El presidente francés, François Hollande y el primer ministro británico, David Cameron, se han mostrado muy preocupados por el aumento de los occidentales que se unen a los combates en Siria. Entre 600 y 700 ciudadanos británicos y franceses luchan en el bando de los yihadistas. Y casi 2 mil, si hablamos de toda Europa. Algunos de estos yihadistas podrían ser menores de edad. En Francia han abierto una investigación por terrorismo a dos jóvenes de15 y 16 años que viajaron a principios de mes a Siria. Los gobiernos europeos temen que estos extremistas regresen formados en el empleo de armas y con planes terroristas. Mientras las negociaciones entre el gobierno y la oposición no volverán a reanudarse, al menos, hasta el 10 de febrero de nuevo en Ginebra. Moscú y Washington mantienen sus puntos de vista diferentes sobre la salida al conflicto.
Análisis de Gustavo Capdevila
Ginebra, (IPS) - El peso de una salida negociada a la guerra civil de Siria recae ahora en las potencias, Estados Unidos y Rusia, que actúan tras bambalinas desde que se desató hace tres años el conflicto armado entre el régimen de Bashar al Assad y la oposición rebelde. Así ocurrirá por lo menos durante los próximos 10 días, mientras se interrumpen las negociaciones auspiciadas por la ONU tras el magro resultado de la primera ronda, concluida este viernes.
La atención se concentra en Moscú, que si bien respalda desde el primer día al gobierno de Al Assad, ha mostrado ciertos matices que abren perspectivas diferentes. Washington, en cambio, persiste en un rechazo frontal al régimen de Damasco, sin el menor signo de apertura. Las últimas manifestaciones de su secretario de Estado, John Kerry, mostraron un endurecimiento e inclusive veladas amenazas de empleo de la fuerza.
El gobierno de Barack Obama tuvo que desistir de los planes de intervención armada en Siria por las objeciones que se alzaron en su país y en el plano internacional y también por el sonado rechazo del Parlamento de Gran Bretaña, en octubre. En cambio Moscú, que consiguió flexibilizar la postura de Damasco en materia de armas químicas, acceso de la ayuda humanitaria y eventuales ceses del fuego localizados, sorprende ahora al recibir a una delegación de las fuerzas opositoras a Al Assad.
Una misión de rebeldes sirios viajará a Moscú el martes 4 de febrero, invitada por el gobierno ruso, según ha confirmado el portavoz de la coalición, Louay Safi. Fuentes rusas aseguran que el ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, había extendido la invitación cuando encontró, hace dos semanas, a dirigentes opositores sirios en París.
«Ahora dependemos de los rusos», comenta Safi en un encuentro con la prensa, tras finalizar la primera ronda de ocho días de las negociaciones denominadas Ginebra II. «Ellos (los rusos) fueron quienes obligaron al régimen (de Al Assad) a venir aquí», abunda Safi. Los rusos saben cuánto derramamiento de sangre ha causado el régimen con sus actos, que caen en la categoría de crímenes de guerra y de lesa humanidad, sostiene.
«Rusia presiona y nosotros tenemos esperanzas de que convencerá al jefe del régimen de que acepte la solución segura para todos los segmentos de la población siria y para el futuro del país, con su retirada del poder», explica el portavoz de la coalición. El alejamiento de Al Assad es la condición esencial que esgrime la coalición opositora en las negociaciones de Ginebra II, iniciadas el viernes 24 de enero bajo los auspicios de Naciones Unidas.
Sobre ese punto, el diplomático argelino Lakhdar Brahimi, mediador designado por la ONU, dijo que las dos partes reconocen que un acuerdo debe abarcar la cuestión del establecimiento de un órgano de gobierno transitorio. Pero Brahimi también admite que las posiciones clave sobre esa cuestión están todavía muy distantes. La coalición opositora, que apuesta todas sus cartas a la separación de Al Assad del gobierno, confía en una gestión de Rusia sobre ese tema. Pero, «que eso ocurra o no, no lo puedo predecir», dice Safi.
Lavrov manifestaba, en una declaración a la televisión rusa esta semana, que el objetivo es alcanzar lo antes posible un entendimiento entre el gobierno y una oposición razonable, secular y patriótica, para que, junto con un acuerdo político, ayude a combatir a los terroristas. En este punto Lavrov coincide con las posiciones del gobierno de Al Assad, que atribuye todos los desastres de Siria a la irrupción de grupos militarizados extremistas procedentes de otros países islámicos, vinculados a la red Al Qaeda.
La experta en política exterior rusa, Natalia Narochnitskaya, comenta que «el de Al Assad nunca ha sido un régimen de ángeles. Pero con sus atrocidades, los fanáticos que proclaman luchar por la libertad, han cometido 100 veces más pecados que el Estado de Al Assad». Narochnitskaya preside el Instituto de la Democracia y la Cooperación, con sede en París, una entidad, reconoce la analista, sostenida por el gobierno ruso. La experta sostiene que los «fanáticos musulmanes llegados de todo el mundo han llegado a Siria».
La primera víctima será Europa, y no Rusia, los países cercanos, como Italia y Francia, que tienen una creciente población musulmana, estima Narochnitskaya, que niega que Rusia se mueva por intereses geopolíticos. «Nosotros no estamos encantados con el actual régimen sirio, pero mucho más peligroso para la región será el desmembramiento de Siria», señala. «Lo que está en juego es mucho más que la participación en contratos petroleros, o lo que sea», concluye.
Otro experto en política rusa, André Liebich, exprofesor del Graduate Institute, evalua que mantener a Al Assad en el poder es para Rusia la menos mala de varias opciones también malas. Una victoria de los rebeldes apoyados por Occidente, un resultado cada vez menos probable, sería para Moscú una derrota en términos de prestigio y de intereses locales, dijo en una declaración divulgada por el mismo Graduate Institute, un centro de enseñanza superior con sede en Ginebra.
Liebich considera que un triunfo de los islamistas llevaría al movimiento yihadista a las puertas de Rusia y fortalecería a grupos similares en las fronteras meridionales rusas. El único rayo de esperanza para Moscú es que Occidente se acerque a sus posiciones, opina. Queda por verse si eso significa que las dos partes puedan coincidir en una alternativa aceptable a Al Assad, resume Liebich. Se podrá conocer una respuesta cuando las negociaciones de paz se reanuden, probablemente el 10 de febrero, otra vez en Ginebra.