«El cáñamo se ha cultivado desde el principio de los tiempos por sus propiedades nutritivas y beneficios para la salud. Es una planta que remineraliza la tierra», explica Pilar López, de la Cooperativa Galihemp, que se dedica a su transformación y comercialización en Lugo.
La Unión Europea (UE) permite la producción del cáñamo industrial y hortícola cuando la concentración de tetrahidrocannabinol (THC), el elemento psicoactivo que contiene, no supere 0,2 por ciento, ya que hay subespecies y variedades de Cannabis sativa que contienen entre 0,5 y cinco por ciento, de las que se obtienen la marihuana y el hachís.
El Real Decreto 1729/1999 del 12 de noviembre de 1999 autoriza 25 variedades de cáñamo industrial para el cultivo en España y establece las normas para la concesión de las ayudas al lino textil y al cáñamo.
Esto consagra el retorno de un cultivo milenario como alimento y para elaborar fibras, que incluso tuvo un auge especial durante la Guerra Civil Española (1936-1939). Pero en 1937, Estados Unidos prohibió el uso del cáñamo, para favorecer el algodón y las fibras sintéticas.
La ancestral industria se hundió entonces y forzó un éxodo de los campesinos productores. La puntilla definitiva se la puso una ley local sobre peligrosidad y delincuencia, en 1970, que junto a convenciones internacionales sobre el cannabis contribuyeron a su desuso.
El químico catalán Josep María Funtané nos dice que descubrió las propiedades terapéuticas del cáñamo cuando enfermó de cáncer y comprobó que le ayudaba a paliar los efectos secundarios de la quimioterapia.
Por eso, en 2011 decidió crear en Barcelona Vitrovit, una empresa de productos medicinales derivados de esta planta y también de cosméticos y fertilizantes.
Los pacientes suelen necesitar del cannabis solo los compuestos menos psicoactivos, con bajo THC, y con el máximo contenido posible de cannabidiol, el cannabinoide no psicoactivo. Tiene efectos paliativos analgésicos contra el dolor como la marihuana, pero con un mínimo de THC.
Funtané prepara el Mapa español para la recuperación del cultivo del cáñamo industrial, que ofrecerá información detallada por comunidades y provincias sobre estas siembras emergentes, que se caracterizan por su rápido crecimiento y su adaptabilidad a la mayoría de los terrenos.
Agricultores, productores y comerciantes de cáñamo industrial coinciden en resaltar su enorme potencial, pero también lamentan que deba hacer frente a detenciones y decomisos de mercancías.
El 7 de mayo, las autoridades precintaron una «tienda de cultivo terapéutico» con productos derivados del cannabis en Calahorra, un pueblo de la comunidad de La Rioja. «Llegaron los guardias civiles sin orden judicial y precintaron la tienda», nos dijo el dueño del comercio, quien solo brindó su nombre, Dionisio.
«Desde enero las autoridades han decomisado tres de mis envíos de cáñamo industrial al confundirlos con marihuana, con el perjuicio para tiendas y clientes finales», se quejó otro productor, Miguel Arrillaga. Hay «una epidemia de ignorancia y desconocimiento» sobre un cultivo que recibe subvenciones, señala.
Arrillaga, como otros productores que hemos consultado, compra las semillas certificadas de una variedad legal en Francia, porque España no realiza ese paso, igual que Alemania, Suiza, Noruega y otros productores europeos.
Sus semillas las siembran agricultores en campos de la comunidad de Andalucía. Vende desde la semilla para elaborar leche, hasta hojas para infusiones, cogollos para alimentación, jabones o aceite crudo como aliño o hidratante dermatológico.
Esta producción «podría ser una revolución verde que absorbiera desempleo en el mundo rural en estos momentos de crisis económica», asegura el presidente de la Asociación Española de Productores y Transformadores del Cáñamo (AEPTC), Fernando Montero.
La Asociación fue creada en 2012 en el municipio de Bubión, en el corazón de La Alpujarra, en la provincia de Granada.
Montero, que vende cáñamo junto a su hijo en su empresa LaKaraba, reconoció que, pese a que cumple «de forma exhaustiva» todos los requisitos legales, siembra «con cierto miedo» a que las autoridades intervengan en algún momento.
El teniente de la Guardia Civil de Algeciras, Pablo Cobo, nos dice que «aunque no sea lo que aparenta ser» un paquete de hojas de cáñamo industrial tiene el mismo aspecto y olor que otras variedades, como la marihuana.
En el caso de que las autoridades detecten, por ejemplo, el envío o recepción de un paquete de hojas de cáñamo, los resultados de sus primeros análisis dan positivo ya que ubican cualquier traza existente de THC, por pequeña que sea.
Así que enseguida se activa un protocolo de incautación y posterior remisión de las muestras a las autoridades sanitarias para un segundo análisis en laboratorio.
«El problema radica en las pruebas e identificación primigenias que las autoridades realizan», que no son fiables hasta un segundo análisis de contraste, dijo a IPS un abogado que no quiso revelar su nombre.
Mientras se comprueba si el cannabis respeta o no los límites legales de sustancia psicoactiva, el producto puede permanecer decomisado durante semanas o meses, denuncia Arrillaga. También se refirió al agricultor granadino Juan Zurita, detenido en varias ocasiones por delitos contra la salud pública y preso desde febrero.
España ha firmado la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971 y la Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas de 1988, que prohiben la siembra, producción y comercio del cannabis como droga, pero no restringen la producción de cáñamo industrial.
Con la fibra del cáñamo se puede confeccionar ropa, cuerdas y papel, mientras que el aceite de sus semillas sirve como biocombustible y en la preparación de alimento para el ganado.
«Qué mejor que trabajar con algo tan bueno», argumenta López, de Galihemp, que producirá pasta de cáñamo para hacer papel, gracias a una máquina transformadora. La cooperativista nos dice que «es una vergüenza la ignorancia que existe sobre esta planta en algunos lugares de España, a nivel de la Guardia Civil».
Los obstáculos se acumulan para el sector en España, donde cuesta encontrar hasta secaderos para las semillas, mientras en Francia, Alemania, Austria y otros países se multiplican las hectáreas dedicadas al cultivo.
López cree que el futuro del cáñamo industrial en España será «esplendoroso» y no tiene «ninguna duda» de que va a salir adelante, aunque reconoce que el desconocimiento y los intereses de las grandes industrias no juegan a favor.
«Hay una serie de industrias potentes, como la textil o la del acero, a las que no les interesa el potencial del cáñamo y que no van a permitir que les robe mercado», sostiene Funtané.
El cáñamo se utiliza para fabricar piezas para la industria del automóvil, y sus fibras unidas, empleadas en construcción, constituyen un aislante térmico y acústico regulador de la humedad.