A pesar de eso han abierto la puerta a más perforaciones y exploraciones petrolíferas en la zona. «Estamos impresionados por lo que hemos visto en ese documento totalmente inadecuado», nos dijo un miembro de Greenpeace en Washington, Ben Ayliffe. «No hace nada para preparar a los gobiernos a afrontar un desastre ni para proteger al Ártico».
Según el Portal del Sistema de las Naciones Unidas para el Clima, el hielo del Ártico alcanzó en 2012 su nivel más bajo registrado hasta ahora. El deshielo, que los datos científicos atribuyen al cambio climático acelerado por las actividades humanas, ha creado una virtual fiebre del oro hacia la región.
Las elevadas temperaturas hacen que el océano Ártico, que solía estar congelado la mayor parte del año, ahora sea un canal de navegación abierto más de la mitad del tiempo. Como consecuencia ha habido una desbandada para reclamar derechos sobre su territorio, que según estimaciones del estadounidense Geological Survey, contiene el 22 por ciento de los recursos energéticos del mundo aún no descubiertos.
Según el biólogo Richard Steiner, especialista de Alaska en derrames de petróleo, 46 buques mercantes han navegado en el último verano boreal por lo que ahora se conoce como la Ruta del Mar del Norte, 10 veces más que hace tan solo dos años. «Ha habido un aumento impresionante de la navegación en el océano Ártico, en especial con productos petroleros muy peligrosos».
También señala que un aumento de las perforaciones en la zona requiere leyes contundentes. Sin embargo, el acuerdo del Consejo Ártico carece de estándares de rendimiento técnico, mecanismos de control y pautas operativas. «Siguen adelante con el desarrollo de las perforaciones y la navegación sin las salvaguardas apropiadas, es realmente trágico», se lamenta. «Me temo que tendrá que ocurrir un gran derrame para implementar sistemas adecuados».
Steiner añadió que eso es lo que pasó con el caso del Exxon Valdez, que estalló cuando un buque petrolero encalló en Alaska en 1989. «Me temo que esto también es lo que pasará en el Ártico», prosiguió. «A pesar de las lecciones aprendidas, muy poco ha cambiado en materia de políticas de prevención».
Sin capacidad probada
El Consejo Ártico, creado en 1996, está integrado por países con territorios en ese océano: Canadá, Dinamarca (por Groenlandia), Estados Unidos (por Alaska), Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia.
El nuevo tratado sobre derrames petroleros será suscrito por los miembros en mayo, cuando se convertirá en el segundo pacto sellado por la organización intergubernamental desde el acuerdo de búsqueda y rescate que se acordó en 2011.
Pero Ayliffe señala que el documento no atiende de forma adecuada las cuestiones complejas que implica un posible vertido en la zona. «Es una pesadilla», indica. «Las dificultades técnicas de responder a un desastre que ocurra bajo un glaciar a una milla de profundidad vuelven imposible una operación como la que tuvo que hacer BP en el Golfo de México».
A pesar de las garantías ofrecidas por el Consejo Ártico de que el acuerdo incluiría medidas de protección ambiental específicas, como estrategias de prevención y de recuperación tras un derrame, Ayliffe dice que el acuerdo «no detalla una respuesta esencial, métodos para tapar un agujero o limpiar animales y hábitat perjudicados».
«En cambio, tiene declaraciones vagas sobre las medidas que deberán tomar las naciones de la zona con los recursos disponibles», destaca.
El documento tiene una redacción ambigua sobre los derrames, solo pide a los países que tomen «medidas adecuadas» para atender el problema sin indicaciones específicas ni requisitos. También carece de pautas sobre la responsabilidad de las compañías petroleras en caso de desastre y de instrucciones sobre cómo gestionar de forma adecuada un vertido.
«Ninguna petrolera ha demostrado jamás su capacidad de respuesta a un derrame en los glaciares, y el acuerdo no tiene nada sobre cómo las compañías van a detener o limpiar un desastre como el de Deepwater Horizon», hace hincapié Ayliffe.
El especialista se refería a la torre de perforación de la firma suiza Transocean Ltd que alquilaba BP y que estalló y se incendió el 20 de abril de 2010 en el Golfo de México frente a las costas de Louisiana, hundiéndose dos días después. Durante tres meses se filtraron casi cinco millones de barriles. «Tenemos esperanzas de que debido al malestar generado por este documento haya tiempo antes de mayo para llenar algunos de los vacíos», añade.