En la Conferencia de Barcelona de la ONU, no ha sido posible llegar a ningún acuerdo concreto ni sobre la reducción de emisiones a la atmósfera ni sobre las ayudas a los países menos desarrollados.
Intermón Oxfam lo ha escenificado claramente. La mesa de un restaurante en la que los comensales son los países pobres, los camareros los pases ricos que les ofrecen un menú envenenado con dos opciones: no obtener un acuerdo o conseguir un mal acuerdo.
Pues así están las cosas. El tema llegará a Copenhague de forma que ya no se podrá elaborar un tratado multilateral a modo del de Kioto. La ONU ya está pensando en la forma que deberá dar a los acuerdos que se tomen para después poder trasladarlos a un tratado que vincule jurídicamente a las naciones.
El documento, podría adoptar alguna forma que librara a los gobiernos de tener que obtener la aprobación de sus respectivos Parlamentos. Acompañado de uno o varios anexos en los que se especificara con cifras los compromisos de los países industrializados de reducción de emisiones, el dinero que están dispuestos a dar a los países menos favorecidos y la forma en la que debe gestionarse.
El jefe negociador de Suecia en Barcelona, Anders Turesson, ha dicho que es «muy importante» que los Estados Unidos presenten en Copenhague una cifra concreta de reducción de emisiones. Ha recordado que también la UE tiene problemas internos, en referencia a los que está teniendo en el Senado estadounidense la ley nacional de carbono, sobre la que deberá basarse la reducción de emisiones de ese país.
Turesson se ha referido también a la complejidad de la negociación que pretende cambiar el paradigma de desarrollo y los fundamentos de la civilización industrial.
Por su parte el representante de la ONU para el cambio climático Yvo de Boer, no pierde la esperanza de que en Copenhague se llegue a algún acuerdo.