Mario Draghi ha comparecido este lunes ante la comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo para explicar su posición ante el consejo del Banco Central Europeo que tendrá lugar el próximo 6 de este mes. La comparecencia ha sido a puerta cerrada, algo muy poco frecuente, pero los europarlamentarios han explicado a la prensa en los pasillos el contenido de su discurso.
La compra de «bonos inmaduros de corta duración en el mercado secundario» de hasta tres años, ha dicho el presidente del BCE, no representa una financiación a los países y estaría de acuerdo con el mandato del Banco Central Europeo. Lo sería, sin embargo, si comprara bonos a más largo plazo o en el mercado primario. Eso podría vulnerar los Tratados de la UE.
Los eurodiputados alemanes han cuestionado el planteamiento. Alemania, con el presidente del Bundesbank al frente lleva tiempo presionando para que el BCE no compre bonos de ninguna clase.
Mario Draghi, no ha revelado cual va a ser su planteamiento en el consejo del BCE el próximo jueves. Ha insistido en que la situación de la UE es crítica y en el peligro de fragmentación que existe por el desequilibrio que representan las grandes diferencias que hay entre los Estados. Se ha referido al mercado interbancario que está bloqueado provocando problemas a los países con graves problemas de financiación como España e Italia.
No ha hecho referencia a las condiciones que se podrían imponer a los países que recibieran la ayuda, pero cada vez que se ha referido a eso en las últimas semanas ha dejado claro que serán los países que lo necesiten los que deben pedir la asistencia a los fondos de rescate de la UE. Si los países piden ayuda deberán firmar un Memorándum de asistencia (MoU), como el que España debió firmar para el rescate a los bancos, y eso lleva necesariamente a acordar unos requisitos macroeconómicos.
La solicitud por parte de los países es la diferencia esencial entre la compra de bonos que propone Mario Draghi y la que inició su predecesor Jean-Claude Trichet.