Encabeza la lista el líder de los socialistas en el Parlamento Europeo, Martin Schulz; tras él, los presidentes de los Verdes, Rebecca Harms y Daniel Cohn-Bendit y personajes históricos europeos como Jacques Delors, expresidente de la Comisión Europea, Massimo D'Alema, exprimer ministro italiano o Mario Soares, expresidente de Portugal.
La idea principal es el rechazo al llamado paquete de gobernanza económica propuesto por los líderes de la UE, porque entienden que supone "un reto sin precedentes para los valores y principios fundamentales que sostienen nuestro futuro común: solidaridad, justicia social, igualdad de oportunidades y desarrollo sostenible".
El manifiesto parece querer seguir la línea marcada por el movimiento 15-M y de hecho arranca con un guiño a los indignados: "estas opciones acarrean el riesgo de sacrificar a toda una generación de jóvenes en muchos de los Estados miembros. Estos jóvenes están siendo duramente castigados por el desempleo. Cada vez se sienten más excluidos y rechazados en lugar de ver que pueden participar activamente en la construcción de su propio futuro".
Los firmantes reconocen la sostenibilidad de las finanzas públicas como objetivo político vital, pero creen que se trata de una opción ideológica impuesta por las mayorías conservadoras en el Consejo de Ministros y en la Eurocámara.
Las medidas, que consideran injustas, ineficaces e inapropiadas, en su opinión, nos devuelven a "una época de exacerbado nacionalismo, de escandalosa injusticia social y de toda suerte de extremismos. Estas medidas convertirán la crisis económica en una crisis política".
No hay autocrítica a la corresponsabilidad de la izquierda en la gestión de la crisis: "forzar a los gobiernos europeos a tragar una severa dosis de la medicina de la austeridad y tocar los salarios sólo acentuará la debilidad, no traerá la cura".
Los planes de ajuste que todos los gobiernos europeos, incluidos los socialistas, han aceptado sin réplica alguna, son para los firmantes del manifiesto, "consecuencias de unas políticas de austeridad ciegas" que harán recaer en los asalariados el peso de la crisis.
La alternativa que proponen no es nueva y algunas ideas ya están sobre la mesa europea, propuestas por dirigentes izquierdistas y conservadores: crear eurobonos para absorber parte de la deuda de los Estados miembros, poner en marcha una fiscalidad europea o crear un impuesto a las transacciones financieras.
El propósito, dicen, es hacer una política que fortalecerá a la Unión, en vez de debilitarla aún más. En su web, un comentario anónimo se pregunta qué ha estado haciendo la izquierda desde que comenzó la crisis en 2008 hasta ahora.