El proyecto se inserta en los planes de modernización de los ingenios abiertos a inversión extranjera por Azcuba, el grupo estatal empresarial que en 2011 sustituyó al Ministerio del Azúcar. Tradicionalmente, lss centrales azucarerss ya generan la electricidad para su autoconsumo, a partir de desechos como el bagazo, el residuo que queda tras la trituración.
Liobel Pérez, portavoz de Azcuba, defendió la producción de energía a partir de la biomasa cañera como barata y «amigable» con el ambiente. «El CO2 (dióxido carbono) que se produce en la generación de electricidad es el mismo que absorbe la caña en su proceso de crecimiento, por tanto hay un equilibrio ambiental», recalcó.
Por ahora, no se contempla la producción de etanol como derivado cañero, aunque hay especialistas que consideran que este biocombustible podría reducir el consumo de gasolina en el transporte y la maquinaria agrícola y limitar las emisiones a la atmósfera.
«Ese es uno de los temas que discute y analiza la comisión gubernamental creada para estudiar el desarrollo de las energías renovables», asegura Manuel Díaz, director del Instituto Cubano de Investigaciones de Derivados de la Caña de Azúcar. Sin embargo, el funcionario no descarta la posibilidad en un futuro.
«Aunque no sea la solución definitiva a largo plazo para el combustible automotor, el etanol es un factor importante, contribuye a disminuir el consumo de combustibles fósiles y si no entra en contradicción con el uso de la tierra para alimentos puede ser, a mí modo de ver, una alternativa que cada país debe valorar según sus particularidades», nos señaló Díaz.
Actualmente, la industria azucarera aporta el 3,5 por ciento de la generación de electricidad en este país caribeño. El plan para elevar la eficiencia energética contempla que para 2030 una veintena de ingenios genere un excedente de 755 megavatios para alimentar la red del Sistema Electroenergético Nacional.
Eso elevaría al 14 por ciento la participación de la biomasa cañera en la matriz energética prevista para 2030, que proyecta en 24 por ciento la participación de las fuentes renovables, con aportes también de la energía eólica (seis por ciento), solar (tres por ciento) e hidráulica (uno por ciento).
Ahora, las energías renovables solo representan el 4,6 por ciento de la generación y el resto lo aportan los combustibles fósiles.
La paulatina instalación en los ingenios de modernas plantas bioeléctricas, necesarias para lograr ese objetivo, requiere una inversión estimada en 1.290 millones de dólares, que Azcuba espera obtener de préstamos gubernamentales o inversiones extranjeras.
«Donde no aparece un crédito, aparece la inversión extranjera», dice Jorge Lodos, director de negocios de Zerus SA, subsidiaria de Azcuba. El ejecutivo precisa que las dos primeras empresas en asociarse con Cuba en el sector incluyeron en sus planes las plantas bioléctricas para elevar la eficiencia energética.
La primera de las plantas alimentadas con biomasa cañera comenzará su producción en 2016, detalla Lodos. Se prevé la construcción en áreas aledañas a la central Ciro Redondo, en la provincia de Ciego de Ávila, a 423 kilómetros de La Habana, por Biopower, la empresa mixta conformada en 2012 por Zerus y la firma británica Havana Energy Ltd.
Durante la zafra, de diciembre a mayo, esa planta emplearía como insumo el bagazo de la caña procesada por el ingenio colindante, y el resto del año utilizaría el residuo cañero almacenado y el marabú (Dichrostachys cinérea), un arbusto leñoso que invade como plaga vastas áreas agrícolas de la isla. La inversión prevista en el proyecto oscila entre 45 y 55 millones de dólares.
A su vez, la Compañía de Obras e Infraestructura (COI), subsidiaria de la constructora brasileña Odebrecht, acordó con la Empresa Azucarera Cienfuegos, también filial de Azcuba, la administración conjunta por 13 años de la central 5 de Septiembre, situada en la provincia de Cienfuegos, a 256 kilómetros de la capital.
En este caso, el compromiso es recuperar la capacidad productiva del ingenio de 90.000 toneladas de azúcar por zafra e incluso incrementarla.
Lodos detalló que la inversión de este proyecto supera los 100 millones de dólares e incluye también una planta bioeléctrica. Estos dos ingenios y el Jesús Rabí, en la provincia de Matanzas, a 98 kilómetros de La Habana, van generar los primeros 140 megavatios de electricidad a medio plazo.
Havana Energy y COI han abierto la puerta de entrada al capital extranjero en la agroindustria azucarera cubana, respaldadas por el hecho de que ya tienen inversiones en otros sectores de la centralizada economía cubana. «La inversión extranjera exige confianza mutua», comenta Lodos.
El gobierno socialista de Raúl Castro estima que necesita entre 2.000 y 2.500 millones de dólares anuales de capital extranjero para crecer y desarrollarse. De los 56 ingenios cubanos, seis de ellos actualmente inactivos, Azcuba ha puesto 20 en la cartera de inversiones extranjeras. La prioridad inicial son los ocho construidos después de 1959.
Entre las ofertas para el desarrollo de derivados tampoco figura el etanol pese a que muchos especialistas consideran que tienen buenas perspectivas de comercialización.
No está previsto en el programa. No se da ninguna de las condiciones mínimas que se requiere para introducir inversión extranjera. No hay magnitud de capital, no es aporte de tecnología, no sería para la exportación ni sustituye importaciones. Hoy no está en la cartera de negocios. A lo mejor mañana la ponemos», asegura Lodos.
Cuba produce alcohol en 11 destilerías, también en fase de modernización, para usos farmacéuticos y su industria de ron y otras bebidas.
La otrora poderosa industria azucarera, que tuvo cosechas de ocho millones de toneladas, tocó fondo en su zafra 2009-2010, cuando registró una producción de 1,1 millones de toneladas, la peor en 105 años. Actualmente, el sector representa alrededor de cinco por ciento del ingreso de divisas de Cuba.
Se espera que el programa de modernización de la maquinaria fabril, equipos de transporte y otros recursos para mejorar los rendimientos, impulse la producción, junto con el aumento de la siembra de la caña. El año pasado se sembraron 400.000 hectáreas y la zafra 2013-2014 alcanzó algo más de 1,6 millones de toneladas.