El Consejo de Gobierno del BCE se ha reunido a las afueras de la capital eslovena, Liubliana, otro país en la cuerda floja del rescate, y allí ha decidido que los tipos de interés se mantengan en el 0,75%. No se esperaban novedades al respecto, pero sí cualquier gesto de Draghi sobre la situación económica de la eurozona y, especialmente, España.
Y a España se refirió para decir elogiar los»significativos progresos» conseguidos, que calificó de «notables», aunque aún queden retos pendientes. Dicho esto, el presidente del BCE hizo una llamada indirecta a Rajoy para señalar que «realmente corresponde a los gobiernos decidir qué hacer. El mecanismo está listo.»
Dragui señaló que el BCE activará las operaciones en los mercados secundarios cuando los «prerrequisitos se cumplan» y dejará de adquirir deuda cuando se hayan alcanzado los objetivos o «si un país incumple las condiciones impuestas». En este sentido, quiso restar importancia a la condicionalidad y afirmó que «se tiende a identificar condicionalidad con severidad, pero las condiciones no tienen por qué ser necesariamente punitivas. Muchas de ellas, son reformas estructurales que tienen un gran coste social. Aunque también unos grandes beneficios sociales. Y, si se llevan a cabo bien, lo segundo será más importante que lo primero».
El presidente del gobierno español ha negado que la petición de rescate a Europa vaya a ser inminente y bromeó con la noticia difundida por la agencia Reuters, según la cual, España podría pedir ayuda financiera a la UE este mismo fin de semana.
Este mismo jueves, el ministro español de Economía, Luis de Guindos, que ha viajado a Londres a vender la marca España entre los inversores para el «banco malo», ha dicho en la London School of Economics que España «no necesita un rescate», sino la intervención del BCE, cuya decisión de comprar deuda soberana de los países en dificultades ha elogiado.