La Sexta Cumbre del BRICS ha concitado más atención que las demás reuniones de su tipo en la corta historia de la alianza, y no solo de sus propios miembros: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Dos grupos externos definidos por intereses divergentes han seguido de cerca la cumbre, celebrada en la nororiental ciudad brasileña de Fortaleza y en Brasilia la pasada semana.
Por un lado, las economías emergentes y los países en desarrollo, y por otro, Estados Unidos, Japón y otros países ricos del Consenso de Washington y las instituciones gemelas de Bretton Woods, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El primer grupo quería que el BRICS, formado en 2008, lograra dar sus primeros pasos hacia un orden mundial más democrático, que reforme a las instituciones internacionales para que sean más equitativas y representativas de la mayoría en el planeta.
El segundo grupo suele pronosticar la muerte del BRICS y apuesta a la esperanza de que la rivalidad entre China e India impida que la alianza de países pase de las palabras a los hechos. El resultado de la cumbre en Brasil debe ser una decepción para este último grupo.
Los obituarios fueron prematuros, si no injustificados. Y como le «aconsejaban» sus más sofisticados adversarios, el BRICS no se ha apegado a una agenda económica. En su lugar, ha emitido una declaración política que resonaría en los puntos más conflictivos del mundo, desde Gaza y Siria hasta Iraq y Afganistán.
Los gigantes asiáticos de China e India, lejos de que su llamada rivalidad dilate las decisiones sobre el Nuevo Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reservas de Contingencia, su fondo monetario, supieron tomar el toro por los cuernos y añadir una dimensión estratégica al BRICS.
Con el desplazamiento de la balanza del poder económico mundial hacia Asia, la crisis financiera y el colapso de los principales bancos e instituciones financieros de Occidente, el fracaso del Consenso de Washington y las gemelas de Bretton Woods, existía la necesidad urgente de ideas e instrumentos nuevos para la construcción de un nuevo orden.
El BRICS, con el telón de fondo del argumento convincente a favor de pasos firmes y viables hacia una nueva arquitectura global de las instituciones financieras, y después de mucha deliberación, ha logró ponerse de acuerdo sobre el banco y el fondo de emergencia.
Desde el punto de vista de India esta cumbre del BRICS, que representa a una cuarta parte del territorio del planeta en cuatro continentes y al 40 por ciento de la población mundial, con un producto interior bruto combinado de 24 billones de dólares, fue un éxito rotundo.
El éxito es más dulce para el gobierno de la Alianza Democrática Nacional india, la coalición encabezada por el Partido Bharatiya Janata (BJP), ya que la cumbre de Fortaleza fue el primer compromiso multilateral del primer ministro Narendra Modi, en el cargo solo desde el 7 de junio.
Para ser un debutante, Modi se defendió con honor al mantenerse alejado de los peligros del foro multilateral y de los intercambios bilaterales, en particular en sus conversaciones con los presidentes de China, Xi Jiping, de Rusia, Vladimir Putin, y de Brasil, la anfitriona Dilma Rousseff.
Modi también realizó una fuerte declaración política reclamando la reforma del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y del FMI.
De hecho, la intensificación y profundización de las relaciones entre China e India por sus respectivos gobernantes es un resultado importante de la reunión en Brasil, aunque el diálogo de ambos se realizó en un segundo plano de la cumbre.
Sin embargo, Modi y Xi se expresaron casi al unísono sobre la política y los conflictos mundiales y a favor de la reforma de las instituciones internacionales. Los nuevos jefes de gobierno de China e India enviaron la señal inequívoca de que tienen más intereses que los unen que diferencias que los separan.
El primer viaje internacional de Modi fue significativo también por la comunión que logró entablar en su primera reunión con Xi.
La estatura, potencia y credibilidad del BRICS dependen de su cohesión y armonía interna. Esto gira casi totalmente en torno a las relaciones entre China e India. Si ambas se dan la mano, hablan con una sola voz y marchan juntas, entonces el grupo tiene mayor probabilidad de éxito en el sistema internacional.
Modi y Xi congeniaron, para consternación de Estados Unidos y Japón. Hablaron de sus intereses y preocupaciones comunes, su determinación de seguir adelante con la agenda del BRICS y hasta coincidieron en la necesidad de llegar a una pronta solución de su problema fronterizo.
Se invitaron mutuamente a una visita de Estado y Xi dio un paso más al invitar a Modi a la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico que China organizará en noviembre. También le pidió a India que profundice su participación en la Organización de Cooperación de Shanghai.
La fructífera reunión de 80 minutos entre Xi y Modi destaca que los dos están inclinados a aprovechar las oportunidades que una asociación de mutuo beneficio tendría para sus objetivos económicos, políticos y estratégicos. El encuentro fijó el tono para la visita del líder chino a India en septiembre.
Aunque el fortalecimiento de la relación entre China e India fue uno de los mayores logros de los 10 años de gobierno del ex primer ministro indio Manmohan Singh (2004-2014), después de cierto punto el vínculo perdió impulso. Ahora Xi y Modi se esfuerzan por infundir una vitalidad a la relación que repercutirá en la región y más allá.
Como es la costumbre cuando se trata de asuntos exteriores y seguridad nacional, el nuevo gobierno de Modi no se alejó de la senda trazada por el gobierno anterior. El BRICS como prioridad representa la continuidad y la coherencia en su política exterior.
Aun así, el BJP se merece una nota máxima porque no trató al BRICS ni a la cumbre de Brasil como algo que tenía que realizar como una obligación dictada por el anterior gobierno de Manmohan Singh. Antes de partir a Brasil, Modi destacó la «gran importancia» que le atribuía al BRICS y dejó claro que la política internacional sería prioritaria en su agenda.
La cumbre fue un hecho sumamente político que tuvo lugar «en un momento de agitación política, conflictos y crisis humanitarias en varias partes del mundo», declaró.
«Veo a la Cumbre del BRICS como una oportunidad para discutir con mis socios... cómo podemos contribuir con los esfuerzos internacionales para abordar las crisis regionales, las amenazas a la seguridad y restablecer el clima de paz y estabilidad en el mundo», declaró Modi en la víspera del encuentro.
Asimismo, Modi elogió a Rusia como «el mejor amigo de India» tras reunirse con el presidente ruso Putin.
India pertenece al BRICS y si el grupo es la manera de avanzar en el mundo, entonces puede confiar en que India, junto a China, liderará el camino, independientemente de los cambios políticos en sus países. Ese parecería ser el mensaje de Modi en su primer evento multilateral.