El estudio demuestra que la Torre del Palacio de Westminster, construida en 1858, se inclina 0.26 grados hacia el noreste y, en su punto más alto, registra una desviación de 43 centímetros con respecto a su eje. A simple vista casi ni se percibe, pero los turistas ya lo comentan y el investigador del Imperial College de Londres, John Burland, lo confirma: «la inclinación es ahora visible».
En 2003 ya se apreció la desviación, supuestamente por la construcción de un aparcamiento y las obras de ampliación del metro en los años 70. La cuestión es que desde entonces aumenta la inclinación en 0,9 milímetros por año.
No hay motivo de alarma. El guardián del reloj, Michael McCann, dice que «es una vieja historia. Probablemente estaba torcida el día que la construyeron. Los victorianos eran unos obreros increíbles, pero no pudieron haber construido una torre de 96 metros de altura 100% recta».
El profesor Burland cree que si el ritmo de inclinación se acelerara mucho, habría que pensar en hacer algo, pero será en unos cuantos años. Ya han empezado las comparaciones con la Torre de Pisa, pero los expertos calculan que para llegar al nivel de inclinación del monumento italiano tendrían que pasar entre 4.000 y 10.000 años.