El BCE continúa manteniendo el interés crediticio a mínimos históricos. El resto de tasas, la de facilidad marginal de crédito y la de facilidad de depósito también se mantienen estables en el 0,3 % y el -0,20% según ha anunciado tras el Consejo de Gobierno su presidente, Mario Draghi.
Ha dicho que en caso de que la economía de la zona euro no reaccione y continúe la baja inflación tendrían que «alterar a comienzos del próximo año el tamaño, ritmo y composición de nuestras medidas». Ha añadido que están haciendo los preparativos para tal eventualidad.
Por su parte los técnicos de BCE han rebajado las expectativas de crecimiento de la eurozona para 2015, situando la tasa en un 1,0 por ciento desde el 1,6 por ciento que habían anticipado en septiembre.
También han rebajado las estimaciones de inflación. El pasado septiembre calcularon que sería del 1,1 por ciento y ahora dicen que será del 0,7 por ciento, muy por debajo de la meta del 2 por ciento que el BCE juzga necesaria para el crecimiento.
«Los riesgos subyacentes para el panorama económico del área del euro son a la baja», ha dicho Draghi a los periodistas convocados por primera vez en la nueva sede del BCE, un imponente rascacielos en Fráncfort que ha costado la friolera de 1 300 millones de euros. Todo a lo grande, como se diseñó hace doce años para mostrar al mundo la fortaleza del euro.
Draghi, se ha referido a la caída de los precios del petróleo en un 40 % este semestre, «No toleraremos desvíos prolongados de la estabilidad de precios», ha dicho.
El presidente del BCE, Mario Draghi, no pasa por su mejor momento. La Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra o el Banco de Japón han puesto dinero en circulación y empujan al BCE a que haga lo mismo, pero Alemania se resiste. Sabine Lautenschlaeger, representante de Alemania en la junta ejecutiva del BCE, dice que no es el momento para comprar deuda y la reticencia de Alemania podría estar haciendo perder un tiempo precioso, según algunos analistas.
El mes pasado la inflación en la zona euro fue del 0,3 %. Si los precios caen, como ya está ocurriendo en muchos países, los ciudadanos podrían retrasar sus compras a la espera de que continúen bajando, sería un círculo vicioso que lastraría aún más la economía.