Había enorme expectación por saber este jueves qué decisiones tomaría el Banco Central Europeo para atajar los ataques especulativos contra los países periféricos de la eurozona, sobre todo, España e Italia. El presidente de la institución, Jean-Claude Trichet, sabía que sus palabras, y más sus hechos, tendrían una repercusión inmediata, hasta el punto de que él mismo avisó: «No me sorprendería que se note algo en los mercados incluso antes de que acabe esta rueda de prensa».
Y así fue. A los pocos minutos, la prima de riesgo de España e Italia bajaba considerablemente. Sin embargo, el efecto fue mínimo. Poco después, los inversores atacaban otra vez. No ha sido suficiente que el BCE comprara hoy mismo bonos de Irlanda y Portugal, pero no españoles e italianos. Si Trichet pensaba que el efecto calmante iba a ser suficiente, se ha equivocado.
El presidente de la entidad monetaria explicó que la decisión se había tomado sin unanimidad en el consejo de gobierno del BCE, donde los más ortodoxos se oponen a la compra de deuda.
El BCE seguirá adelante con su programa de compra de bonos de los países en crisis, después de un parón de 18 semanas y volverá a la barra libre de la liquidez para las entidades financieras. «Dadas las renovadas tensiones en algunos mercados financieros de la zona euro, el Consejo de Gobierno ha decidido llevar a cabo una operación suplementaria de suministro de liquidez con vencimiento a seis meses, que será adjudicada el próximo 10 de agosto», dijo Trichet ante la prensa.
El banquero francés devolvió la pelota de la responsabilidad a los Estados de la eurozona, al pedir que apliquen con la mayor rapidez posible los acuerdos alcanzados por el Eurogrupo el pasado21 de julio, que incluían la posibilidad de invertir parte del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera en la compra de deuda pública.
El BCE ha mantenido los tipos de interés en la eurozona al 1,5% y prevé una desaceleración económica en Europa durante el segundo y tercer trimestre del año.