NUEVA YORK, (IPS) - La comunidad internacional no ha logrado resolver los temas políticos y económicos subyacentes en Somalia, que sobrevive sin gobierno efectivo desde hace dos décadas mientras sus costas son saqueadas, según indica un nuevo estudio.
Con todo su litoral de 3.300 kilómetros prácticamente desprotegido, Somalia es víctima de barcos de pesca industrial de Europa y Asia que navegan en sus aguas y despojan sus ricos recursos marítimos. «Además de sobreexplotar sus propias aguas, estas sofisticadas fábricas flotantes procuran apropiarse de unas de las más ricas zonas de pesca que quedan en el mundo», señala el estudio publicado por la organización independiente Global Policy Forum (GPF), con sede en Nueva York.
«Los barcos extranjeros son ilegales, furtivos y no están regulados. Son parte de una creciente iniciativa internacional de pesca delictiva», añade el informe elaborado por Suzanne Dershowitz y James Paul, que ha sido divulgado en vísperas de la conferencia internacional de alto nivel sobre Somalia, que se realiza este jueves en Londres.
A pesar de los esfuerzos de la Unión Africana y de la Organización de las Naciones Unidas, la política internacional hacia Somalia no ha tenido éxito, admitió el gobierno de Gran Bretaña, que convoca la reunión en Londres. «Tras 20 años de retrocesos, Somalia necesita un decisivo cambio en los esfuerzos tanto de la comunidad internacional como de los propios líderes políticos» locales, agrega el trabajo.
Los organizadores de la conferencia en Londres esperan la participación de unos 40 representantes de gobiernos, así como de la ONU, la Unión Africana, la Unión Europea el Banco Mundial la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo de África Oriental, la Organización de la Conferencia Islámica y la Liga Árabe
La administración del primer ministro David Cameron también invitó a representantes del gobierno federal de transición de Somalia, así como a los presidentes de Somalilandia, Puntland y Galmudug (autoproclamados estados independientes somalíes pero sin reconocimiento internacional) y de la organización islámica Ahlu Sunnah wal Jamaah.
«Las batallas cerca de la costa de Somalia están estrechamente conectadas con la crisis en el país, donde otra vez encontramos un importante uso de la fuerza militar por parte de actores extranjeros», indica el estudio. Durante la Guerra Fría, la principal importancia de Somalia era geoestratégica. Hoy hay nuevos intereses y son especialmente apreciadas sus reservas de hierro, estaño, uranio, cobre y otros minerales. «Pero lo más importantes es que probablemente haya depósitos de gas natural y reservas de entre 5.000 millones y 10.000 millones de barriles de petróleo crudo, por un valor de 500 millones de dólares al precio actual», añade el informe. Compañías australianas, canadienses, chinas, estadounidenses y otras están interesadas en estos recursos.
Somalia sigue siendo el prototipo de un «estado fallido», con un gobierno que no puede ejercer el control sobre su territorio. La Guerra Fría arrastró al país a diversos conflictos regionales, incluyendo un sangriento enfrentamiento con Etiopía. El ejército somalí creció para ser uno de los más grandes de África, y el país pasó a ser gobernado por una dictadura. Al final, el Estado se hizo impopular, cayó en la bancarrota y colapsó. Luego se produjeron una serie de intervenciones extranjeras fallidas para restaurar el orden.
En 1992 fue enviada una fuerza de paz de la ONU, seguida por un contingente militar de Estados Unidos (1992-1993). Más tarde fue desplegada otra misión de paz del foro mundial (1993-1995). Sin embargo, después de tres años de despliegue de flotas navales por algunas de las principales potencias, y a pesar de sus avanzados sistemas electrónicos y aéreos de vigilancia, no han sido erradicados los barcos pirata de las costas somalíes, que con equipos más modestos se dedican a tomar rehenes para exigir rescates.
De hecho, los ataques de piratas aparentemente se incrementaron sustancialmente desde 2008, informa el GPF. Como era de esperar, las armadas de los países extranjeros tampoco han hecho nada sobre otros «piratas»: los buques de pesca ilegales y los que vierten tóxicos al mar.
James Paul, director ejecutivo del GPF, y coautor del nuevo informe sobre Somalia, se mantiene escéptico sobre la conferencia de Londres. En su opinión el encuentro se jacta de procurar una mejor respuesta internacional a la crisis somalí, pero de hecho solo corrobora la vieja estrategia de violencia. «Lejos de encarar las causas y emplear un enfoque global como anunció el gobierno de Gran Bretaña, la conferencia busca principalmente movilizar a la opinión pública en torno a más opciones de violencia, intervención y antiterrorismo, que han fracasado en los últimos 20 años y están fracasando hoy», afirmó.
«Debemos recordar que la conferencia le dará su bendición implícita a las últimas invasiones desde Etiopía y Kenia, y que aprobará tácitamente los ataques con aviones no tripulados y las operaciones militares secretas llevadas a cabo por Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y quizá otros», añadió. También desviará la atención de las prisiones secretas, de los asesinatos selectivos, de los contratistas militares y del comportamiento extremadamente violento de las fuerzas de la Unión Africana, que actúan con autorización del Consejo de Seguridad de la ONU», indicó.
Paul señala que la postura más constructiva sería rechazar las políticas militares centradas en la violencia, como hizo la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios en «una importante y valiente declaración» en diciembre. El director del GPF sostiene que el enfoque usado hasta ahora no ha funcionado porque ignora la pesca extranjera ilegal y el vertido de desechos tóxicos que ocurre en la costa somalí.
La pesca y la contaminación han llevado a muchos somalíes a recurrir a la piratería como forma legítima de defensa nacional. Sin embargo, poderosos miembros del Consejo de Seguridad, particularmente Estados Unidos y Gran Bretaña, bloquean cualquier acción para combatir ese problema.
«Hacen como si no hubiera información sobre el tema, aun cuando sus flotas navales vigilan de cerca el movimiento de todos los barcos en aguas somalíes», indicó Paul. «La violencia es prácticamente la única opción de la que se va a hablar en la mesa de Londres», agregó.