto con la prensa, no precisó en qué puntos se había logrado progresar y calificó la reunión de «discusión difícil pero creo y espero que hayamos hecho progresos», tras finalizar las cinco horas de discusiones cuatripartitas «francas» con sus homólogos ucraniano, Pavlo Klimkin, ruso, Serguei Lavrov, y francés, Laurent Fabius. Similar mensaje fue corroborado por fuentes diplomáticas francesas.
No ha habido avances significativos en el objetivo de conseguir un alto el fuego ni de asegurarla impermeabilidad de las fronteras, pero sí se acordó aparentemente desbloquear la situación del convoy de ayuda humanitaria enviado por Moscú a las regiones del este de Ucrania.
Los participantes procederán a informar a sus respectivos jefes de gobierno, señaló Steinmeier, y el lunes o martes podría decidirse «de qué manera continuarán las discusiones del pasado fin de semana».
«El objetivo continúa siendo hacer todo lo posible para contribuir a que las armas se acallen en Ucrania, y evitar que se produzcan más víctimas», añadió.
Antes del encuentro, el diplomático alemán, muy comprometido junto a Angela Merkel en encontrar una solución al conflicto, esperaba poder definir un esbozo de hoja de ruta hacia un alto el fuego, aunque reconocía que las partes se encuentran todavía «lejos de una solución política».
«Si no prestamos atención (...) la situación se deslizará hacia un enfrentamiento directo entre los ejércitos ucraniano y ruso. Eso debe evitarse a toda costa», había declarado Steinmeier antes de este encuentro.
«La prioridad tiene que ser el respeto de la integridad territorial de Ucrania, el fin de la violencia y la reanudación del proceso político», indicaba por su parte su homólogo francés, Laurent Fabius, en un tuit.
Ayuda humanitaria, sí, aunque en la frontera
El convoy de 300 camiones rusos que contienen 1.900 toneladas de ayuda, se encuentra bloqueado desde el jueves a una treintena de kilómetros del puesto fronterizo ruso de Donetsk, en la localidad rusa de Kamensk-Shakhtinski.
Tras el acuerdo cerrado la víspera del domingo entre Kiev y Moscú sobre el procedimiento de inspección, el Comité Internacional de Cruz Roja (CICR), ha revisado el contenido y ha confirmado que se trata de material humanitario, algo que también ha reconocido el gobierno de Kiev. Parece claro que no incluye armamento ni personal militar.
El comunicado donde se reconoce el cargamento como ayuda humanitaria ha sido firmado por la ministra de Políticas Sociales ucraniana, Liudmila Denisova, que ha cifrado en 280 los camiones que conforman el convoy.
La Cruz Roja confirmó que los 1.900 kilogramos de ayuda están compuestos por carne en conservas, arroz, azúcar, cereales, té, sal, leche condensada, agua, alimentos infantiles, sacos de dormir, medicamentos y generadores eléctricos.
Las provisiones de ayuda serán entregadas a la Cruz Roja a través del puesto de control en Donestk.
«El receptor del cargamento humanitario es la misión del CICR en Ucrania y será transferido a Ucrania a través de sus representantes en el puesto de control en Donetsk», han precisado las autoridades ucranianas.
Aunque Kiev haya reconocido este sábado que el total de la carga es humanitaria, el ejecutivo ucraniano aún combate a las milicias populares en Donetsk, territorio por el que deberá cruzar la ayuda hasta llegar a la ciudad de Lugansk.
En este contexto, el gobierno ucraniano no ha garantizado a la Cruz Roja la seguridad del convoy, ya que la organización internacional será la responsable de transportar, gestionar y repartir los 1.900 kilos de la carga entre la población civil de Lugansk, ciudad que carece de agua y luz desde hace dos semanas.
El convoy no ha podido cruzar hasta ahora la frontera debido a la resistencia de la parte ucraniana y a pesar de que 60 funcionarios ucranianos cruzaron el viernes la frontera hacia Rusia para verificar el contenido del convoy, Kiev se negó a la revisión y certificación de la carga hasta que la Cruz Roja asumiera toda la responsabilidad de su contenido, gestión y reparto entre los habitantes de las zonas del este de Ucrania.
Continúan los enfrentamientos
Ya sobre el terreno, los separatistas prorrusos derribaron el domingo un avión de combate ucraniano MiG-29 en la región de Lugansk, un bastión de los rebeldes, indicó Leonid Matiujin, portavoz militar ucraniano.
Según ha explicado Matiujin, el piloto consiguió salir eyectado a tiempo del avión y ha sido hallado sano y salvo. Ahora se encuentra en territorio seguro.
En la región de Donetsk, otro bastión de los separatistas, diez civiles murieron en la capital en 24 horas, según el ayuntamiento.
La alcaldía de Donetsk ha indicado además que el abastecimiento de agua «cesará por completo» a partir de las 21H00 (18H00 GMT) por la avería en una línea eléctrica del principal acueducto.
«La situación en la ciudad es tensa», según informaciones de los vecinos, «en todos los barrios se escuchan periódicamente disparos con artillería pesada», señala un comunicado emitido por la asamblea municipal de Donetsk.
Además, las autoridades de Ucrania denunciaron este domingo una nueva incursión de una columna militar rusa formada por tres camiones portadores de lanzamisiles de boca múltiple «Grad» (Granizo), un arma capaz de arrasar superficies de hasta 15 hectáreas.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania, Andrei Lisenko, aseguró que los tres camiones cruzaron la frontera y se dirigieron hacia la localidad ucraniana de Nizhni Nagolchik, en la región de Lugansk.
«Continúa el cañoneo del territorio ucraniano desde la Federación de Rusia. Así, entre las 15.10 y las 15.40 (hora local de este sábado), el puesto de los militares ucranianos junto a la localidad de Luzhki fue disparado con artillería desde la localidad rusa de Novoselovka», indicó Lisenko.
Este contexto no contribuye a apaciguar la tensión, recrudecida desde que Kiev anunciara el viernes la destrucción de parte de una columna de blindados rusos.
La introducción en territorio ucraniano de esta columna, vista por periodistas británicos, provocó una oleada de indignación en los países occidentales. «Es importante parar el flujo de armas y mercenarios de Rusia», escribió Klimkin, en su cuenta de Twitter.
En una conversación telefónica, el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, y el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, estimaron que el envío de armamento a los separatistas no era compatible con el objetivo humanitario de Rusia.
«Lo hemos repetido varias veces, no les suministramos ningún equipo militar», repitió el domingo el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov.
Por su parte, la jefa del gobierno alemán, la canciller Angela Merkel, había pedido explicaciones anteriormente a Moscú tras las declaraciones de un jefe separatista que aseguró haber recibido unos 150 equipos militares y a unos 1.200 combatientes entrenados en Rusia.