El mal Acuerdo al que llegaron algunos países en Copenhague no está teniendo mucho recorrido. Las Naciones Unidas dieron hasta el 31 de enero para que los países declararan su voluntad de vincularse al acuerdo. También era la fecha tope para que los países desarrollados comunicaran sus objetivos de reducción de emisiones y los países en vías de desarrollo presentaran las medidas que están dispuestos a tomar para atenuar las emisiones.
Yvo de Boer, Secretario Ejecutivo de la ONU para el cambio climático, ha tenido que enviar una carta a los diferentes países en la que asegura que firmar el Acuerdo de Copenhague no les compromete a nada, no es vinculante. Y decir una cifra no tampoco, el documento no precisa que se vayan a medir las emisiones a la atmósfera. Sólo es buena voluntad.
La UE, por su parte, ha enviado una carta en la que reitera su compromiso unilateral para 2020. Consistente en reducir las emisiones globales un 20% con respecto a los niveles de 1990 y en la posibilidad de llegar hasta el 30% siempre «que otros grandes países emisores asuman la parte que les corresponde en el esfuerzo global de reducción».
La Organización ecologista Greenpeace exige un compromiso mayor de la UE, dice que lo que ofrece suena como un «disco rayado».
Estados Unidos no se ha movido de la posición que fijó en Copenhague. Ofrece una rebaja en sus emisiones de un 17% en 2020 respecto a las de 2005. En realidad, apenas un 3 o 4% respecto a 1990 y además condicionado a que se apruebe en la Cámara, en la que los demócratas están cada vez más en precario.
Japón ha mantenido su primera oferta de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 25%, pero condicionada a que los principales países emisores acuerden un pacto sobre el clima que sea ambicioso «lo importante para reducir las emisiones de CO2 y para detener el calentamiento global son Estados Unidos y China, los mayores emisores» ha dicho el ministro de Medio Ambiente, Sakihito Ozawa.
Brasil, ha comunicado a la ONU las 11 acciones que ya ha emprendido hasta 2020, y que serían entre otras, reducir en un 80% la deforestación en la Amazonía, en un 40% en la sabana tropical, recuperación de pastos, integración de las labores pecuarias, plantación directa, fijación biológica de nitrógeno y eficiencia energética.
En cada una de las acciones se especifica la reducción de CO2 equivalente a disminuir hasta 2020 las emisiones a la atmósfera entre un 36,1% y un 38,9%.
Por otra parte, los ministros de Medio Ambiente del grupo BASIC – Brasil, Sudáfrica, India y China- las cuatro potencias emergentes, se han reunido para tomar decisiones conjuntas. Han dejado saber que no asumirán acuerdos que perjudiquen su desarrollo económico y han dicho a las potencias desarrolladas que comiencen a entregar los 10.000 millones que prometieron a los países más pobres para atenuar los efectos del cambio climático.
A finales de 2010, se celebrará en Cancún (México) una nueva conferencia del clima auspiciada por la ONU. Felipe Calderón, presidente de México, no quiere presidir un fracaso como el de Copenhague así que ha ido al Forum Económico Mundial de Davos, en el que se han reunido unos 2.500 líderes políticos y económicos de todo el mundo. para recordar que hay que tomar medidas ya contra el cambio climático.
Ha puesto un ejemplo muy gráfico «Vamos en el mismo avión. El problema de nuestro avión es que nuestro piloto sufrió un ataque cardiaco. Hay manera de reemplazarlo con otro piloto que va entre los pasajeros, pero nos pasamos el tiempo peleando entre los de clase turista y los de business class».
Para intentar salir de esta situación, Calderón propone establecer un método de trabajo para todo el año, creando grupos de trabajo con contactos frecuentes con la ONU e incluso organizar encuentros informales periódicos a través de internet.
Máxico ha ofrecido reducir en un 30% sus emisiones para 2020 respecto a las actuales.